Tres días después de un nuevo chasco liguero, y de los gordos, el Sporting se corrió una buena juerga en la Copa. Sin la presión de los puntos, quizá con la sensación de que no hay nada que perder, los jugadores de José Alberto se soltaron para demostrar que saben de qué va esto. No importó que la mayoría de ellos se sepan suplentes, o al menos que no están entre los preferidos por el nuevo técnico. Tras unas dudas iniciales, no sólo plantaron cara al Valencia, sino que en muchos momentos se lo creyeron y fueron superiores. Curiosamente, en una noche que devolvió a El Molinón el aroma a Primera, pese a unas gradas desangeladas, se le atravesó la tecnología que alumbra a la Liga de las Estrellas. Sin el VAR, estrenado ayer, posiblemente no hubiese subido al marcador el 1-1, que amargó el final de un primer tiempo festivo, en el que el Sporting se reconcilió con su ayer menguada afición.

Lo de ayer en El Molinón hay que ponerlo entre paréntesis por varias razones. Ya se sabe que la Copa da lugar a sorpresas, a que equipos pequeños se crezcan y a que los teóricamente superiores sufran ante la perspectiva de un tropiezo vergonzoso. Además, si hay un equipo de Primera que ahora mismo sufra dudas existenciales es el Valencia, ni la sombra del que la pasada temporada se coló entre los mejores con todos los honores. Ayer faltaban algunos de sus mejores jugadores, pero el problema va más allá de los nombres. Algo se ha roto en la estructura de aquel equipo rocoso, capaz de pintarle la cara a los más grandes. Marcelino da vueltas y vueltas buscando la solución, pero de momento parece lejana. De todo eso se aprovechó el Sporting, que jugó con una frescura y una convicción como no se había visto en toda la temporada. Y demostró que algunos jugadores, sin la presión de la Liga, pueden dar mucho de sí.

Mientras que José Alberto le dio la vuelta al calcetín y sólo dio pista a un titular habitual, Babin, Marcelino García dio pistas del momento que vive en Valencia, ya que en su once inicial aparecían indiscutibles como Parejo, Carlos Soler, Gayá, Wass y un joven como Diakhaby, que se está abriendo hueco. La apuesta por Cofie, el ancla en el 4-1-4-1 rojiblanco, estuvo a punto de hundir al Sporting desde el minuto uno de la eliminatoria. Porque el "5" cedió un balón a Dani Martín sin darse cuenta que por allí andaba Batshuayi. Fue una buena ocasión para comprobar por donde vienen esta temporada los principales males valencianistas. El internacional belga se entretuvo y, entre su ineficacia y el acoso de Babin, mandó el balón fuera.