Es la mayor inversión del Sporting esta temporada, tras llegar del Empoli a cambio de una cantidad, incluyendo variables, cercana a los 2 millones de euros. Federico Barba (Roma, 1-9-1993) es también uno de los grandes activos deportivos de la plantilla. Capacidad de liderazgo y calidad no le faltan a un central italiano atípico: disfruta con el balón en los pies.

- ¿Cómo vivió el funeral de Quini?

-Me impresionó. El cariño de la gente fue enorme para recordar a un muy buen hombre antes que un fenómeno como futbolista. Estamos todos dolidos. Todos le queríamos.

- ¿Cómo fue su relación con el Brujo?

-Era una persona que trataba de ayudar a todo el mundo, sobre todo a los que nos acabamos de incorporar. Conmigo lo hizo a mi llegada al club. Sólo le puedo estar agradecido.

- ¿En Italia también impactó su muerte?

-Fue noticia de primera plana, desde el primer minuto. Se ha hablado mucho de él. Quini era un futbolista conocido en todo el mundo.

- ¿Con qué recuerdo se queda del Brujo?

-Con su saludo diario, con esa sonrisa que tenía. Era siempre positivo, antes y después de cada partido. Me contaron que gastaba bastantes bromas, pero a mí, por suerte no me tocó ninguna (Se ríe).

- ¿Cómo empezó en el fútbol?

-Fue a los seis o siete años. Mis padres querían que hiciese natación, porque era saludable para el crecimiento y esas cosas. A mí no me gustaba y después de un año como nadador, me permitieron cambiarme a un equipo de fútbol que está junto a mi casa, en el sur de Roma, el Axa Calcio. Me hicieron feliz. Allí estuve hasta los 13 años, y de ahí fiché por el Cisco Roma.

- ¿Cuándo ficha por la Roma?

-A los 15 años me llamó la Roma. Para un chico como yo, en ese momento, era lo máximo. La competitividad era ya diferente. Había que ganar todos los partidos y estar siempre arriba, en la clasificación.

- ¿Se siente romanista?

-Hay mucha rivalidad en la ciudad, pero no soy ni de la Roma ni del Lazio. Menos ahora, como futbolista profesional.

- ¿Siempre fue central?

-No. Empecé como lateral izquierdo. También jugaba alguna vez como extremo o mediocentro. Cuando llegué a la Roma jugué más asiduamente como central. Alberto De Rossi, padre del actual futbolista de la Roma, era el entrenador del equipo Primavera (término como se conoce a los filiales) de la Roma y él fue el que dio continuidad en ese puesto. Antes, con Stramaccioni, ahora entrenador del Sparta Praga, fuimos campeones de Italia con el sub-19 y jugué la fase final como lateral derecho por la lesión de un compañero. A mí lo que me gusta es jugar, donde se necesite, da igual el puesto.

- Y entonces se va, con 17 años, al Grosseto, de la Segunda italiana

-Era la primera vez que salía de mi casa. Jugué bastante y estaba contento. Tengo grandes recuerdos.

- Ahí le ve Sarri y le ficha para el Empoli

-Jugué una veintena de partidos en Primera División con 18 años. Con él como entrenador aprendí muchísimo. Crecí como futbolista, pero más como profesional. Empecé a cuidar otros aspectos, como ejercicios antes y después de entrenarme, dietas...

- Sarri está ahora cerca de llevara al Nápoles al título y suceder así a aquel gran equipo que dio a conocer Maradona internacionalmente.

-Se lo merece. Hacen un fútbol guapísimo. Verles jugar es un placer. Es el tipo de juego que más me gusta.

- ¿Está cambiando la filosofía futbolística italiana?

-No es sólo catenaccio, como se piensa fuera. Está cambiando, es una apuesta más internacional. Hay que sacarla bien jugada de atrás, se piden defensas que jueguen bien al fútbol.

- Compartió vestuario en Empoli con jugadores de amplia trayectoria como Tavano o Maccarone.

-Era una gran plantilla, muchos de ellos están ahora en Nápoles o Juventus. Maccarone fue importante para mí. Era veterano y me hablaba de cómo vivía el fútbol de joven y cómo lo hizo después. De lo importante que era cuidarse. De hecho, él todavía juega en Australia.

- Cambió Italia por el Stuttgart, un clásico alemán.

-Tuve mala suerte. Llegué en el mercado de invierno y me lesioné en el primer entrenamiento para mes y medio. Cuando me recuperé, jugué dos partidos y me volví a lesionar. Ahí se acabó la temporada. Creo que pagué la tensión que venía arrastrando a mi alrededor. Fue una etapa en la que estuve cerca de irme al Nápoles y no pudo ser.

- ¿Qué hay de diferente en la Segunda española?

-Aquí, por ejemplo, es un fútbol más agresivo que en Italia. Todos los equipos presionan muy bien la salida de balón rival. En todo caso, la posesión tampoco es algo muy importante. Hay equipos que la sacan jugada muy bien, pero están abajo en la tabla. Prefiero ser de los que tienen un mayor equilibrio en todo.

- ¿Disfruta más robando un balón o sacándolo jugado?

-Robando. En la salida de balón, cada partido es diferente. Unas veces viene Bergantiños a recibir, otras veces se opta por sacarla rápido a los costados. Lo cierto es que, cuando me toca sacarla a mí, estoy más contento (ríe).

- ¿Qué ídolos marcaron su infancia?

-Iconos del fútbol italiano, como Paolo Maldini. Era el mejor. Lástima no haber tenido la suerte de coincidir con él. Me marcó mucho el año 2006, con la victoria en el Mundial. Un triunfo con grandes defensas como Materazzi o Cannavaro. Eran años muy buenos. Lo celebré como todo el mundo, por las calles de Roma, entre banderas.

- ¿Es hijo único?

-No. Tengo tres hermanos. Dos mayores que yo, Simone y Alessandro, y uno más pequeño, de17 años, Marco, que también se dedica al fútbol. Somos cuatro chicos. Hay buenas peleas en casa.

- Hábleme de Marco.

-Juega en el Lupa Roma, un equipo como de la Segunda B. Es lateral izquierdo. Tiene potencial. Él y yo somos los únicos en la familia que nos dedicamos al fútbol. Al final, ninguno salió nadador, pero todos nadamos bien (bromea).

- ¿Cómo le ha cambiado la paternidad?

-Matilde cumplirá tres años en marzo, no se entera todavía de que tiene un futbolista en casa. Ahora su única preocupación debe ser la de jugar. Su llegada me cambió. Ya no piensas por uno, piensas por tres (incluye a su pareja). Te toca dar más, pero siempre te viene de vuelta multiplicado, en forma de besos o sonrisas. Creo que la paternidad es también un aprendizaje que puede servirte para aplicarlo al fútbol, aunque no sea un aspecto necesario.

- ¿Se ha adaptado bien su familia a Gijón?

-Sí. Mi hija habla ya incluso un poco de español. Yo llegué hablando un poco de castellano porque había ido a clases. Incluso tomé la decisión de prescindir de canales de televisión en italiano en mi casa, para forzarme a aprender más. Mi familia está contenta aquí. A mi padre, por ejemplo, le encanta la ciudad. Ya ha venido tres o cuatro veces a visitarnos. Él es muy positivo. Siempre ve algo bueno en todo.

- ¿Usted es tan positivo como su padre? ¿Piensa que se ascenderá a Primera?

-Él sí lo cree. Nos ve bien. Yo creo que tenemos que trabajar todavía. Hay que estar concentrados y hacer bien las cosas.

- Vienen de protagonizar un gran partido ante Osasuna.

-Considero que el Sporting no ha llegado a dar el máximo de su nivel todavía. Sí que pienso que podemos conseguirlo. Hicimos un muy buen partido la pasada jornada por la constancia que demostramos a lo largo de los noventa minutos. Eso es lo que nos tiene que dar confianza para conseguir los objetivos.

- Dicen de usted que es futbolista de carácter, al que le gusta mandar en el campo.

-Soy un persona de competición. No me gusta perder. A nada. No sólo el partido, no me gusta perder ni cada disputa. Puede ser que esas ganas me lleven a que algunas veces me enfade. Tampoco pasa nada porque suceda. Soy así.

- ¿Fija el objetivo en la promoción? ¿Hay tiempo para el ascenso directo?

-Pensar en eso no ayuda. Lo que tenemos que pensar ahora es en ir a jugar ante el Sevilla Atlético y conseguir volver a ganar fuera de casa. Y después, hacer lo mismo con la siguiente jornada. Es la única manera de que, poco a poco, podamos acercarnos al verdadero objetivo.

- Están a las puertas de entrar en play-off, ante un colista. ¿Vuelve a ser una oportunidad ideal?

-Parecen amistosos, pero implican mucha dificultad. Hay que estar muy metidos.

- ¿Qué mensaje le enviaría a la afición?

-Les diría que nos vamos a dejar el alma. Hablo por todos, no sólo por mí. En ese vestuario nos miramos a los ojos todos los días y en mis compañeros veo que queremos hacer algo importante esta temporada.

- Se habló mucho de una posible salida suya en mercado de invierno.

-Cuando era más joven me afectaba algo más ese tipo de episodios. Ahora estoy acostumbrado a esas situaciones y las llevo de otra manera. No me ha despistado. Sigo concentrado en el Sporting y lo que tengo que hacer aquí.

- ¿Ha hablado con el club sobre ello? ¿Recibieron una oferta en firme por usted del Nápoles?

-Prefería no comentar nada si me llamaban ellos. Lo pasado, pasado está. Mejor mirar hacia adelante.

- ¿Qué ha supuesto para usted la marcha de un amigo como Stefan Scepovic?

-Son cosas que pasan en el mundo del fútbol. Stefan es una persona fuerte y un gran chaval. Él habla italiano, y me ayudó mucho al llegar al Sporting. Además, tuvimos la suerte de que nuestras familias se llevan muy bien. Si él pensó que lo mejor para él era irse, yo estoy contento. Si él es feliz, yo también.

- ¿Cómo está siendo su etapa en el Sporting?

-Vine porque quiero completarme como futbolista. Jugar en diferentes países te hace mejorar y aprender.

- ¿Baraja les ha ayudado a retomar el pulso y volver a dar la buena versión que ofrecieron con Herrera al inicio de la temporada?

-Sí. Pienso que somos los jugadores los que tenemos que dar un paso adelante. Somos los que saltamos al campo y tenemos que ofrecer el máximo.