Los clásicos dicen que cuando el portero es el mejor, algo no va bien. Diego Mariño frenó a un Carranza entregado al Cádiz con dos soberbias manos que no ocultaron la mejoría, tímida, de un serio Sporting al que su inconstante fútbol le sigue privando de victorias a domicilio. Los rojiblancos, a los que se les anuló un gol legal de Djurdjevic en la misma jugada en la que se quedó un penalti sin pitar, volvieron a mostrar dos caras en cada parte con el matiz de terminar en alto gracias a Neftali. El suizo hizo estirarse al equipo en el último cuarto de hora para disponer de dos ocasiones y acariciar un triunfo que sigue sin llegar a domicilio.

Rubén Baraja culmina su semana más delicada en el Sporting con clasificación copera y un punto en el Carranza. Fríamente, no es mal botín. La respuesta de sus futbolistas, desde los menos habituales hasta los intocables, añade argumentos para mantener crédito en busca de una mejoría. Los rojiblancos, sin embargo, siguen sin desprenderse de la falta de fútbol en el centro del campo ni del desacierto cara a gol. El anulado a Djurdjevic también jugó en contra de poder ver un partido diferente en un plaza que apretó hasta el final sin matar a un Sporting que dio la cara, ante el Cádiz y ante su entrenador.

El atrevimiento venció a la urgencia de obtener un resultado positivo cuando el balón echó a rodar. En las dos áreas. En tres minutos Carmona ya probó a Cifuentes. Le siguió otro disparo de Álvaro Jiménez que el meta despejó con apuros. El Cádiz contestó de la misma manera que había avisado Baraja en la previa: a balón parado. Mariño recuperó el aura salvadora para desviar un cabezazo de Garrido, incomprensiblemente solo en el corazón del área, que se iba para adentro.

Sousa acarició el gol en un zurdazo atajado por Cifuentes

Los saques de esquina acapararon la mayor sensación de peligro rival en la primera parte. La imagen del corajudo Álex Pérez dejándose un taco de su bota en el verde, entre agarrón y agarrón, fue el resumen del achique rojiblanco. La tempranera lesión del central Kecojevic fue un alivio. Cofie se encargó de la marca de Garrido en la primera parte. Babin le relevó tras el descanso. Los escasos pasillos para avanzar no desesperaron a un serio Sporting. Entre el poco acierto de Sousa y el sentido práctico de Cofie emergió Carmona, afilando el ataque descubriendo huecos donde había rivales. Una de esas acciones provocó el gol que debió subir al marcador al filo de la media hora.

Djurdjevic se quedó sin poder celebrar su primer tanto, tras remachar en área pequeña un balón peinado por Lod, más combativo que otras veces, al señalar Soto Grado un fuera de juego inexistente. Para quien diga que los árbitros favorecen al Sporting, que se apunte además la mano de Róber Correa, en la misma acción, que se quedó sin castigo.

El Cádiz tiene mucho del Álvaro Cervera futbolista, hábil y veloz extremo. El protagonismo de los jugadores de banda en el juego gaditano es una constante, más allá del castigo del técnico a Salvi o la marcha de Álvaro García al Rayo. Las rápidas entradas de Jairo y a las diagonales y el fino golpeo de Aketxe exigieron a un ordenado Sporting y subrayaron el buen partido de Molinero.

El paso por vestuarios hizo perder velocidad al partido. Lo acusó más, de inicio, un Sporting acostumbrado a encogerse tras el descanso. No tardó en evidenciarlo el Cádiz, con una nueva ocasión manifiesta de gol que encumbró a Mariño. El vigués demostró, una vez más, que es el mejor guardameta de la categoría al hacer pequeña la portería ganándole terreno a un Jairo con todo a su favor para marcar tras un error en cadena defensivo provocado por el revoltoso Manu Vallejo.

El Sporting respiró y Baraja movió el banquillo antes de lo habitual. Los cambios, que terminaron convertidos en un premio a los mejores del pase en Copa del Rey, empezaron por Neftali. La entrada del suizo por Djurdjevic terminó siendo clave para tomar aire en una segunda parte con más insistencia local en medio del cortocircuitado fútbol del centro del campo rojiblanco. La capacidad de desmarque de Neftali permitió ganar metros, por momentos, y enfriar un ambiente impropio de lo que se podía esperar para un conjunto que no gana en Liga desde la primera jornada. La afición cadista apretó en el último cuarto de hora como nunca antes en el partido.

Fue ahí, en la fase final, cuando se llegó a un punto en el que pudo pasar de todo. El menudo Manu Vallejo, recurso llegado desde el filial y cuyo protagonismo dejó sin minutos al exrojiblanco Lekic, siguió enredando y estuvo cerca de aprovechar un mal despeje de Álex Pérez, que dejó el balón muerto en el área. La aparición del marginado Salvi envalentonó, aún más, a la grada mientras Baraja daba entrada a Pablo Pérez por Álvaro Jiménez para tratar de arañar balones en tres cuartos. Parecía desinflarse el Sporting, como tantas otras veces, hasta que Neftali, a través de ese fútbol fajador al que invita su musculada figura, rescató dos oportunidades más. Sousa tuvo el gol de la victoria en un balón muerto en la frontal que engatilló para lucimiento de una gran mano de Cifuentes. La siguiente, en el descuento, llegó con un centro del suizo al segundo palo que ni Pablo Pérez ni Sousa acertaron a empujar para romper con los seis meses de sequía a domicilio.