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Una linterna de ilusión y no de lamento

El Molinón enciende otra vez las luces de sus móviles, pero para transmitir alegría

Adrián Ramos presionado por Babin. J. J.

El pasado 12 de noviembre, una semana antes del derbi en el Carlos Tartiere, día en el que Baraja caía como técnico del Sporting, El Molinón se hartó. Y en señal de protesta encendió las linternas de los móviles para dar un colorido especial a la grada, mostrar su desencanto, pedir la destitución de Baraja y también la marcha de la directiva. Ayer, en el tramo final, ese movimiento volvió a surgir, de nuevo de forma espontánea, pero con un trasfondo de ilusión y no de lamento como hace seis meses. El Molinón se enchufó con su equipo, apretó al árbitro y al rival en los momentos decisivos, y se subió al barco de creer en un ascenso que hace dos meses cuando el Rayo Majadahonda ganó en Gijón parecía imposible.

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