La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las raíces de Quini en Mareo

"El Brujo es insustituible", afirma Mario Cotelo junto al árbol plantado hace 20 años por el delantero

Mario Cotelo, ayer.

Quini siempre decía que sí a todo. Fuera cual fuera la iniciativa que llamara a la puerta de su despacho recibía el apoyo de El Brujo. Así fue como en el año 2000 la iniciativa Star Pinea pedía a todo aquel que amase la naturaleza que plantara su propio árbol. El Brujo accedió a participar y aprovechándose de una semilla brotada en una maceta que él mismo había plantado en 1992 con motivo de un Sporting-Barcelona disputado en El Molinón, se arremangó y plantó un pino piñonero en la Escuela de Fútbol de Mareo. El árbol aún sigue donde El Brujo lo sembró. Veinte años después el pino ha crecido de manera robusta, firme y es un espectador de lujo de lo que ocurre en Mareo.

"El día que yo no esté aquí tendréis que seguir cuidando de mi árbol", dijo Quini más de una vez a los empleados de Mareo. Ahora el testigo lo ha recogido Mario Cotelo. El exjugador recibió de El Brujo el brazalete de delegado y ahora emula a Quini en la banda.

"Siempre me dijo que lo mejor que podía hacer era pasar desapercibido", dice Cotelo. El actual delegado del Sporting conoce a la perfección su trabajo y pone en práctica lo aprendido con El Brujo. "No conocía la existencia de este árbol, ahora que sé que lo plantó Quini lo miraré de otra manera. El Brujo es irrepetible e irremplazable. Solo puedo copiar lo que él hacía", admite Mario.

Hace justo 20 años, el ahora delegado, era el capitán del Sporting junto con David Cano. El Brujo ya ejercía por aquel entonces labores muy parecidas a las que desempeña hoy Cotelo. "He tenido la suerte de vivir con Quini como jugador y luego como empleado del Sporting y recibir su testigo fue un honor enorme y una responsabilidad muy grande", dice Mario. A El Brujo nunca lo expulsaron como delegado, a Mario, de momento, tampoco. "He tenido mucha suerte con los entrenadores que hemos tenido en el Sporting hasta el día de hoy, todos han sido muy respetuosos con los rivales, con los técnicos contrarios y, sobre todo, con los árbitros", explica Cotelo.

El árbol de Quini se encuentra justo en la parte de atrás de la cafetería de Mareo. Ya hay quien pide que una placa recuerde la figura de quien plantó su semilla. "Sería un buen recuerdo y un gran homenaje para El Brujo", dice Mario. El pino piñonero ha resistido en dos décadas a dos ascensos, dos descensos, a decenas de jugadores y a un buen puñado de entrenadores. Quini dejó su semilla en Mareo, su figura será recordada y su árbol bien podría transformarse en lugar de peregrinaje. Quini dejó huérfano al mundo del fútbol, pero se preocupó de dejar un Sporting mejor y de sembrar sportinguismo allí por donde fue.

Compartir el artículo

stats