El mayor castigo es la sensación de que pasan las jornadas y no alcanza. El Sporting cayó ante el Deportivo de La Coruña víctima de sus propios errores en un cuarto de hora de locura en el que llegaron los tres goles. Los rojiblancos, que igualaron el gol inicial de Bergantiños por medio de un gran Djurdjevic, se quedaron sin respuesta tras el error de Peybernes en el tanto de Christian Santos. En una jornada señalada para medir la altura del equipo y seguir acechando la zona de promoción, el resultado vuelve a enviar a los gijoneses a la casilla de salida en la que se convierte los ocho puntos de diferencia con el sexto puesto. Un bucle constante mientras el paso de las semanas mina la reacción y alimenta los nervios.

No son los tres puntos que se escapan, sino el golpe de ver al Sporting tembloroso e incapaz de meterle mano a uno de esos partidos que pueden marcar la trayectoria de una temporada. Le vino grande a los rojiblancos el frenético inicio del encuentro, a pesar de jugar en casa, ventaja que se diluyó entre el diluvio intermitente que acompañó el partido. El Molinón, bastión sobre el que apoyar la remontada, ya ha visto ganar a dos visitantes en lo que va de año. El último, un ordenado y efectivo Deportivo de La Coruña, cuya afición, que superó el millar de seguidores, celebró el triunfo como algo más que tres puntos tras casi cuatro meses sin ganar lejos de Riazor.

La derrota también golpea el repunte liderado por un José Alberto que ni encontró en el planteamiento inicial, con la vuelta de Sousa y Carmona a costa de Nacho Méndez y Lod, el camino para superar el dominio del centro del campo deportivista, ni obró con los cambios la reacción que en otras jornadas sacó de apuros. Queda tiempo y puntos, el problema es que dar caza a la promoción empiece a convertirse en una cuestión de fe más que de fútbol.