Después de la entrevista concedida en exclusiva a LA NUEVA ESPAÑA por el Director Deportivo del Real Sporting SAD (más 'sad' ya imposible) y tras las declaraciones previas al partido por parte del entrenador, se esperaba algún tipo de reacción y cambio de mentalidad en un equipo que llegaba de caer derrotado en Fuenlabrada de aquella manera.

Nada más lejos de lo visto sobre el césped: frente al Alcorcón el Sporting rozó el mayor ridículo que se recuerda en los últimos tiempos, regalando los tres puntos a su rival en una primera parte que pasará por deméritos propios a la historia negra de este club.

Con la consabida baja de Manu García, José Alberto decidió aprovechar para introducir cambios en todas sus líneas, entrando así Borja López por Marc Valiente en defensa, Javi Fuego por Cristian en el centro del campo y Uros por Álvaro en ataque, mientras que Pablo Pérez era el elegido para sustituir al insustituible. A posteriori y aun a riesgo de resultar ventajista, parece que erró en apostar por tantos cambios, algunos de ellos realmente innecesarios. El caso de Javi Fuego empieza a dar la razón a quienes dudaban del rendimiento del veterano jugador asturiano.

Lo intentó como era de esperar el Sporting de inicio, con alguna que otra aproximación como la que protagonizó Aitor García en el minuto 10, con una volea desde fuera del área que se marchó fuera rozando el palo de la portería defendida por Dani Jiménez. Fue un puro espejismo. Como está claro que lo fue el partido ante el Almería.

Y es que en apenas tres minutos, el Alcorcón con una facilidad pasmosa hizo saltar por los aires por dos veces la inoperante defensa sportinguista. De este modo, cuando aún no se había cumplido ni la media hora de juego, el Sporting, que nunca ha sido capaz de remontar un partido en lo que va de temporada, tenía ante sí la casi imposible misión de remontar dos goles.

Con el equipo sobre el campo cual boxeador sonado en el ring, el 'casi imposible' se tornó en imposible por completo, cuando a falta de cinco minutos para el descanso, los alfareros volvieron a cantar bingo, marcando el tercero ante la incredibilidad y la indignación del público presente, y con un Diego Mariño al que pocas veces se le había visto tan nervioso e impreciso.

El Sporting se fue de este modo a los vestuarios con un marcador sonrojante y en medio de una sonora pitada, con muchas miradas dirigidas al palco. Pero debió de parecerle al míster que no había motivos para realizar cambio alguno, pues optó por devolver al césped a los mismos once jugadores que se habían retirado entre música de viento.

Con un Alcorcón claramente más que satisfecho y tranquilo con el resultado, el Sporting buscó acortar distancias sin ningún tipo de acierto. Los cambios llegaron por fin en el minuto 55, yéndose Carmona y Javi Fuego (a cual más intrascendente en el partido) y entrando Álvaro Vázquez y Pedro Díaz. El equipo pasaba a jugar un 4-3-3, sin que tampoco el Alcorcón sufriera en exceso por el cambio táctico.

Hubo que esperar hasta el minuto 71 para que Pablo Pérez (otro de los jugadores señalados por el público) se fuese también a la ducha, dando paso al debut de Isma Cerro. El recién ingresado extremo al menos demostró en un partido visto ya para sentencia, querer ganarse un puesto de cara al futuro. Es lo mínimo que se le puede pedir a cualquier jugador que viste la camiseta rojiblanca.

Para el anecdotario quedará la inverosímil acción de Uros Djurdjevic enviando a las nubes un balón a puerta vacía, cuando solo había que poner el pie para empujar la pelota al fondo de las redes. Pero el balcánico sigue con su particular guerra contra todo y contra todos.

Aunque para guerra la que parece haberle declarado el VAR al Sporting. En este caso el vídeoarbitraje fue el responsable de anular un gol en apariencia legal a los rojiblancos, por un presunto fuera de juego de Álvaro Vázquez. Corría el minuto 87 y tampoco es que la decisión fuera a influir en el devenir del partido.

Como tampoco lo hizo el gol conseguido por Uros en tiempo de descuento. Un buen tanto, todo sea dicho, pero completamente inútil. Tanto como la protesta del serbio tras marcar el gol del honor (o más bien del deshonor), en relación al gol anulado anteriormente, y que únicamente le valió para ganarse una amarilla.

Sin apenas tiempo para más se llegó a la conclusión del encuentro, con los jugadores y el cuerpo técnico a la cabeza, despedidos entre el monumental enfado de los pocos espectadores que aguantaron estoicamente hasta el final.

Tras esta derrota no cabe sino preguntarse ¿y ahora qué? Los clásicos discursos de que queda aún mucha competición por delante no engañan ya a nadie. El Sporting ha demostrado a las claras todas sus carencias: defensivas, medulares y en ataque. Y que sin Manu García su capacidad ofensiva y de creación es menos que nada. Ya puede el Director Deportivo en su próxima rueda de prensa cambiar el chándal del Sporting por el traje de Primera Comunión, que lo que es negro no se va volver blanco, por mucho coaching que pretenda aplicar.

Que el puesto de José Alberto pende de un hilo cada vez más fino, es algo que nadie duda. En su debe quedará el no haberse atrevido a morir con las botas puestas y siendo fiel a ese estilo con el que deslumbró en su día en el filial. Reservón y conservador a más no poder, pagará por ello el haber tragado con una planificación de la plantilla en la que probablemente él era el primero en no estar de acuerdo.

Post Scriptum: con un más que previsible nuevo fracaso deportivo, ¿de verdad el Consejo ofrecería la renovación al máximo responsable en esa parcela? Tan inexplicable sería como que Javier López pudiese ser el próximo entrenador de la primera plantilla.