Hace un mes el Sporting y el sportinguismo transmitían una imagen similar a la de esas ciudades europeas arrasadas por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial: olían a muerto. Los rojiblancos llegaron como corderos al matadero el día del derbi ante el Oviedo en el Tartiere. Ocurrió lo que se esperaba: derrota, y con una imagen penosa tras una patética primera parte que pudo acabar con una goleada de escándalo a favor de los Anquela. Fue el final de la agonía de Baraja. Cuatro partidos de Liga después: diez puntos de doce posibles. La apuesta por José Alberto, el entrenador "fichado" por la grada, ha cambiado la imagen del equipo radicalmente, recuperando el favor de la Mareona. Los puestos de play-off están más cerca que nunca y alcanzarlos ya no parece el delirio de un loco, como así sucedía con la gerencia anterior. Pero la misión no será fácil, como bien se pudo comprobar ayer. Los de JA tuvieron que sufrir bastante para sumar los tres puntos ante un Mallorca que rozó el empate en unos últimos minutos de angina de pecho. Contra el Sporting puede jugar, y mucho, el déficit de puntos que arrastra, ya que las rachas -ni las buenas, ni las malas- son eternas y los de arriba no están fallando mucho. Pero, de momento, la cosa marcha y empieza a recordar lo ocurrido hace un año con el cambio de Herrera por el Pipo. Curiosamente, la espectacular racha que enlazó Baraja y que permitió a los rojiblancos jugar el play-off de ascenso llegó tras morder el polvo en el Tartiere. No hay nada como perder un derbi para recuperar el pulso y volver a mirar hacia arriba y por el retrovisor.
