Ha pasado de amenaza a aliado. Aitor García se enfrentará el domingo por primera vez al equipo desde el que dio el salto al Sporting hace poco más de un par de semanas. El onubense se cruzará con un Rayo Majadahonda desde el que se convirtió en uno de los protagonistas de la derrota que le infligieron a los rojiblancos en la primera vuelta (2-1). Un partido en el que marcó el primero de los tantos con los que los madrileños, recién ascendidos a Segunda, sacaron los colores al conjunto gijonés. Ahora toca cambiar la historia.

"Volver a recuperar la ilusión por jugar; pisar el Metropolitano y marcar; sorprender a todos con nuestro juego; caernos y levantarnos; comprobar que la afición no es la más numerosa, pero sí la más fiel; aprender a querer su escudo...". Aitor García iniciaba así su despedida del Rayo Majadahonda, el pasado 1 de febrero, horas después de que el Sporting oficializara su incorporación por lo que resta de temporada y cuatro más. Se ha instalado en un edificio céntrico de la ciudad, en compañía de su pareja y de uno de sus dos perros, Darko, un tekkel que le ha seguido desde la capital de España para ir tomándole el pulso a su nuevo hogar. Debutó con gol en Extremadura. No ha empezado mal.

Aitor García ha sido titular desde su llegada al conjunto rojiblanco. Él ha sido la respuesta del mercado invernal a la necesidad de encontrar estabilidad en un extremo izquierdo de continuas variantes. El buen estreno en Almendralejo, subrayado por la victoria, se ha ido empañando por los dos últimos resultados del equipo. El onubense, como buena parte de sus compañeros, no brilló ante Osasuna y Unión Deportiva Las Palmas. Dos encuentros marcados para tomar impulso en la remontada para la que se conjuró el vestuario a partir de la segunda vuelta. El partido ante un viejo conocido se convierte en la siguiente oportunidad.

El extremo andaluz conoce como nadie a un rival con especial atención mediática por la práctica de yoga dentro de su programa de entrenamientos y que ha sorprendido a los profesionales del fútbol por su vistosa y atrevida forma de juego. El buen trato de balón y la movilidad de sus hombres de ataque han hecho bullir las cualidades de Aitor García. La posición de delantero, escorado a la izquierda, sin llegar a ser un punta, ni tampoco un extremo, añadió confusión a las defensas rivales a la hora de cazar a un jugador que vive de ser escurridizo. En Gijón, más pegado a la cal, busca encontrar su sitio a costa del Rayo que le alumbró.