Después de un largo viaje, con un aterrizaje a las cinco de la mañana en Madrid, sin dormir tras estar con la sub-21 en Montenegro, Manu García cogió el primer avión de la mañana y llegó a las 8.30 horas a Mareo. Desayunó junto a sus compañeros, pero no se entrenó, pese a que era su deseo. El cuerpo técnico decidió que trabajase al margen.