Djurdjevic fue el primero. Babin y Gaspar, los últimos. El Sporting regresó ayer a los entrenamientos en Mareo en una jornada reservada para el trabajo individual 59 días después de la última presencia del equipo en las instalaciones rojiblancas. Carrera y mucho balón durante una hora de trabajo para cada uno de los 27 jugadores citados, incluido el lesionado Bogdan. Todos acudieron, evidenciando la ausencia de afectados por el covid-19. Entre el primero y el último, cinco horas de actividad ininterrumpida sobre los campos 2, 4 y 5. "Los he visto estupendamente bien. Ha sido una sensación de felicidad increíble", subrayó Fran Albert, preparador físico.
Faltaban diez minutos para las nueve de la mañana cuando Djurdjevic enfocó el morro de su coche, uno de los Nissan que el club pone a disposición de cada jugador, para convertirse en el primer futbolista del Sporting en entrenarse en Mareo casi dos meses después de la última vez. Los primeros pasos fueron los mismos para los 26 compañeros siguientes. Parada ante Carlos Barcia, director del área corporativa y coordinador del protocolo y ante el doctor Gonzalo Revuelta, quien le tomó la temperatura. A continuación, tras comprobar que todo estaba correcto, el serbio se bajó de su vehículo y completó unas pruebas médicas dentro la antigua tienda del club situada junto al campo 2, acondicionada para ello. Después, a calzarse las botas y camino al campo.
Los jugadores llegaron cambiados de sus domicilios. A esto, un añadido obligado: guantes y mascarilla hasta llegar al verde, donde esta última se depositaba en un contenedor antes de iniciar los ejercicios. Los escenarios de trabajo fueron tres. Los porteros, Christian Joel, Mariño y Javi Benítez, se emplearon sobre el campo número 2. El resto de jugadores, repartidos entre los campos número 4, donde les esperaban Djukic, entrenador y Javi López, auxiliar, y 5, donde aguardaban Pandurovic, segundo entrenador, y Fran Albert, preparador físico, quien detalló que "como máximo han coincidido tres jugadores en el campo".
Evitar movimientos bruscos
Calentamiento y ejercicios. Ejecución suave. El mayor tiempo, el dedicado a las conducciones de balón, finalizadas con tibios disparos. Las indicaciones de Fran Albert y Pandurovic desafiando el silencio. La mayoría de sus gritos, al margen de explicaciones para la correcta ejecución de las tareas, pidiendo a los futbolistas evitar los movimientos bruscos. Controlando la bestia encerrada durante tantos días. Atentos a la salida y entrada de los jugadores estaban Pelayo Merediz, fisioterapeuta, y Pablo Caso, utillero. Ambos, con bote y trapo en mano, se encargaron de desinfectar vallas o superficies en las que los futbolistas se apoyaban.
Hubo jugadores que pasaron ganas de más, de ir al encuentro de sus compañeros. Especialmente cariñoso en los saludos, aunque fueran desde la distancia, Molinero. El tiempo también cambió la imagen de otros. A Cristian Salvador se le pudo ver, por ejemplo, con el pelo recogido en una pequeña coleta. A buen ritmo, Bogdan, quien está a la espera de recibir el alta, pero hizo la misma carga de trabajo que el resto de sus compañeros. "¿El estado de forma? Lo que nos preocupa es la propia salud de ellos, de los jugadores. Que ellos estén bien y esta semana sea la de volver a la normalidad de sus entrenamientos, con las reglas de protocolo marcadas", enfatizó Fran Albert.
A la hora de salir de Mareo, el camino seguido por los futbolistas, de nuevo con máscara, fue distinto al realizado a su llegada. Mientras la bajada se produjo por la calle contigua al campo 1, la subida fue por la situada al campo 2. Una vez en el coche, se les facilitó la ropa para el entrenamiento del día siguiente antes de abandonar las instalaciones en coche por una puerta distinta a la del acceso principal. El procedimiento será idéntico el resto de la semana.
