Un Sporting con numerosos cambios en el once con respecto al que podría considerarse el habitual, logró superar la eliminatoria ante un Rayo Majadahonda que a pesar de presentar también un equipo con los supuestos reservas, puso a los jugadores de Baraja contra las cuerdas. A punto estuvo así de arruinar la fiesta que los numerosos aficionados sportinguistas presentes de nuevo en el Wanda, habían comenzado a festejar desde que el Sporting se adelantase mediada la primera parte.

Mereció mucho más en esos primeros cuarenta y cinco minutos el Sporting, donde dispuso de hasta cinco o seis ocasiones para haberse ido al descanso con un marcador más favorable que el mínimo 1-0 con el que finalmente ambos equipos se retiraron al vestuario. El gol, obra de Neftali, sirvió para que por fin, en lo que va de temporada, un delantero rojiblanco viese puerta.

El jugador suizo de origen angoleño, fue sin duda uno de los más destacados, siendo durante todo el partido un auténtico incordio para la defensa rival. Con él en la punta, Pablo Pérez encontró al compañero perfecto con el que asociarse. En el día en el que el canterano portó el brazalete de capitán, despachó su mejor partido con la elástica rojiblanca.

De los debutantes, mención especial para Noblejas, quien volvía a los terrenos de juego tras una larga lesión. No desentonó lo más mínimo, lo mismo que Cerro, el otro debutante.

Fue una primera parte que para nada hacía presagiar lo que se vería después. Y es que el Sporting del segundo tiempo volvió a ser ese equipo conservador y temeroso, que se encierra atrás sin más recursos ofensivos que la búsqueda de una contra. Y cediendo por completo la posesión del balón del rival.

Los numerosos saques de esquina concedidos fueron la prueba de un equipo que se limitaba a achicar balones, casi a la desesperada. Por fortuna el Rayo tampoco es que sacase excesivo provecho de ello. Sin embargo mientras su entrenador movía ficha con los cambios, Baraja optó por dejar pasar el tiempo, confiando en que los suyos fuesen capases de seguir capeando el temporal hasta el final. Aunque era más que evidente que en algunos jugadores comenzaban a pesar las piernas.

Cierto que pudo precisamente uno de los cambios introducidos por Baraja, Pedro Díaz, sentenciar el partido si su disparo tras una soberana asistencia de Pablo Pérez, no se hubiese encontrado con el larguero. Pero fue prácticamente de lo poco que ofreció el Sporting en toda la segunda parte.

Y cuando parecía que con todo, el equipo sería capaz de mantener su portería a cero, llegó el gol del empate en la última jugada. Mazazo para todos los sportinguistas y que hacía además temerse lo peor en la consiguiente prórroga a la que condenaba el tanto de los madrileños.

Bajo una lluvia cada vez más persistente se disputaron los treinta minutos adicionales, sin que ninguno de los equipos fuese capaz de mover el marcador. El Rayo parecía mucho más fresco, pero no se fiaba de un Sporting a la contra, con jugadores peligrosos como Pelayo Morilla, Isma Cerro o el antes citado Pedro Díaz, con las piernas más ´frescas´ que el resto.

Se llegó así a una tanda de penaltis donde el sportinguismo lo fiaba todo a Dani Martín. Y el jugador de Mareo nuevamente no defraudó. Más de un aficionado antes de iniciarse el lanzamiento de los penaltis estaba convencido de que a poco que los sportinguistas atinaran con los suyos, Dani se encargaría del resto.

Fue una tanda que comenzó con el error de Pedro Díaz y que sin embargo Neftali tuvo la oportunidad de cerrar sin necesidad de llegar al sexto lanzamiento. Ahí a quien no le tembló la pierna fue a Nacho Méndez, de igual forma que antes no le había temblado a Morilla. Después de la transformación de Nacho, al jugador del Rayo Schiappacasse se le hizo inmensa la figura de Dani Martín y lanzó fuera.

Cierto que lo único que debería importar es la Liga. Cierto que la segunda parte (y parte de la prórroga) fue para olvidar. Pero nadie le puede hacer ascos al hecho de haber superado la eliminatoria y presentarse así en los treintaidosavos de final. Y con un equipo en el que los canteranos volvieron a tomar el protagonismo que algunos les niegan.

Será el Eibar el equipo que visite El Molinón Enrique Castro ´Quini´ el próximo 31 de octubre (para la vuelta habrá que esperar al 5 de diciembre). Un rival complicado y que probablemente no resulte atractivo a ojos del aficionado rojiblanco, que ya puestos, hubiese probablemente elegido a otro. Pero es un equipo al que se le puede ganar. ¿A quién le amargaría ese dulce que sería jugar después de tantos años unos dieciseisavos de final?

Sí: centrémonos en la Liga pero no renunciemos a revivir otros laureles.

Post Scriptum: la decisión que desde el club se tomó de bloquear a determinados usuarios en sus redes sociales, no ha podido ser más inoportuna por el momento escogido. No estaría demás una explicación al respecto.