No pudo ser. El Sporting de Baraja cayó derrotado por la mínima frente al Zaragoza y tras la victoria del Huesca en Córdoba, haga lo haga el Rayo el lunes en Granada, afrontará las últimas cuatro jornadas del campeonato fuera del ascenso directo. O lo que es lo mismo: no dependerá ya de sí mismo.

Los más supersticiosos habían avisado del peligro que más allá del duro rival, suponía el hecho de intentar superar el listón de trece jornadas consecutivas sin conocer de la derrota. Y al final visto el conjunto del partido, habría que darles parte de razón.

Supersticiones a un lado, el Sporting pagó sin duda muy caro el mal pie con el que entró al partido; quien sabe si inconscientemente presionados por la noticia que acababan de recibir desde Córdoba.

De este modo, en menos de media hora y con un Zaragoza echado arriba desde el primer minuto (o un Sporting echado atrás), los maños ya habían logrado perforar por dos veces la meta defendida por Mariño. Dos goles de Borja Iglesias (¿quién si no?), aprovechando en el primero de ellos un inoportuno resbalón de Barba y en el segundo un claro desajuste defensivo. No fue el de La Romareda ni mucho menos el mejor partido de la defensa sportinguista.

Con semejante panorama se les ponía muy cuesta arriba el partido a los rojiblancos, que sin embargo, fue a partir de ese momento cuando parecieron despertar. ¡Ojalá hubiesen estado despiertos desde el pitido inicial, como sí lo estuvieron los más de 2.000 sportinguistas allí presentes! Otra muestra más de lo que es la Mareona.

Y bien pudo el Sporting haber recibido el justo premio a su reacción ya antes del descanso, de no mediar para ello el auténtico protagonista del partido: el meta Cristian Álvarez. Una mano a un remate seco de cabeza por parte de Bergantiños a la salida de un córner y un paradón al más fiel estilo Mariño en una falta botada por Carmona en los instantes finales, salvaron al Zaragoza de irse a los vestuarios con un marcador más ajustado.

No hizo cambios Baraja para esos segundos 45 minutos. Dejó así sobre el césped a Nano Mesa en punta, por quien había apostado de inicio como era de prever, por aquello de no forzar a Santos.

La segunda parte no hizo sino corroborar que el Sporting en absoluto se iba a dar por vencido. Con un Zaragoza que comenzó a acusar muy pronto el desgaste físico del primer tiempo, el Sporting se hizo amo y señor del partido y cuando en el minuto 53 Rubén García mandó con su zurda un misil teledirigido al fondo de la red, lejos de firmar un hipotético empate, la mayoría de los sportinguistas comenzaron a soñar con la posibilidad de darle la vuelta al partido. Tiempo por delante había más que sobra para ello.

Y ese fue el panorama prácticamente durante todo lo que restó de encuentro. Nada menos que 20 saques de esquina dispuso a su favor el Sporting, prueba inequívoca del dominio total al que sometió a su rival. Sin embargo hay días donde la fortuna te es esquiva, o donde sencillamente no estás acertado.

Con el Zaragoza completamente a merced del Sporting y con claros síntomas de cansancio, su entrenador decidió arriesgar y agotar muy pronto los cambios. No había hecho así aún el primero Baraja, cuando su colega en el otro banquillo ya había realizado los tres.

El primero del ´Pipo´ fue el esperado: Santos por Rubén García, cuando corría el minuto 66. Poco después quien entró fue Isma por Canella. Y a falta de diez minutos Alex López reemplazó a Bergantiños.

Con incontables acercamientos rojiblancos y ocasiones como para haber logrado siquiera un empate que hubiera sabido a gloria tal y como se había puesto el partido con el dos a cero en contra, quien pudo lograr también el tercero fue el Zaragoza en un balón que se fue al larguero cuando se entraba en la recta final del choque. Pero el marcador no iba ya a moverse para ninguna de las dos partes.

Queda la sensación pues de que lo más justo hubiese sido al menos un empate. Pero en el fútbol la justicia la dan los goles. Y queda sobre todo también ese resquemor por perder justo en uno de los partidos donde el Sporting mejor jugó y dominó al contrario. Pero no siempre se puede tener la misma suerte que por ejemplo se tuvo en Valladolid o Cádiz, donde jugando no tan bien, el equipo sumó cuatro puntos.

Se podría decir así que nada que objetar al equipo de Baraja, si no fuera porque sí convendría en lo que queda de competición no dar tantas facilidades al rival en los inicios de un partido. Y menos cuando éste cuenta con un tal Borja Iglesias. Esa es la única objeción que se le puede poner al Sporting que se vio en Zaragoza. Esa y la comentada ineficacia en los saques de esquina.

A expensas de lo que ocurra el lunes en Granada, donde una derrota del Rayo (o incluso un empate), restaría algo de trascendencia al traspiés sufrido en La Romareda, sólo queda ir haciéndose a la idea de que probablemente haya que ganar los cuatro partidos que quedan si se quiere conseguir el premio gordo. Pero por aquello de no volver a sacar las calculadoras, de momento, mejor será centrarse únicamente en el próximo. Esa fue la receta con la que nos aupamos a lo más alto de la clasificación y esa ha de ser la receta que nos pueda devolver a Primera.

¡Aúpa Sporting! De ti esperamos siempre mucho más.

Post Scriptum: tan dolorosa como la derrota en La Romareda fue si cabe la sufrida al mediodía por el juvenil de División de Honor en su final de la Copa de Campeones. Aún así, subcampeones de España. Enhorabuena a nuestros ´guajes´. Sólo queda confiar en ver a alguno de ellos en un futuro no muy lejano debutar con el primer equipo. Y a poder ser en Primera División.