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Pablo, de Mareo al mundo

El ex preparador físico del Sporting ficha por el Suphanburi tailandés tras destaparse como analista en la selección de El Salvador

Pablo, de Mareo al mundo

Han pasado muchas cosas desde que Pablo Muñiz García (Candás, 6-3-1977) abandonara el Sporting en 2013. Se fue un preparador físico, la última víctima del frustado proyecto con Manuel Sánchez Murias como entrenador rojiblanco, sin saber que era el primer paso para convertirse en analista, rol desde el que desgrana el juego ayudándose de vídeos y con el que ha dado la vuelta al mundo. Primero, en la selección de El Salvador, más tarde, en el Bangkok Glass de Tailandia, país en el que inicia una segunda etapa, tras fichar por el Suphanburi. "Disputar la Copa de Oro, una clasificación para un Mundial o un preolímpico ha sido una experiencia impresionante. Me siento respetado y valorado. Estoy disfrutando mucho", afirma.

La destitución de Manolo Sánchez Murias le dejó en tierra de nadie. Pablo Muñiz siguió en el club, en teoría, para completar el equipo de trabajo del nuevo inquilino en el banquillo, José Ramón Sandoval, pero la realidad es que fue relegado a trabajar con la cantera. Acabó la campaña y se extinguió su vinculación. Fin a once años en el club gijonés. "Estuve 20 meses sin trabajo y decidí ampliar mi formación. La Universidad de Granada impartía un curso para analistas. En mi etapa en el filial, con Abelardo y Manolo, participaba y hacía los informes de los rivales, además de encargarme de la preparación física. Todo eso me sirvió para que mis trabajos en ese curso me llevaran a recibir ofertas", explica.

El candasín rechazó la propuesta del exrojiblanco Javier Vidales para llevárselo a Venezuela y el siguiente en llamarle fue Albert Roca, miembro del cuerpo técnico de Frank Rijkaard en el Barcelona. "Iba a iniciar un proyecto como seleccionador de El Salvador. Acepté y conseguimos unos resultados fantásticos", detalla. No olvida "el duelo ante Argentina en Washington" o "el mérito de plantar cara a la Chile de Sampaoli, ante la que perdimos 1-0". La selección salvadoreña "formada por jugadores tan pequeñitos como yo", descubrió que las jugadas de estregia pueden ser un gran aliado. "El 33% de los goles fueron a balón parado. Eso dice mucho de la evolución de los jugadores en lo que buscábamos", recalca.

El siguiente paso fue aceptar una oferta para trabajar en Tailandia, solamente, como analista. "Allí es otra historia. Paran el autocar del equipo para ir a rezar a Buda. Al final de partido, cada equipo saluda a la afición rival y al banquillo contrario. Es bonito. Es una sociedad más educada que la nuestra", detalla además de reivindicar el talento de sus futbolistas. "Hay nivel y un caldo de cultivo muy bueno para formar jugadores", asegura.

"En Taliandia me preguntan si soy del Barcelona o del Madrid y les respondo como la canción, del Sporting a morir", comenta, entre risas. "No he vuelto a El Molinón ni a Mareo desde que me fui. No quiero dar la oportunidad a que se piense que vuelvo para cazar", advierte para evitar miradas suspicaces. "Ahora sueño con trabajar en otras ligas, como en Japón o Estados Unidos, pero me gustaría volver a casa. El Sporting es mi casa, es donde me crié y me eduqué", afirma no sin antes recalcar la esperanza de que la etapa de José Alberto sea mejor que la de otro entrenador de la cantera, como lo fue Manolo Sánchez Murias. "José se merece esta oportunidad. En casa tenemos gente con muchas 'skills' (cualidades)", concluye.

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