-Este año nos vamos a meter en Europa.

-Mejor preocúpate por no bajar.

Manuel Vega-Arango lo tenía claro. Corría el mes de enero de 1978 y se lo comunicó a un amigo en las horas previas a la visita del Sporting a la Unión Deportiva Las Palmas. La premonición del presidente se cumplió. El Sporting, un recién ascendido, terminó quinto, clasificándose para la UEFA. Mañana se cumplen 40 años del primer partido de la historia del club rojiblanco en competición europea, ante el Torino, y LA NUEVA ESPAÑA reúne a los cuatro miembros que continúan con vida de una junta directiva que estaba compuesta por doce personas. Al "presidente", como ellos siguen llamando a Vega-Arango, le acompañan Roberto Entrialgo, Toni Díaz y Antonio Mortera.

"La clave fue reunir a un gran grupo de jugadores y a un gran entrenador", resume Vega-Arango cuando se le pregunta por el secreto de haber conseguido dar aquel paso que marcó un antes y un después en la más que centenaria historia del Sporting. "Posiblemente nunca se vuelva ver una época deportiva como la vivida durante aquella década", añade Mortera, vocal con Vega-Arango desde 1978 a 1986. Antonio Díaz y Roberto Entrialgo, también vocales, ya le acompañaban desde 1977 y tras completar aquel mandato con Vega-Arango, formaron parte de la junta directiva de Ramón Muñoz durante tres años. "Si El Molinón se llena ahora, cuando se juega ante rivales como el Extremadura, imagínese qué podría pasar si viniera el Torino. De aquella era una primera potencia europea", comenta Entrialgo. "Y no sólo les goleamos, sino que jugamos bien al fútbol", completa Toni Díaz.

Aquel 13 de septiembre de 1978 quedará siempre en el recuerdo. Incluso por detalles sucedidos antes de que echara a rodar el balón. "Le pusimos un coche a la directiva del Torino y les invitamos a comer al Club de Regatas", comenta Vega-Arango. "Hizo un día de sol tremendo y quedaron impresionados con las vistas", añade Toni Díaz, que tampoco olvida cómo fue la previa del encuentro durante el partido de vuelta, en Italia: "La Mafia había secuestrado al nieto del presidente y en la comida de directivas había policías y guardaespaldas por toneladas". A la vuelta había llegado el Sporting con una renta de 3-0 del partido de El Molinón. "En el palco no se podía hacer ninguna manifestación de alegría. Nada de forofos. Nos lo tenía prohibido el presidente. Lo que hacíamos era picarnos por debajo de las piernas", dice Roberto Entrialgo sobre la forma de celebrar los goles de Ferrero y Morán, en dos ocasiones, con los que el Sporting arrolló al Torino en el municipal gijonés. "El ambiente era tremendo. Había una gran simbiosis entre el público y el equipo. Fue un momento apoteósico", sentencia Mortera.

"Para nuestra junta directiva fue un auténtico lujo estar al frente de aquel grupo de jugadores, técnicos y empleados. Creamos una familia", interviene Vega-Arango, especialmente agradecido "con el cariño que continúan demostrando jugadores como Rezza". "Llegó Mesa, se repescó a Uría... Se hizo un gran grupo", dice Entrialgo de un colectivo del que nadie quiere quedarse con un sólo nombre por encima del resto. "Quini era el hombre gol, pero había grandísimos futbolistas. Ciriaco, por ejemplo, estaba en la parte final de su carrera y realizó una campaña extraordinaria", añade Díaz. Ninguno duda de que aquel duelo en casa, ante el Torino, fue "un momento cumbre" en la época dorada del Sporting, pero recuerdan muchos partidos que, a nivel futbolístico, estuvieron "a la altura o por encima". "Hubo un 3-2 en el Bernabéu en el que hicimos un partidazo", señala Entrialgo. "Es difícil quedarse con un sólo encuentro", comparten los cuatro directivos rojiblancos y explican la causa: "Es que aquel Sporting era una máquina de hacer fútbol".