En su corta trayectoria como futbolista ha comprobado la cara amarga del fútbol. En su camino se han cruzado ya una lesión en el pubis, que le mantuvo un año en el dique seco en su etapa como juvenil, una rotura parcial del ligamento cruzado, que le apartó de los terrenos de juego durante tres meses cuando irrumpía con fuerza en el Sporting B, y, ahora, a sus 20 años, Mateo Arellano lucha para recuperarse de una lesión en la espalda, una protusión discal, que le ha martirizado durante los últimos siete meses y de la que fue operado el 4 de octubre en Majadahonda a cargo del doctor García Delgado. Sin plazos fijos de recuperación, a expensas de las sensaciones que le transmita su cuerpo, el avilesino sólo piensa en volver a calzarse las botas.

La palabra rendición no aparece en su diccionario particular y, a pesar de que reconoce que "hay días que uno está más de bajón", no tira la toalla y ya intuye la luz al final del túnel. "Hago lo que me gusta. Las lesiones son obstáculos que hay que ir superando, obviamente nadie quiere esto, pero son experiencias. Incluso de lo malo hay que sacar cosas positivas", detalla tras finalizar una de sus sesiones de rehabilitación a las que se está viendo sometido. No puede vestirse de corto, ni entrenar con el resto de sus compañeros, ni siquiera le aconsejan estar mucho tiempo sentado para comer o conducir. Su día a día es una continua lucha por volver a ser el mediocentro que tanta ilusión levantó a su alrededor, y que llamó la atención de los seleccionadores sub-18 y sub-19 al ser citado en varias ocasiones.

"Tengo unas ganas tremendas de jugar y de volver a entrar en la rutina de todos los días", afirma desde la barrera. Sabe, desgraciadamente, lo que es estar parado, sin poder disfrutar de su pasión, porque las lesiones le han golpeado con dureza. Ha visto la cara más oscura, pero asegura que "me ha fortalecido mentalmente, he madurado mucho". La fortaleza que demostraba cuando saltaba al terreno de juego, debutando con el filial gijonés con 17 años el 3 de enero de 2016 frente al Guijuelo, la muestra ahora para jugar su partido más difícil. "Llevo mucho tiempo sin jugar, es una parte difícil de este mundillo, me ha tocado a mí y tengo que llevarlo de la mejor forma posible", comenta.

No teme, ni mucho menos, volver a sentirse futbolista. Le apasiona la idea. La cruda experiencia vivida le ha hecho conocerse y saber que "cuando vuelvo a jugar es como si no hubiese pasado por ninguna lesión, no tengo miedo, solo me preocupa poder jugar sin dolor". Mateo Arellano ha disputado solo cinco partidos desde que cayese lesionado el 29 de octubre ante el Burgos, cuando fue sustituido en el minuto 80.

Desde entonces, participó en cinco encuentros, teniendo su última participación el 31 de marzo de 2018 frente al Lealtad. Desde entonces, su calvario no ha cesado, pero su visión sobre el fútbol no ha variado y asegura que "mi objetivo es recuperar mi mejor versión". Mateo Arellano quiere disfrutar del fútbol, desde dentro, donde siempre ha respondido siendo una de las promesas rojiblancas con mayor proyección.