Diego Mariño mantuvo su palabra hasta el último día del mercado. El guardameta rojiblanco aseguró en julio que continuaría en el Sporting. El verano avanzó con el interés de varios equipos sobre la mesa que no hicieron cambiar la opinión del vigués. Uno de los que más apretó fue el Rayo Vallecano, que contactó con el jugador para conocer su disposición en el caso de asumir su cláusula de rescisión, que es de 3 millones de euros, o de llegar a algún a algún tipo de acuerdo con el Sporting para negociar una cifra más baja en forma de traspaso. La negativa de Mariño abortó cualquier tipo de operación.

La profunda renovación sufrida por el Sporting este verano no afectó al que se convirtió en el mejor de sus futbolistas durante la temporada pasada. Diego Mariño demostró durante el mercado que el hecho de no haber conseguido el ascenso no era un factor que fuera a comprometer su futuro en el club rojiblanco. Novias no le faltaron para iniciar la campaña en una categoría superior a la Segunda División.

El club rojiblanco incluso temió hasta el último día de mercado que algún equipo depositara su cláusula de rescisión y terminara sumándose a la marcha de Sergio o Barba. Mariño renovó la pasada campaña con el Sporting hasta 2022, aunque el club no llegó a dar a conocer el importe de su cláusula. El interés que generó este verano llevó a Miguel Torrecilla a estudiar alternativas por si finalmente se producía su marcha. Un plan B que no hizo falta ejecutar.

Mariño cumplió con sus intenciones y así se lo trasladó al directo deportivor del Rayo, David Cobeño, que hizo varias intentonas para tratar de convencerle con una propuesta que mejoraba sus condiciones económicas actuales. El conjunto madrileño acabó firmando a otro portero en el último día de mercado. El elegido, finalmente, fue el meta macedonio Stole Dimitrievski, que llegó a la capital procedente del Nàstic de Tarragona. El Alavés era otro de los clubes que estaban pendientes de Mariño si el interés del Sevilla por Pacheco hubiera prosperado.

La importancia de Mariño en el Sporting quedó demostrada, una vez más, en Riazor. El vigués mantuvo vivos a los rojiblancos hasta el tiempo de descuento, con intervenciones como el penalti que detuvo a Moreno a la media hora de juego. El gallego es uno de los pilares sobre los que se apoya un nuevo proyecto que nació con el objetivo de volver a pelear por el regreso a Primera División. Un retorno en el que la apuesta de Mariño pasa por hacerlo vestido de rojiblanco.