El Sporting cayó por la mínima ante el Oviedo (2-1) en un partido que no pasará ni mucho menos a los anales de la historia por el espectáculo ofrecido por ambos equipos.

Apenas había un transcurrido un cuarto de hora cuando los carbayones gozaban ya de un marcador claramente favorable, merced a dos goles logrados en sendos imperdonables despistes defensivos de la zaga sportinguista. Con todo a favor así para los azules, se mascaba una hecatombe rojiblanca en toda regla.

No fue así sin embargo porque el equipo que dirige Anquela tampoco da para mucho más. Con un panorama que ni el más optimista seguidor oviedista hubiese imaginado, los locales se dedicaron como es lógico a partir de entonces a contemporizar; a la espera de rematar el partido en una contra o en otra jugada a balón parado.

Pero empecemos por el principio. Entre lesionados, ausentes por compromisos internacionales, pero principalmente por decisión técnica, nada menos que seis jugadores de los fichajes del actual director deportivo se quedaron fuera de la convocatoria. A saber: Blackman, Lod, Noblejas, Alvaro Jiménez, Sousa y Peybernes. Mientras que otros tres vieron el partido de inicio desde el banquillo: Cofie, Geraldes y Djurdjevic. De éste último, no por no sabido y repetido hasta la saciedad, huelga incidir en el coste que supuso su llegada al Sporting. ¿A quién hay que por tanto pedir en primer lugar cuentas?

Porque casi con toda seguridad a Baraja, después de esta derrota en el derbi, se le ha agotado el poco crédito de que disponía a ojos del aficionado sportinguista. Pero puestos a exigir responsabilidades, es necesario mirar más arriba. No se entendería que aquel que ha demostrado su incapacidad para diseñar un proyecto exitoso en las dos últimas temporadas, aun disponiendo para ello de liquidez más que suficiente, fuese el encargado de designar al nuevo capitán de la nave rojiblanca.

A partir de ahí, poco se puede decir del partido. Un Sporting que una vez más fuera de casa demostró la misma indolencia ofrecida en prácticamente todas las salidas de la temporada. Como se suele decir, se juega como se entrena. Y que el último entrenamiento del equipo, con más de 24 horas por delante antes del partido, apenas superase los 50 minutos de duración, dice bien poco de la intensidad con la que se encaraba un choque tan especial como este para cualquier sportinguista de cuna.

Y es que el Sporting de Baraja volvió a dar la sensación de equipo mal trabajado a nivel táctico y de estrategia. No hay más que remitirse a todas las faltas y saques de esquina botados, sin apenas peligro para la portería rival. Un equipo además que sigue adoleciendo de un director de orquesta, capaz de imponer con su batuta un patrón de juego y unas señas de identidad que parecen haberse perdido entre tanto fichaje. Duele así ver como por ejemplo se relega casi al ostracismo a un jugador con las características de Nacho Méndez.

Porque en partidos como el de este sábado, que nadie ponga en duda que cualquier guaje que haya 'mamado' el sportinguismo desde sus primeros pasos, habría puesto mucho más coraje e intensidad que el ofrecido hoy por muchos de los que se enfundaron la camiseta rojiblanca. Y sí, es cierto: tampoco fue el partido de Pablo Pérez. Pero al menos al canterano no se lo podrá acusar de desidia en ninguno de los balones en los que entró en disputa.

Y es que al final la victoria, aparte de por su acierto en las pocas ocasiones de que dispuso, se decantó en favor del equipo que supo ser más intenso. Sólo el gol de Carmona (máximo goleador de este Sporting donde los delanteros no marcan), con más de veinte minutos por delante para la finalización del encuentro, hizo que el conjunto sportinguista diese un paso adelante, a la par que los azules, lo hiciesen hacia atrás. Lo habitual en estos casos. Pero no todas las veces puede repetirse lo de Alcorcón, Reus o Málaga.

Habrá quien después de esta derrota, se aferre a lo que ocurriese la temporada pasada tras caer por el mismo resultado en el Tartiere. Claro que entonces en aquel equipo había un tal Jony y un delantero centro como Santos. ¡Y ojo!: que ni aun así alcanzó para cumplir el único objetivo marcado al inicio de la temporada.

Post Scriptum: soñar sigue siendo gratis. Pero ya se sabe quiénes son los que viven de ilusiones. E incluso para ellos, el crédito del que gozaban algunos se ha agotado con la penosa derrota en Oviedo. Así que quien tenga que mover ficha que lo haga ya mismo y que no espere a mañana. Y dos fichas a poder ser.