Más de un sportinguista veterano presente en el El Molinón Enrique Castro ‘Quini’ en la tarde noche de este domingo, fue incapaz de contener la emoción al asistir durante los prolegómenos del partido al homenaje que se le rindió a un nutrido grupo de aquellos jugadores que hace 40 años, formaron parte de aquel Real Sporting (sin SAD a la vista todavía) que fue capaz de doblegar a todo un Torino por 3-0, en la ida de los treintaidosavos de final de la por aquella entonces Copa de la UEFA.

Tiempos dorados que por desgracia resulta complicado esperar que vuelvan a repetirse a medio plazo y que en el caso del Sporting hacen más cierto que nunca aquello de que todo tiempo pasado fue mejor.

Las declaraciones que Don Enzo Ferrero había realizado durante la semana, comparando el nivel de aquel Sporting con la plantilla de jugadores y cuerpo técnico ahora presentes en la entidad rojiblanca, todavía coleaban en el ambiente. Las comparaciones son siempre odiosas y puede que las palabras pronunciadas por el irrepetible extremo argentino fuesen duras para con unos profesionales que no dejan de intentar hacer su trabajo lo mejor posible, pero no por ello dejan de ser menos ciertas en la mayoría de los casos. El foco de las críticas sin embargo iba dirigido a quienes todos saben.

Con esa sensación de nostalgia dio comienzo el partido que enfrentaba al Sporting del ‘Pipo’ Baraja ante el Numancia, equipo al que se venía de eliminar a domicilio en la Copa. Se sabía no obstante que el partido nada tendría que ver con el de la competición del KO.

El entrenador vallisoletano realizó alguna variación en el once que venía utilizando en Liga, alguna de ellas obligada como la de Salvador por Cofie sancionado. El centrocampista zamorano, ex del filial, fue sin duda el mejor del partido. Aunque era sabido por todos los que siguieron la pretemporada, es una muy buena noticia confirmar que el canterano, al igual que Nacho Méndez, pueden ser piezas importantes de este proyecto.

No tardó en adelantarse el conjunto rojiblanco cuando no se había cumplido siquiera el primer cuarto de hora, merced a un saque de esquina botado por Carmona, quizás tratando de emular a aquel que lograra precisamente Ferrero ante el Torino y que acabara con el balón en la red de forma directa. En esta ocasión fue Babin quien peinó en el primero palo para conseguir que la pelota se alojara dulcemente en el palo contrario.

Pudo el Sporting lograr el segundo casi por inercia ante un Numancia que apenas se dejaba ver por el área local. El árbitro, a la postre protagonista decisivo del choque, comenzó a desesperar a la parroquia rojiblanca con algunas señalizaciones cuando menos dudosas en favor de los visitantes.

La jugada clave se produjo en las postrimerías del primer tiempo cuando el conjunto soriano logró el empate, merced a una posición claramente de fuera de juego. Pero con en Segunda todavía no existe VAR, el gol subió al marcador y el encuentro se fue así al descanso con empate y con la impresión de que habría que volver a empezar de cero.

En la segunda parte el Sporting fue de más a menos conforme pasaban los minutos. Las ocasiones no acababan de llegar y el dominio del balón era más bien alterno, comenzando en las gradas a respirarse la intranquilidad de un resultado incierto. Algunos incluso se temían lo peor.

Movió ficha Baraja dando entrada al héroe de la Copa, Pelayo Morilla; pero para entonces el partido estaba ya demasiado atascado. Tampoco las entradas de Alvaro Jiménez y Neftali sirvieron para variar lo que ya olía a empate mucho antes de que llegase a la conclusión del partido.

Los aficionados vieron de este modo como los minutos seguían pasando sin que por ejemplo el fichaje más caro de la historia del club, pudiese librarse de esa ansiedad que parece atenazarle en cada jugada y que de momento le ha impedido estrenarse como goleador con la camiseta sportinguista. Pero es complicado para un delantero centro reivindicarse cuando apenas te llegan balones. Claro que también es verdad que los hay que son capaces de sacar petróleo de una calabaza al cielo. Por eso valen lo que valen.

Con este empate ante el Numancia y tras cinco jornadas, el Sporting ocupa la séptima posición con 8 puntos, a sólo 3 del segundo clasificado, pero ya a 7 del líder Málaga, quien a las órdenes de Muñiz y con su pleno de victorias, parece lanzado a repetir la portentosa temporada del Levante de hace dos temporadas.

Sigue siendo muy pronto para que salten las alarmas con tanta competición aún por delante. Pero es evidente que el sportinguismo aguarda ya con cierto recelo el próximo partido en Pamplona. Nadie quisiera oír mencionar la palabra crisis en la sexta jornada. Y lo que se espera por encima de todo es un equipo con mucha mayor ambición que el que se vio en el último partido a domicilio en Riazor. Y es que con independencia de la diferencia de calidad, bastaría con la cuarta parte de la sed de victoria que derrochaban los Ferrero, Quini y compañía. Y eso se comienza a transmitir desde el banquillo. Pero lo dicho: las comparaciones son odiosas.

Post Scriptum: no fue la de este domingo ni de lejos la mejor de las entradas en el Molinón Enrique Castro ‘Quini’. Los horarios siguen haciendo de las suyas, pero lamentablemente esta sí que parece una batalla que muchos dan ya por perdida.