Como sucediese ante el Reus, el Sporting volvió a evitar en la última acción del partido, la que hubiese supuesto la primera derrota de la temporada en El Molinón Enrique Castro ‘Quini’. Un empate final que puede calificarse como justo, a tenor de lo ofrecido por ambos equipos en un encuentro que durante largas fases del mismo, resultó de lo más aburrido para los más de 18 mil espectadores que asistieron al mismo.

Y como ya expresara ante los catalanes y por si a alguien todavía no le hubiese quedado suficientemente claro, la afición sportinguista ha vuelto una jornada más a mostrar su descontento mayúsculo con todo lo que rodea a este equipo y a este proyecto. Los coros en favor del entrenador del filial y contra la Directiva, volvieron a sentirse con meridiana claridad. Incluso una vez finalizado el partido y con el punto salvado in extremis.

Había por otra parte cierta curiosidad por conocer la respuesta que habría entre los seguidores rojiblancos, con respecto a la iniciativa promovida por redes sociales para entrar al estadio cuando se cumpliese el minuto 5, en señal de protesta hacia el palco. Y la realidad es que el seguimiento fue bastante escaso. Mucho mayor fue sin embargo el del otro momento señalado: el del minuto 26 (en “honor” a los años transcurridos desde que el Real Sporting añadió a su nombre el apellido de SAD), cuando miles de personas encendieron la linterna de su móvil. Y es que hasta para cuando se trata de protestar, la tecnología manda sobre cualquier tipo de romanticismo.

En una tarde lluviosa a más no poder, viene que ni pintado aquello de que llueve sobre mojado, para referirnos a este ‘déjà vu’ permanente en el que parece sumido este Sporting de Baraja, incapaz de transmitir una mínima idea o estilo de juego, y dejándolo todo a merced de la inspiración individual de alguno de sus jugadores. Fue Carmona en esta ocasión, quien con sus dos tantos, regaló a Baraja otra ‘bola extra’ para poder llegar al menos al derbi. Aunque hay motivos para dudar que aun perdiendo ante el Málaga, se hubiese producido un cambio al frente del banquillo sportinguista. Había además la excusa del enésimo arbitraje desquiciante llegado el caso.

Tras la revolución que ya había presentado en el once titular Baraja en Almería, el entrenador vallisoletano quiso darle aún una vuelta más de tuerca, relegando a la suplencia a uno de los fichajes estrellas del verano, el finés Lod. Se añadió además la presencia de Noblejas en el lateral izquierdo, de manera que el equipo se asemejó todavía más si cabe a aquel supuestamente conformado por suplentes y que tan buen resultado ofreciese en Copa. Pero ni con esas logró Baraja revertir una situación que a cada jornada que pasa se antoja más comprometida.

Las sensaciones con las que se afrontará el próximo partido ante el eterno rival, como es lógico no pueden ser nada halagüeñas. Ni siquiera viendo cómo les va a los azules. Y es que una de la especialidades de este Sporting es la de dar vida a equipos que deambulan por la competición necesitados de oxígeno en forma de puntos. Viendo la trayectoria de ambos equipos, suena casi a burla el que la propia televisión de pago nos quiera vender como un ‘partidazo’ el encuentro del próximo sábado. Nadie niega la trascendencia que todo derbi tiene; y que quién sabe si pudiera servir como punto de inflexión para el equipo de Baraja, el lograr su primera victoria fuera de Gijón precisamente en el Carlos Tartiere. Soñar es gratis, pero con el actual entrenador ciertos sueños parecen prohibidos.

Post Scriptum: el notable enfado entre los periodistas malacitanos desplazados a Gijón para dar cobertura al partido, por el resultado final del mismo, y a pesar de todas las bajas con las que acudía el equipo entrenado por el gijonés y ex rojiblanco Muñiz, da idea del nivel de exigencia con el que deben lidiar en este caso los jugadores andaluces. No vayan a pensar los nuestros que son los únicos en tener que soportar la presión de su público.