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"Ese balón Quinocho lo mete seguro"

"Cada vez que veo un partido y falla un delantero me acuerdo de él", señala Dani Ruiz-Bazán, histórico goleador del Athletic y gran amigo de El Brujo

A la izquierda, Dani -en primer término a la derecha- ayuda a los veteranos del Sporting a llevar el féretro de Quini. Al lado, Quini, Dani, Arconada y Zamora, antes del Mundial de Argentina. Al lado, Dani y Quini, en una concentración con la selección española en la misma época. ÁNGEL GONZÁLEZ / DANI RUIZ-BAZÁN

"Cada vez que veo un partido y hay una jugada y falla el delantero, siempre lo pienso en mi mente: 'Si ese balón lo pilla el Quinocho (como le llamaba Kubala) lo mete seguro'. Está en mi cabeza siempre. Quini nunca se me va a olvidar". Dani Ruiz-Bazán es sin duda el delantero del Athletic de Bilbao. La referencia histórica del conjunto vasco. Un atacante que como Quini dejó huella en su época. Y ambos mantenían una gran amistad. Comenzó cuando compartían concentraciones en la selección española a las órdenes de Kubala, y continuó hasta los últimos días de Quini. Por eso, hace un año, cuando El Brujo falleció, Dani no se lo pensó y cogió el coche para estar en su despedida, primero en El Molinón y después en el cementerio de La Carriona. "Me marcó la frase que dijo el cura durante el funeral de que 'Quini se había muerto de lo grande que tenía el corazón, que le había reventado'", destaca el histórico goleador del Athletic.

Con 402 partidos disputados, Dani Ruiz-Bazán (Sopuerta, Vizcaya, 1951) es el decimocuarto jugador con más partidos en la historia del Athletic, club en el que estuvo 12 temporadas, entre 1974 y 1986, y tras llegar procedente del Barakaldo. Y sus 199 goles con la elástica del club bilbaíno sólo los supera Telmo Zarra. Pese a su potencial, Dani se deshace en elogios hacia Quini. "Sus condiciones eran impresionantes. Tenía un impresionante remate de cabeza, de un balón difícil, que venía sin fuerza, sacaba un golazo impresionante", destaca Dani. "Además, su volea era única, y trabajaba mucho para el equipo. Aún siendo un figura era también un obrero", prosigue antes de finalizar la descripción de su amigo, de delantero a delantero, resaltando otra virtud: "Todos los rebotes los cogía. Tenía ese sexto sentido con el que cuentan los delanteros excepcionales".

Quini y Dani eran muy amigos. "Estuvimos juntos en las concentraciones con la selección, en el Mundial de Argentina en 1978, y dos años después en la Eurocopa de Italia en 1980. Y cogimos una amistad tremenda", destaca. Esos años vivieron algunas anécdotas que aún recuerda Dani. "A los dos nos daban mucho miedo los aviones. Recuerdo el viaje para ir al Mundial de Argentina. Nos pilló una gran tormenta y acabamos los dos cagados de miedo sentados en el suelo del avión. Lo pasamos fatal", explica, mientras relata una de las cosas que más temía Quini: "Tenía claustrofobia. Pasábamos muy malos ratos en los aviones, porque a mí tampoco me gustaban. No me quiero imaginar lo mal que lo debió pasar cuando estuvo secuestrado".

En esas concentraciones con la selección Quini y Dani hacían piña junto Arconada, Cundi, Uría o Zamora. "Nos juntábamos siempre los del Norte, los del Sporting, el Athletic y la Real", comenta. Con El Brujo la afinidad llegó por su carácter. "Estaba siempre gastando bromas, hacía que las concentraciones fuesen menos pesadas", cuenta. "Era jovial, alegre y una muy buena persona. No le recuerdo una mala cara ni lo vi enfadado. No como yo, que era un broncas en el campo", añade.

Al finalizar los entrenamientos, Dani se quedaba con Quini tirando faltas y penaltis. "Me decía: 'cabezón, tira que no me vas a meter una'. Y yo le contestaba: 'Anda sí tienes tú más cabeza'. Y ahí nos quedábamos un buen rato practicando". Con la selección pasaron muy buenos momentos, y estrecharon su vínculo. "Los dos veníamos de familias muy humildes y teníamos unas buenas condiciones futbolísticas. Solo nos faltó haber coincidido en el mismo vestuario", resalta Dani.

Aunque uno estaba en Bilbao, y el otro en Gijón, casi se podía decir que eran como de la misma ciudad. "Lo considero el mejor amigo que he tenido en mi vida", comenta Dani. Ese vínculo lo conocía la familia de Quini y los veteranos del Sporting, que quisieron tener un detalle con él. "Mari Nieves, su mujer, y Joaquín, junto a otros veteranos, se acercaron para decirme que les acompañase a llevar el féretro de Quini. Para mí fue un orgullo estar ahí y poder llevarle. Aunque fue un momento muy duro, igual que el del cementerio".

Dani mantenía con Quini contacto periódico de forma telefónica para hablar de lo que más le gustaba: el fútbol. Incluso se veían en pretemporada cuando el Sporting jugaba algún amistoso en el País Vasco. Y poco antes de su muerte, Dani vivió una situación peculiar con Quini, en el último día que se vieron, en el que el delantero vasco sirvió de ayuda a El Brujo. "Había un congreso en Bilbao médico en el que estaba uno de los doctores que había atendido a Quini en su lucha contra el cáncer. El Brujo tenía que venir a Bilbao a la charla, yo lo sabía, y me desperté oyendo por la radio que había una retención enorme entre Laredo y Castro Urdiales por el accidente de un camión. Le llamé y le fui rescatar al atasco. Llegué a su altura, le dije que saliese por una carretera comarcal, me siguió, y solo llegó cinco minutos tarde al congreso", recuerda el mítico delantero del Athletic. "Tenía que ayudarle, como él siempre ayudaba a todo el mundo. Los gestos humanos que tenía eran únicos", concluye.

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