Empate a ceros (y a casi nada), en el derbi más pobre en cuanto a fútbol se refiere de los vividos en las últimas décadas. Claro que el dato subjetivo hay que matizarlo de manera objetiva, en el hecho de que durante muchos años el 'gran derbi asturiano' no se disputó por razones que no hace falta ni recordar; y la rivalidad entre ambos equipos hubo de conformarse con un sucedáneo que enfrentaba al filial rojiblanco y al primer equipo carbayón.

Durante la semana se había hablado mucho sobre el posible mal estado del césped del Carlos Tartiere, y si éste podría perjudicar en mayor medida a los rojiblancos que a los locales. Al final, y si bien efectivamente el campo no estaba para muchas florituras, lo cierto es que en los de José Alberto influyó muchísimo más la ausencia de Manu García.

Y es que este equipo sin el crack llegado del City pierde, tirando por lo bajo, el noventa por ciento de su creatividad y capacidad ofensiva. Y si luego encima arriba, quien tiene que definir las contadísimas ocasiones que llegan, se empeña en marrarlas, el empate es a lo máximo que se puede aspirar.

Frente a un Oviedo que siendo justos, sintió aún con mayor repercusión en su juego de ataque la asusencia de Saúl Berjón (¡ay, esa falta en el último suspiro de haber estado el estilete oventense!), el Sporting dejó escapar una oportunidad como pocas veces volverá a disfrutar, para haberse llevado los tres puntos en casa del eterno rival.

De mano José Alberto no dio la razón a los que especulaban con que dispondría una defensa de cinco jugadores. No obstante, con su once titular dejó bien claro que su primer objetivo pasaba por mantener la puerta a cero. Tanto monta, monta tanto, se podría decir.

No se puede explicar de otra manera el renunciar de repente a sus dos interiores utilizados en los últimos partidos, como eran Aitor García e Isma Cerro, para dar entrada en su lugar a Carmona y Pablo Pérez.

Estaba claro que con ello, no buscaba sino apuntalar el aspecto defensivo, especialmente en lo que se refiere al posible peligro de los azulones a balón parado. De este modo se pudo ver en al canterano defendiendo entre Valiente y Babin, cuando el Oviedo colgaba algún que otro balón al área rojiblanca.

En una primera parte sin apenas ocasiones, la mejor fue para el Sporting en botas de Djurdjevic, cuando se cumplía la media hora de juego, aprovechándose de una mala salida del balón por parte de los locales.

También el Oviedo tuvo la suya, en un remate de Ortuño en el minuto 36, con Mariño respondiendo de forma segura. El cancerbero gallego se puede decir que tuvo uno de los partidos más tranquilos de lo que va de temporada.

En la segunda parte, y cuando se llevaban tan solo cinco minutos de juego, saltaron todas las alarmas en el banquillo sportinguista, cuando Nacho Méndez (de nuevo titular después de varios partidos fuera del once) cayó al suelo lesionado. Rotura de fibras para el canterano, quien inteligentemente aprovechó tal circunstancia para forzar su quinta amarilla. Y eso que el colegiado del encuentro, Gorostegui Fernández, muy sibilino en sus decisiones contrarias a los intereses rojiblancos, se dejó de rogar lo suyo en este caso para mostrar la tarjeta al centrocampista luanquín.

Paradójicamente sin embargo, la entrada obligada de Pedro Díaz al partido, dio un aire nuevo al Sporting, siendo el equipo sportinguista desde ese momento claro dominador del encuentro. Viendo el partido que se marcó el canterano, resulta complicado entender su suplencia y más aún, su ausencia en numerosas convocatorias. Junto a Cristian Salvador, dueño y señor del centro del campo durante todo el partido, y con Javi Fuego como experto guardaespaldas, el de Siero formó un trivote que dio gran solidez a un Sporting que apenas si sufrió ocasión alguna en contra durante toda la segunda parte.

Poco después de la entrada de Pedro Díaz al campo, fue Molinero (quien jugó en esta ocasión en su banda 'natural'), el que dispuso de una ocasión desbaratada por Champagne, más espectacular por lo 'palomitero' del cancerbero argentino, que por lo peligrosa de la acción en sí misma.

Mucho mayor peligro real llevó en el minuto 59 la jugada que acabó con el balón en la red carbayona; si bien Carmona, autor del último remate, estaba en claro fuera de juego, como así corroboró el VAR.

Con el Sporting en pleno dominio de la posesión del balón, se produjo el segundo cambio por parte de José Alberto, entrando al campo Unai Medina y retirándose el amonestado Molinero. Un cambio que no fue entendido por buena parte de la afición sportinguista, y que sigue del igual modo sin comprender cómo Damián Pérez estuvo tanto tiempo fuera del once incial, siendo el único lateral izquierdo del que puede disponer el propio José Alberto. El veterano lateral argentino no es que sea un prodigio en ataque, pero en defensa cumple sobradamente para no tener que recurrir a un jugador a pierna cambiada.

El partido parecía ya abocado al cero a cero, cuando Uros volvió a disponer en el minuto 80 de otra buena ocasión, sin acertar con la portería por muy poco, si bien la jugada posteriormente fue señalada como fuera de juego. Apenas un par de minutos antes, el serbio había caído al césped quejándose de una sobrecarga en uno de sus gemelos.

De ahí al final poco más que reseñar, salvo ese último cambio a falta de únicamente siete minutos para el final por parte del Sporting, entrando el máximo goleador del equipo, Aitor García, en sustitución de Carmona. Hay cosas que por más que se pretendan explicar, difícilmente pueden entenderse.

Con el tiempo de descuento casi cumplido, una última falta al borde del área a favor del Ovi​edo (muy rigurosa, si no inexistente), y donde se echó en falta por parte de los locales más que nunca la ausencia de Berjón, el partido acabó con la pelota mansamente en las manos de Mariño.

Se cumplió de este modo el pronóstico que la mayoría vaticinaba antes del inicio de este bautizado como 'derbi de urgencias'. Y si bien el punto pudiera parecer que habría de satisfacer más a los sportinguistas, por su condición de visitantes, lo cierto es que queda entre la parroquia rojiblanca (que hubo de animar a su equipo desde casa por la absurda posición de enroque en el que se instalaron los dirigentes carbayones), un cierto amargor por lo que pudo haber sido y no fue. Ni qué decir lo poco que sirve el punto para los locales, que se ven a la conclusión de esta jornada hundidos en puestos de descenso.

Empate en definitiva que sabe a poco a ambos equipos y que sirve aún de menos, por mucho que se quiera defender ese mantra del "punto ser punto". Aun así el Sporting tiene el próximo viernes la oportunidad de hacerlo relativamente bueno con la visita a El Molinón Enrique Castro 'Quini' del Tenerife, equipo que como el Oviedo, busca escapar de los puestos que condenan al infierno de la Segunda B.

Ante los canarios es de esperar un Sporting que más allá de la segura vuelta de Manu al once, ofrezca una mayor ambición de cara a la meta rival. Con el empate logrado en Oviedo, José Alberto se puede decir que ha vuelto a tranquilizar en parte a los más escépticos con su labor. Pero sólo una victoria frente al equipo tinerfeño y ofreciendo a poder ser algo más de juego que lo visto en este paupérrimo derbi, conseguiría volver a ilusionar a los más optimistas. Parece complicado pero no imposible.

Post Scriptum: ¿pudiera ser el aplazamiento en la renovación del Director Deportivo un síntoma de cierta incredulidad o escepticismo por parte del Consejo, hacia los supuestos beneficios del coaching aplicado a un club deportivo?