La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

La procesión fue por dentro

Un Sporting desdibujado y romo en ataque sale con un punto de un campo donde se tendrían que haber conseguido tres

En el pecado le fue al Sporting la penitencia. Ante un rival inofensivo que camina irremisiblemente hacia el calvario del descendimiento, los de José Alberto sepultaron la oportunidad de sumar tres puntos indispensables para seguir manteniendo un hilo de esperanza en la lucha por aproximarse a la fase de ascenso, que con resultados como el de ayer se le empina como el Gólgota.

Lejos de exhibirse como un conjunto poderoso y centurión ante un rival que ha quedado desnudo a lo largo de la temporada, al que apenas una fina túnica tapa todas sus vergüenzas de equipo menor, el Sporting optó por la misma fórmula del reciente éxito: entregar la pelota, defender la trinchera, patadón arriba y esperar que el balón baje con Alegría y Djurdjevic lo lleve al fondo de las mallas. Y a esperar a que escampe. Al equipo, que ayer vistió de verde, le hubiera ido mejor la camisola negra del luto nazareno de Semana Santa. Ayer su despliegue no fue si siquiera gris. Ante el Nàstic no sirven las mismas armas que pueden valer ante el Granada. Hacía falta más balón, en vez de rifarlo. Habría que haberle metido al encuentro una marcha más, aunque fuera la de Thalberg.

Y eso que el equipo saltó al césped aplicado en la presión para forzar el error de los conductores rivales y dispuesto a llevar la manija, pero el espejismo duró apenas diez minutos, cuando Mariño, San Mariño, sacó una mano providencial para desviar a córner un disparo de Luis Suárez que se colaba. El cancerbero que está bajo palos tendría que salir del campo cada domingo bajo palio, o en procesión y en andas portado por la Mareona. Tal es su aportación al equipo, el único que nunca falla, el valor más seguro, como la publicidad electoral del PP.

A los gijoneses les duró la presión lo que duró el desfile del Jueves Santo en San Pedro por la venida del aguacero. Y lo que debió ser un paseo de diana floreada se convirtió en un vía crucis que si no acabó en corona de espinas fue en parte debido a la impericia de los atacantes rivales.

Racaneó el Sporting esta vez por las bandas. Ni Geraldes ni Traver, por la derecha, se ataron el cíngulo de los sábados de gloria, ni la izquierda existió, con una pareja inédita que no aportó nada al ataque. A Canella, que lo intentó con el pundonor que le queda en el DNI, se le notó falto de partidos. Y el experimento con Ivi resultó un absoluto fracaso: ni mejoró las prestaciones ofensivas de Aitor García ni se aproximó siquiera al sacrificio y la brega que el compañero lesionado aporta en labores de contención. Aunque ambos llegaran en el mismo lote invernal, hay uno que tiene adelantada la fecha de caducidad.

A la media hora, el Nàstic se había adueñado de la medular y sus centrales maniatado a los delanteros visitantes, toda la tarde muy desasistidos.

Tras unas jornadas en las que parecía que el equipo, aunque sin florituras, había resucitado, sobrevino la lanzada, aunque no por fortuna el tiro de gracia.

Compartir el artículo

stats