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El día que Pablo hizo del Brujo en el campo de su abuelo

El nieto de Quini juega por primera vez en El Molinón-Enrique Castro en la final de consolación alevín

El joven Pablo Ramos de Castro, nieto de Quini, calienta sobre el césped del estadio gijonés. JUAN PLAZA

La final de consolación alevín del Torneo de Barrios vivió ayer un momento muy especial. Con la elástica rojinegra del Veriña y luciendo el "15" a la espalda, Pablo Ramos de Castro saltó al terreno de juego que lleva el nombre de su abuelo. El nieto del Brujo jugó por primera vez en El Molinón-Enrique Castro, Quini, ante la mirada de Falo (hermano de Quini) y de su madre Lorena. Fue una tarde distinta y muy esperada por el joven gijonés.

Pablo se quedó el pasado año con la miel en los labios al quedar su equipo eliminado en la fase previa del torneo. Ahora, en su segundo año alevín, pudo cumplir uno de sus sueños. No olvidará el joven jugador sus momentos sobre el césped que engrandecieron la figura de su abuelo, que ofreció tardes de gloria a todo el sportinguismo. Ayer, Pablo recogía su testigo y sumaba una nueva generación de los Castro vestido de corto en el emblemático estadio.

Fue titular y sacó a relucir su buen golpeo con la pierna izquierda, una de sus mejores armas y que creó más peligro sobre la Escuela de Fútbol de Mareo. Uno de sus disparos lo repelió el meta de Mareo y el rechace facilitó el gol de su compañero para abrir el marcador. No pudo poner la puntilla a un día muy esperado a la vez que soñado, ya que su equipo caía en la lucha por el tercer y el cuarto puesto al perder por 2-3, pero Pablo se calzó las botas en su casa, en el estadio de su abuelo.

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