Cuando Osasuna se puso delante, el pesimismo inundó al sportinguismo. No era para menos. En la mente de todos estaba que la última remontada de los rojiblancos tuvo lugar en marzo de 2017, ante el Granada en El Molinón, con Rubi en el banquillo, y con un partido que acabó 3-1. El Sporting ayer, quizás lo más preocupante, es que ni siquiera dio la sensación de tener opciones de darle la vuelta al marcador.