El sueño duró 45 minutos. El Sporting creyó en la clasificación a cuartos de final de Copa del Rey hasta que Santi Mina apareció en el campo. Su entrada tras el descanso revolucionó el partido de ayer en Mestalla. Un encuentro que los rojiblancos tenían donde querían hasta que el vigués firmó un doblete para dar al traste con todo. El tercero, obra de Ferrán, engordó un resultado cruel para los méritos de los gijoneses, que cuajaron una notable primera parte apoyados en un gran Lod. El Sporting vuelve a la Liga y el Valencia, a creer en Marcelino.

El Sporting vendió cara su piel en una eliminatoria en la que partía como la cenicienta, siendo el único conjunto de Segunda División presente en octavos de final. Los rojiblancos sucumbieron en la última de las cuatro partes en las que se dividieron los partidos de ida y vuelta. De Gijón se trajo un 2-1 amenazante para un Valencia envuelto en miedos por su mala situación liguera. Los mismos temores de los que se aprovecharon los de José Alberto para volar en El Molinón y en Mestalla hasta que Santi Mina emergió para inclinar la balanza. Si Marce se lamentaba antes del partido de la escasa efectividad de su equipo, Santi hizo bueno su apellido para encontrar la solución.

El Sporting se marcha de Valencia con la cabeza alta y la sensación de que hay fútbol para hacer más cosas en Liga. Entre otras, dar caza a un sexto puesto distanciado a ocho puntos. El gran beneficiado de este partido de vuelta es el talento de dos futbolistas de la clase de Robin Lod y Nacho Méndez. El primero estuvo en todo el peligro, el segundo se convirtió en su mejor socio para crecer a través del oficio en defensa de Babin y Molinero, el ímpetu de Cordero y las ganas de agradar de Noblejas. El partido dejó una imagen: el rostro de Blackman al ser sustituido a los 66 minutos fue todo un poema. Ojo con el inglés.

El Sporting salió contestón. Con cinco defensas, pero descarado. Le duró poco el balón en un inicio en el que el Valencia asumió el deber del favorito. Los de José Alberto, sin embargo, jugaron bien sus bazas hasta el punto de sumar tres saques de esquina en poco más de diez minutos. Lo hicieron apoyados en un Robin Lod tan suelto como protagonista, en el demandado papel de futbolista desequilibrante que tantas otras veces acabó en actor secundario. El finlandés, con un recorte de futbolista caro, sirvió la primera ocasión con un balón que se paseó por área pequeña sin encontrar rematador ante el escalofrío de todo Mestalla.

El Valencia se puso entonces a mecer el partido, de banda a banda, con Parejo de jefe de maniobras. La horizontalidad se perdía en la búsqueda de Gameiro, siempre al filo del fuera de juego, o de Ferrán, veloz por derecha para ganar la espalda de Noblejas, pero precipitado, reflejo de muchos de sus compañeros. El Sporting siguió a lo suyo, descarado como Dani Martín pisándola ante la presión de Gameiro ante un pase atrás de Babin. A la media hora llegó la más clara, de color rojiblanco. Un medido centro de Molinero al corazón del área encontró la llegada desde segunda línea del emergente Lod. El finlandés buscó el primer palo para pillar a contrapié a Jaume. Lo consiguió, pero la pelota se le fue fuera por centímetros. El descanso llegó sin cambios en el marcador y con una sustitución en la prolongación. Pablo_Pérez, lesionado, dejó su sitio a Traver. El brazalete de capitán lo heredó el mariscal del área, Babin. Silbidos para los locales. El partido estaba donde quería el Sporting.

Todo cambió en la reanudación. Rodrigo dejó su puesto a Santi Mina y el Valencia se fue arriba con todo. A_los dos minutos, Cordero sacó en área pequeña un remate del vigués que se colaba. Con los de Marcelino a por todas, reclamando hasta al Var una mano de Molinero a centro de Kang In, a_los 65 minutos, en medio del acoso en el que empezaba a convertirse la reacción che, Mina le ganó la espalda a Juan Rodríguez para cabecear picado un buen centro de Wass desde la banda derecha, carretera habitual del ataque. Ahí empezó la fiesta del gallego a costa de otro gallego, el central del Sporting.

La entrada de Djurdjevic dio para un disparo escorado que permitió estirarse a los rojiblancos hasta que Mina la volvió a cazar. Repitió capacidad de anticipación para hacer el segundo diez minutos después del primero. Ahí el partido se acabó para un corajudo Sporting y un Valencia con sed de más. Ferrán puso la puntilla a un minuto del final, en un cruel final al sueño copero de los rojiblancos. Espera otro tan bonito como ambicioso.