Si la fe mueve montañas, la del Sporting empieza a forjarse derribando autobuses. Los rojiblancos desarmaron el entramado defensivo de un atrincherado y físico Extremadura que apenas concedió ocasiones hasta el descanso, ayudado por la permisividad arbitral. La mejoría en el juego y la expusión de Djalo, central visitante, premió la insistencia de los rojiblancos, guiados por Sousa y Carmona. El balear abrió el marcador en un penalti cometido sobre Neftalí y Nacho Méndez remató el triunfo para dejar a los gijonese líderes de Segunda a la espera del duelo de esta noche entre Almería y Málaga.

El Sporting resolvió ante el Extremadura uno de esos partidos clásicos en la categoría. Tras una primera parte discreta, lejos de la intensidad sin balón y la velocidad con él destapada la pasada semana, el valor del triunfo estuvo en la fe en perseverar. Reventó el blindaje visitante al forzar la segunda amarilla de Djalo y dio paso al mejor fútbol guiado por Sousa y Carmona, y apoyado en hombres de refresco de la calidad de Lod y Nacho Méndez. Hay plan y fondo de armario. Toca aprender a encontrar alternativas cuando el rival obliga a exprimir ideas. O, como sucedió ante los de Almendralejo, creer sin descuidar la espalda.

Un minuto de juego, dos toques y ocasión del Sporting. Los rojiblancos estuvieron cerca de tumbar al Extremadura en el primer golpe. Álex Pérez convirtió un robo en la frontal de su área en un pase en ventaja para Álvaro Jiménez. El cordobés la dejó correr, vio el desmarque de un Djurdjevic sediento de gol y la metió en profundidad. El serbio arrancó en campo propio y terminó pisando área rival. El esfuerzo en su galopada, sin embargo, mermó el disparo. El remate, demasiado centrado, se estrelló en el portero, el mejor del equipo de uno de los guajes que dio el último ascenso, Álex Barrera. El eléctrico inicio acabó dormido por un rival físico y la complicidad arbitral.

El Sporting perdía ritmo y confianza a medida que el Extremadura ganaba duelos con la condescendencia de un colegiado sin interés en aplicar la ley de la ventaja ni en castigar la dureza de los de Almendralejo. Al menos, hasta que El Molinón despertó. La afición empezó a señalar su disconformidad con las decisiones arbitrales. Los silbidos se convirtieron ya en bronca tras detener contras claras o dejar sin castigo varios derribos a Geraldes. Pasada la media hora, la consecuencia fueron dos amarillas casi seguidas para el exrojiblanco Álex Barrera y para el central Djalo. La mostrada a este último terminaría siendo determinante.

Las tarjetas fueron el peaje que pagó el conjunto de Juan Sabas y las aliadas del Sporting para acabar de derribar a un equipo ordenado e intenso en lo defensivo que empezaba a incomodarles. Los rojiblancos, contagiados ya de la lentitud en la que todo se sucedía, abusaban del balón horizontal y no encontraban la profundidad ni en Carmona ni en Álvaro Jiménez. Tampoco el centro del campo hacía carburar al resto. André Sousa fue el único en intentar añadir salsa a una primera parte difícil de masticar. En el bando rival, el encargado de hacer que el equipo se estirara era el gigantón Enric Gallego, el gran recurso en ataque del Extremadura. Sacó petróleo a los balones largos ganando por alto a Álex Pérez y Babin. Argumento escaso, ya que se transformó en una sola ocasión de peligro, en un tiro escorado de él mismo que detuvo Mariño.

El Sporting no acababa de meterle mano al partido con el mismo once que abrumó la semana anterior al Nàstic, pero tampoco sufría en exceso. Abrió las primeras fisuras en la muralla rival a falta de diez minutos para el descanso. Djurdjevic marcó pero su gol terminó anulado por fuera de juego y Álvaro Jiménez forzó un claro penalti ante Djalo, que le tumbó en el área tras sujetarle por el cuello y el hombro. Ni castigo ni segunda amarilla. La incertidumbre del empate y la falta de fluidez en el fútbol de los gijoneses no fue más allá del descanso. El paso por vestuarios vino bien a los de Baraja, que reaparecieron con una marcha más sobre un verde sin Poa. El plan era el mismo. La velocidad de ejecución, más alta. Las ocasiones empezaron a encadenarse.

La fe en la idea de Baraja hizo que en el primer cuarto de hora Djurdjevic cabeceara arriba un gran centro de Álvaro Jiménez; Hernán se topara con Manu García tras una gran acción trenzada entre Sousa y Carmona; y el atacante serbio tuviera otro remate franco que, ante su ansia por ver puerta, hizo que golpeara al aire. El gol parecía cuestión de tiempo. El fogoso Djalo allanó al camino. Djurdjevic le ganó un balón en el centro del campo que provocó la segunda amarilla para el central del Extremadura. Corría el minuto 61. Empezó otro partido. Baraja sumó otro punta y él, Neftalí, empezó a resolver con un penalti de listo al adelantarse a Borja García. El de Almendralejo armó la pierna para despejar, el balón desapareció e hizo aparición la pierna del suizo. Carmona asumió la responsabilidad y dio un paso al frente para lanzar. La justicia llegó entonces al marcador.

La sonrisa con la que Carmona respondió a las palabras con las que Manu García, el meta rival, le desafió antes de lanzar el penalti parecieron anunciar la alegría que esperaba. La celebración del balear, con dedicatoria por su próxima paternidad, continuó con la mejor fase de fútbol. Lod entró en calor por la izquierda, lo que permitió a Carmona crecer en la derecha, y agitó el partido. Nacho Méndez saltó entonces para mover un balón que ya volaba al ritmo que le correspondía.

Nacho Méndez fue también protagonista de la antesala del segundo y de su autoría. Primero, tras poner en bandeja la sentencia al omnipresente Sousa. El luso no llegó al remate, pero se inició entonces, entre Carmona y Geraldes, la acción que hizo al luanquín sellar el segundo triunfo de la temporada, el séptimo punto de los nueve en juego. El Sporting estrena el lunes desde el primer puesto. Un estímulo más para creer y desarrollar su plan. Un estado de buena esperanza.