Un Sporting notable en la primera parte sirvió y bastó para despachar a un Reus que fue muy superior sin embargo en el segundo tiempo. Se logró de este modo una victoria que en el descanso se prometía tranquila y abultada, pero que a la postre resultó muy sufrida y ajustada a más no poder.

Ya en el anterior partido en Almería, en el que se ganó con un marcador un tanto engañoso, se había avisado que no siempre se podría vencer aún no jugando bien. Pero está claro que este Sporting a día de hoy es como si tuviera un ángel de cara, o alguien desde el cielo que le guarda con sumo cariño y cuidado las espaldas.

Y ese ángel, que bien pudiera ser también un poco brujo, tuvo bastante trabajo que hacer para que el Sporting de Baraja consiguiera inscribir su nombre en la historia de este ilustrísimo y centenario club. Y es que con la de Reus se han conseguido igualar aquellas lejanas siete victorias consecutivas que el mejor Real Sporting de todos los tiempos lograra (eso sí, en Primera), cuando muchos de los presentes en El Molinón Enrique Castro ‘Quini’ no habían ni siquiera nacido. El reto ahora no tiene que ser otro que el de superarlo.

Tuvo además que madrugar nuestro querido ángel custodio, pues no se había llegado al minuto 10 cuando el Reus tuvo su mejor y casi única ocasión del primer tiempo. Remate seco al larguero tras providencial intervención de Mariño y posterior bote afortunado que hace que el balón en lugar de irse para adentro se aleje de la portería.

El aviso pareció servir de estímulo al Sporting, que comenzó a partir de entonces a hacerse dueño y señor del partido. Fruto de ese dominio llegaron los dos goles, el primero en el minuto 21 de Nano Mesa y el segundo sólo diez minutos después, obra de Carmona.

Que Nano Mesa fuera quien inaugurara el marcador, tiene su importancia de cara a que el jugador coja confianza, habida cuenta de la responsabilidad que recaía sobre él como sustituto de Santos. Sin embargo, es patente que Nano no es el uruguayo y que la ausencia de éste se dejó notar. Pero marcó y por tanto se puede decir que cumplió. Mucho más se notó sin duda la ausencia de Sergio.

También hay que ver como algo positivo el que el tanto de Carmona fuese en una jugada ensayada. Son este tipo de acciones las que muchas veces sirven para inclinar de un lado u otro partidos muy igualados y en las que el Sporting no es que sea uno de los equipos más peligrosos de la categoría. Este es por otra parte un defecto que se viene arrastrando de temporadas pasadas.

Con 2-0 al descanso el optimismo invitaba a soñar con una nueva goleada, pero muy pronto se vio que nada más lejos de la realidad. El Reus salió de los vestuarios decidido a poner contra las cuerdas al líder y no tardó ni cinco minutos en acortar distancias.

A partir de ese momento el Sporting brillante de la primer período desapareció por completo y el equipo del que fuera jugador sportinguista, López Garai, se vino arriba en busca del empate. De hecho lo hizo en el minuto 57, aunque el tanto fue anulado por claro fuera de juego.

El nerviosismo comenzó a propagarse entre el público presente, sabiendo no obstante reaccionar, para transmitir toda su fuerza y apoyo a un equipo más necesitado que nunca de su jugador número 12.

Cada saque de esquina era un sufrimiento para la afición rojiblanca, que veía encima a sus jugadores incapaces de hilvanar una contra que pudiese llevar peligro, o al menos transmitir algo de inseguridad a un rival crecido y completamente echado arriba.

Un remate franco a las manos de Mariño cuando de nuevo se intuía lo peor hizo despertar también a Baraja, que decidió comenzar a mover ficha, introduciendo en primer lugar a Nacho Méndez por Hernán y después a Pablo Pérez por Rubén García.

Pero la banda derecha del Reus seguía trayendo a mal traer al Sporting, con un Jony al que se le notaba incómodo (después del partido reconoció haber jugado infiltrado), aunque en ningún momento rehuyó el protagonismo. Quizás ahí fue donde el ‘Pipo’ arriesgó en exceso, dejándole sobre el césped para reemplazar a un exhausto Nano Mesa, para dar entrada a Carlos Castro. El de Ujo tuvo que escuchar algunos silbidos al pisar el césped. Un cambio dicho sea de paso un tanto sorprendente, cuando lo que parecía pedir a gritos el equipo era músculo en el centro del campo.

Sin prácticamente un tiro a puerta en el segundo tiempo y con un juego realmente pobre, el Sporting consiguió sin embargo llegar al final del partido pudiendo celebrar amén de la mencionada séptima victoria consecutiva en liga, la novena ejerciendo como local. Números muy a tener en cuenta. Especialmente para los rivales.

Se podría decir así que sin haber aún ganado absolutamente nada, este Sporting de Baraja disfruta ya de la consabida suerte de los campeones. O de ese ángel que desde el cielo sonríe bromista mientras los de abajo sufrimos.

Llegan ahora dos salidas a cuál más comprometida, y donde convendría que volviéramos a ver a ese Sporting por ejemplo que asaltó El Alcoraz. Aunque por supuesto, cualquier sportinguista firmaría de aquí a final de temporada ocho victorias como la conseguida ante el Reus. Quedémonos pues con el buen juego del primer tiempo y sobre todo con estos tres puntos que nos permiten seguir en lo más alto.

Post Scriptum: en un partido donde los tres cambios llegaron desde Mareo, es inexcusable celebrar por todo lo alto el título de campeón del juvenil de División de Honor, entrenado por Isma Piñera. Y por supuesto, seguir aplaudiendo la increíble temporada del Real Sporting B, que esta noche al igual que el primer equipo, sigue durmiendo líder y en su caso, un poquito más si cabe.