Tenía que llegar y sucedió en Zaragoza. El Sporting detuvo en La Romareda la racha de doce partidos invicto por culpa de una primera parte para olvidar y una tarde mágica del meta de los maños. Cristian Álvarez impidió que los de Baraja empataran o incluso se llevaran la victoria a base de intervenciones increíbles en medio del acoso gijonés tras el descanso. La reacción llegó tarde y costó también ceder la plaza de ascenso directo al Huesca, nuevo líder a la espera de lo que haga mañana el Rayo. Faltan cuatro jornadas. Un mes. Hay tiempo a muchas cosas.

Hace algo más de un año Cristian Álvarez se había olvidado del fútbol profesional. Decidió dejar los guantes, desencantado con lo que rodea este deporte, y se fue a vivir a un solitario pueblo del Alto Penedés. Siguió jugando, pero con amigos. Tras un año de retiro, el Zaragoza llamó a su puerta para convencerle de que viviría tardes como la de ayer. El meta argentino amargó a un Sporting ausente en la primera parte y enrabietado tras el descanso. El día en el que se cumplieron 16 años del primer título de Baraja, la Liga que levantó con el Valencia, no fue el mejor para el Pipo. No caben reproches a un equipo capaz de encadenar doce jornadas sin perder, diez de ellas en forma de victoria, pero queda la rabia de no haber mostrado antes el fútbol y el coraje que faltó en el primer acto. También de una gestión diferente en los cambios.

La Romareda apretó desde el principio. Desde que antes de rodar el balón se vistiera con los colores de la bandera aragonesa en forma de mosaico. Lo disfrutó el Zaragoza y lo sufrió el Sporting. El árbitro contribuyó a meter un poco más a la afición local. Una falta clara de Álex Pérez sobre Toquero, fuera del área, quedó sin señalar. El público bulló enfurecido para mostrar su poder. No hubo un segundo para que los más de dos mil seguidores rojiblancos desplazados a la capital maña se hicieran escuchar. Ahí empezó a ganar el partido el Zaragoza. Ahí y a través de la facilidad con la que Eguaras maniobraba en el centro del campo. Faltaba encontrar a su hombre de área, Borja Iglesias. A los diez minutos apareció para evidenciar el insólito desorden de los del Pipo Baraja.

El Zaragoza entró al partido muy intenso y el Sporting demasiado contemplativo. Toquero metió entonces un balón desde la izquierda que el espigado Borja Iglesias esperaba al segundo palo mientras forcejeaba con Barba para anticiparse. El italiano pecó de blando ante un delantero que tiene la fuerza como virtud. Tampoco contó con que el colegiado le debía una a los maños. Cayó Barba y Borja remató mordido. Tan mordido que dio tiempo a que el balón golpeara en el defensa del Sporting, ya en el suelo, para meterse en la portería. El traspié hundió a los gijoneses, tan oscuros como su equipación, la tercera. No hubo respuesta más allá de un remate muy cruzado de Nano Mesa a centro de Jony.

Borja Iglesias volvió a cazar en medio del dominio maño. Esta vez, el balón salió de la derecha, en un envío entre los dos centrales de Delmás en el que el máximo artillero local le ganó la espalda, esta vez, a Álex Pérez. El gallego batió a placer a Mariño, arrollado por las circunstancias. En media hora de partido, el Sporting estaba dos goles por debajo en el marcador por primera vez en los veinte partidos con Baraja. Sin fútbol, el conjunto del Pipo respondió a balón parado. Inquietó a Cristian Álvarez a la media hora con un buen cabezazo de Bergantiños a saque de esquina de Carmona. El balear protagonizó el otro acercamiento con peligro del primer periodo, en un gran disparo de falta en el que se lució el que faltaba en la fiesta maña: Cristian Álvarez.

El paso por vestuarios cambió el partido. Rubén García resurgió entre líneas. Jony comenzó a llegar a línea de fondo. El Sporting de los doce partidos invicto emergió. Siete minutos bastaron para recortar diferencias. Rubén García se encontró en el área un balón rechazado por la zaga a remate de Bergantiños. Siempre Bergantiños. El valenciano sacó el guante que tiene en la zurda y ajustó al palo largo. Creyó entonces el Sporting y asustó al rival. A todos, menos a Cristian Álvarez.

Jony se echó el equipo a la espalda y empezó a fabricar ocasiones. Primero con un centro que Verdasca despejó in extremis con Nano Mesa en boca de gol. Después encontrando la cabeza de Carmona para que, una vez más, el portero argentino del Zaragoza sacara una mano prodigiosa. El acoso continuó y Natxo González temió por el resultado. Reaccionó consumiendo los tres cambios a media hora del final. Los del Pipo siguieron a lo suyo. Álex Pérez, en el balcón del área pequeña, cabeceó arriba con todo a su favor y Jony estrelló un zurdazo en las manos del de siempre. El empate parecía cuestión de tiempo.

Baraja echó el resto y apostó por el ataque. Prescindió del juego entre líneas de Rubén García para activar el regreso del impetuoso Santos; introdujo a Isma López para ganar profundidad a costa del cumplidor Canella y quitó a un buen Bergantiños para intentar ganar sentido con el balón a través de Álex López. Ninguno de los cambios añadió presencia. El partido derivó en diez minutos finales en los que pudo pasar de todo. Carmona pudo igualar, por dos veces, pero se topó con Cristian tras otro balón muerto en el área en la que la suerte y la buena colocación del meta rosarino decidieron. El árbitro pudo expulsar a Eguarás tras perdonarle la segunda amarilla y Pombo pudo hacer el tercero al estrellar en el larguero una contra tras pérdida de Isma. El que pudo con un Sporting que despertó tarde fue el Zaragoza del heroico Cristian Álvarez, cerrando tres meses de resultados impecables.