Cuatro derrotas en los últimos cinco partidos de la temporada han llevado al Real Sporting a finalizar cuarto en la clasificación. Casi tan increíble como la remontada que protagonizó el equipo con la llegada de Baraja al banquillo, ha sido este desplome en la recta final del campeonato, a la que el Sporting había llegado dependiendo de sí mismo para conseguir el ascenso directo.

Con todo, lo peor son las sensaciones que quedan tras la contundente y merecidísima derrota en el Nuevo Arcángel, donde al Sporting se le volvieron a aparecer sus más viejos demonios.

Urge más que nunca de cara al playoff hacer borrón y cuenta nueva, aunque para borrón y de los gordos el del Sporting en Córdoba. Se podrán poner todas las excusas que se quieran, pero ante un rival que con los resultados que muy pronto llegaron de otros estadios, le hubiese servido un empate para lograr la permanencia, el conjunto sportinguista mostró una falta total de ambición, impropia de quien amén de jugarse el tercer puesto, se jugaba también el llegar al playoff con vitola de equipo a temer.

Y es que no se puede obviar que de los cuatro equipos que se jugarán ahora la tercera plaza con destino a Primera, en esta última jornada todos han ganado salvo el Sporting. Cuando las fuerzas flaquean estos detalles psicológicos cobran especial relevancia.

Claro que siempre habrá quien diga que peor estarán en otras plazas donde después de haberse pasado media temporada arriba, se han caído en la última jornada, como es el caso del Cádiz. O de los otros dos clubes que se han quedado a las puertas del playoff. Quien no se consuela es porque no quiere.

Del partido de Córdoba poco positivo se puede extraer, por no decir nada. Que en este equipo hay jugadores indiscutibles lo sabe la mayoría de los aficionados sportinguistas. Lo que se ha demostrado en el partido ante el equipo andaluz, vistos los recambios introducidos por Baraja en el once titular, es que lo son incluso cuando no están ni de lejos en su mejor momento de forma.

También ha quedado demostrado que las imprudencias se pagan. No se puede calificar de otro modo el que Alex Pérez no hubiese forzado su quinta amarilla ante el Granada, si el entrenador rojiblanco ya tenía en su mente no poner en liza a su once de gala en Córdoba. La imprudencia supone ahora perder al central de cara al primer partido del playoff.

"Playoff y cuenta nueva" por tanto ha de ser el mantra que se repitan los jugadores y el cuerpo técnico de aquí al partido del jueves en Valladolid, ante un equipo pucelano que al contrario del Sporting, ha sumado cuatro victorias en estas últimas cinco jornadas.

Y también esa ha de ser por fuerza la consigna de una afición que en diciembre hubiese firmado estar en esta situación, aunque tal vez no ya tanto de la forma en la que al final se ha llegado.

Porque más allá de ´factores campo´ y otras historias, objetivamente los cuatro equipos que pelearán por el ascenso a partir de la próxima semana, partirán de cero y con las mismas posibilidades. Puede que esto último sea en realidad lo único positivo con lo que tras un partido como el Córdoba, se pueda ir a la cama cualquier aficionado sportinguista. Y a partir de ahí soñar que todo es posible. Siempre que quien no se vuelva a dormir en los laureles sea el equipo.

Post Scriptum: cerca de trescientos sportinguistas cual si fuesen espartanos, acompañaron al equipo a Córdoba en un esfuerzo más que elogiable habida cuenta de la distancia y de lo que estaba en juego. Algo que del primer al último jugador sportinguista debería tener siempre presente. Seguro que en frío quien lo pudiese haber olvidado lo recordará y rectificará.