El partido comenzó desbocado. Tan intenso y veloz, como impreciso. La consecuencia fueron los tres goles marcados en los primeros quince minutos. José Alberto apostó por el amplio recorrido defensivo de Sousa y Carmona, frente al toque de control de Nacho Méndez y Lod. Acabó castigado en el que quizá fue el primer encuentro de Liga con un planteamiento más dirigido a contener que atacar. Especial sorpresa causó la ausencia en el once de Lod después de dar un gol y marcar otro en la victoria ante el Alcorcón, hace sólo una semana. Si el finlandés empezaba a conectarse, la suplencia ante el conjunto coruñés ayudó poco al resurgir definitivo. Tampoco la aparición del nórdico tras el descanso mostró que el devenir hubiera variado de haber saltado de inicio. Ése es uno de los grandes problemas de los gijoneses a estas alturas.

Una buena combinación entre Carmona y Geraldes, que terminó con el luso por los suelos a punto de pisar el área, con amarilla perdonada a Borja Valle, abrió una batalla en la que el Dépor golpeó primero. Lo hizo a los seis minutos, en su segundo saque de esquina. Con todos metidos en área pequeña, el balón peinado en el primer palo encontró la cabeza de Bergantiños, en su regreso a El Molinón tras su año como rojiblanco. Mano en la boca y gesto de perdón del capitán visitante, tras ganarle la posición a Hernán y perforar la portería tantas veces defendida. Tocaba remontar.

Un Sporting corajudo puso el empate a los doce de juego gracias al futbolista que mejor entiende esa filosofía. Tras un córner fallido, Hernán Santana colgó al área, a la espalda de Marí, y encontró al serbio cuerpeando con Domingos hasta hacerse sitio y armar una media volea salvadora. Pleno de Uros, 4 goles en las 4 jornadas de 2019. Ahora que hay delantero, falla la retaguardia. En medio de la aparente vuelta a la normalidad, no hubo tiempo a dejar reposar el partido. Peybernes, ante un centro del campo cerrado al tráfico por el Dépor, se entretuvo en exceso y regaló la bola a Borja Valle con autopista por delante. El exoviedista se plantó en la frontal, abrió para Cartabia y éste centró raso para que Christian Santos la reventara.

El error del galo envolvió de miedo la salida de balón y generó desorden, más visible por la uniformidad de las líneas gallegas, dueñas de la medular durante la siguiente media hora del partido. La sensación de que el rival controlaba los tempos se alimentó con la ayuda de un árbitro permisivo con las continuas faltas visitantes y duro con los gijoneses, como la amarilla a Cristian Salvador a las primeras de cambio. El Sporting intentó entonces crecer con Hernán Santana cayéndose a la banda derecha, aprovechando las subidas de Caballo. El canario, atrevido, tuvo en Geraldes un buen socio para castigar a los de Natxo González desde un costado en el que llegaron dos buenas ocasiones para acortar diferencias. Carmona, primero, y Babin, después, remataron a las nubes. También Christian Santos pudo aumentar la renta en un disparo que se fue lamiendo el palo.

La segunda parte mostró a un Sporting más atrevido ante un Dépor calculador. Cristian Salvador la tuvo tras una buena acción individual que acabó rematada lejos de la portería, como otra incursión de Carmona en la frontal. Con más corazón que cabeza, el equipo confiaba en esos impulsos pero se perdía entre nervios y prisas. Y el momento marcado para que el banquillo diera oxígeno y nuevos argumentos acabó de desinflar al Sporting. Lod no mejoró a un desaparecido Sousa; Blackman intentó rascar un par de segundas jugadas tras sustituir a un silbado Carmona, y Traver continuó la precipitación de un Álvaro Jiménez impreciso, aunque atrevido. El paso de los minutos contribuyó a aumentar el ansia y emborronó el juego y el futuro de un Sporting que ante el Dépor dejó pasar otro tren con la incertidumbre de cuándo llegará el siguiente.