Transcurridas ya diez jornadas del campeonato y habiendo disputado cinco partidos lejos de la rivera del río Piles, el Sporting de Baraja sigue sin saber lo que es lograr una victoria a domicilio. Dos puntos de quince posibles es un pobrísimo bagaje para un equipo que se había confeccionado supuestamente para aspirar a grandes objetivos.

En total son trece puntos los que lleva el Sporting de los treinta que ha habido en juego. Números que no invitan al optimismo a cualquier aficionado sportinguista, que los extrapole a los guarismos que podrían alcanzarse a final de temporada de seguir con esta tendencia matemática.

Claro que para los que nunca dejan de ver la botella medio llena (aunque cada vez son menos), está el consuelo de atisbar los puestos de playoff a sólo dos puntos. Números, números… dichosos números.

El Sporting disputó en el Carranza un partido que podríamos definir como correcto, sin más. Dispuso de sus ocasiones (no muchas, pero al menos las tuvo, no como en anteriores desplazamiento) e incluso vio cómo se le anulaba un gol a todas luces legal a Djurdjevic. Lo del serbio sigue siendo un querer y no poder.

Por su parte el Cádiz, también dispuso de las suyas, topándose en todas ellas con un magistral Mariño, de largo el mejor de los rojiblancos. Es la portería la posición con la que Baraja puede dormir más tranquilo, con Dani Martín en la recámara por si fuera necesario. Lástima que en otras demarcaciones esta plantilla demuestre partido tras partido preocupantes carencias.

Tras el pase a la siguiente ronda de Copa, Baraja optó a volver a lo que podríamos definir como su once tipo. Y con él volvieron los habituales problemas de elaboración de juego en la medular, así como de mayor mordiente en ataque.

Sólo con los cambios introducidos en la segunda parte, el equipo pareció crecer en ambición. Las entradas de Neftalí, Pablo Pérez y Traver dieron ese plus de agresividad arriba del que durante el resto del partido el equipo careció, salvo en acciones puntuales.

Ese voleón de Sousa (demasiado intermitente para lo que necesita de él este equipo) pudo haber cambiado el destino del resultado de un partido, que durante largas fases del mismo, dio la sensación de contentar a ambos contendientes.

En la rueda de prensa posterior al encuentro, Baraja se mostró satisfecho con haber conseguido al menos romper la racha de derrotas fuera de Gijón. Muy probablemente la percepción de la afición era otra muy distinta.

Nadie puede negar que el entrenador vallisoletano ha logrado salvar su primer ‘match ball’ particular, tras el empate logrado en el último suspiro ante el Reus, la eliminatoria de Copa superada en los penaltis y ahora este empate en Cádiz. Una plaza teóricamente complicada, pero que a tenor de lo ofrecido por los amarillos, no lo era tanto. Quizás de ahí su moderado optimismo.

Llega ahora la visita del Córdoba de Sandoval. Un equipo que el año pasado ya le pintó la cara a los de Baraja, dejándoles a la postre muy tocados en sus aspiraciones de ascenso. Pero un conjunto el andaluz, que siendo penúltimo en la tabla, cuenta además todos sus partidos fuera de casa por derrotas. Poco más se puede añadir.

La afición sportinguista sigue queriendo aferrarse al sueño de que este equipo es capaz de ofrecer mucho más de lo visto hasta ahora. Pero al tiempo se muestra cada vez más crítica con la gestión de quienes han transformado el que fuera otrora gran club de cantera en un club menor de jugadores foráneos.

Es por ello que cuando apenas se ha alcanzado el primer cuarto de la competición, muchos se preguntan si para este viaje hacían falta tantas alforjas. Que nadie se extrañe si llegado el mercado invernal al que ya se mira, el equipo buscase desprenderse de alguna.

Post Scriptum: no dejaría de tener su morbo la posible vuelta al palco del que fuese durante años Gerente del Real Sporting SAD y ahora Director General del Córdoba. ¿Dependerá de ello la presencia en el mismo de algunos miembros del Consejo?