Una conversación con Marcelino es una inyección de optimismo. Contagia. Es una de las habilidades del de Careñes y una de las herramientas que le hacen creer en la reacción del Valencia. Siente que su mensaje cala en un vestuario que ha evidenciado la sintonía con su entrenador. Se pudo ver en una de las imágenes del último partido en Mestalla, ante el Valladolid, el mismo que ha vuelto a poner en la picota su futuro tras saldarse con empate. Parejo marcó y su celebración fue ir al banquillo a abrazarse con Marcelino. Ése es el gran aval, junto a su trabajo y a la confianza de Mateu Alemany, director general del conjunto che. Tres pilares. Fala el cuarto, el gol.

"Hemos marcado 17 goles de 263 finalizaciones". El dato lo da Marcelino y pone en relieve el que ve como el gran problema de un Valencia que no acaba de arrancar. Detectado el gran mal, lo asume sin dejar de verbalizarlo ante un clima tan crispado como el que se palpa en Valencia. Hay difícil explicación cuando se hable de falta de pegada en un conjunto con futbolistas en el área tan contrastado como Rodrigo o Gameiro. La respuesta a todas las preguntas es solo una: esto es fútbol. Y mientras, la ciudad bulle. Tiene cierta fama de llevar también al balón el concepto de las fallas: la gran obra de Marcelino durante la temporada pasada corre ahora peligro de verse reducida a cenizas entre el fuego de Mestalla. El de Careñes lo sabe. Y le motiva.

El máster para un entrenador de élite como el asturiano pasa por convivir y revertir situaciones como la que atraviesa en el conjunto che. El reto le apasiona. Los años le han curtido para manejarse en situaciones incómodas sin dejarse cegar por el temperamento que le caracteriza y le ha llevado también al éxito. En los últimos meses han salido a la luz críticas que han transcendido a la estrictamente deportivo. Especialmente, las que señalan a lo extenso de su cuerpo técnico, en el que están integrados su hijo y el hijo de su hombre de confianza y segundo entrenador valencianista, Rubén Uría. Hasta la figura de un doctor tan reconocido como Antonio Maestro, asesor del equipo médico valencianista, se debate. Marcelino sabe que todo esto forma parte de lo que supone ser un entrenador de un equipo tan importante como el Valencia. Un club en el que se siente feliz, que ve ideal para alcanzar nuevos éxitos y desde el que peleará esta noche por seguir vivo en la Copa a costa del equipo de su vida, el Sporting.