Sin tiempo casi para curar las heridas causadas por la penosa derrota ante el eterno rival, llegaba el Sporting a Vallecas este jueves, para medirse a un Rayo que había disfrutado de dos días más de recuperación con respecto a los rojiblancos, de cara a preparar el partido. No es poca cosa y es normal la queja de Djukic al respecto, teniendo en cuenta la enorme exigencia física a la que están siendo sometidos los jugadores en este inusual tramo final de temporada. Pero también es verdad que algunos el lunes apenas rompieron a sudar.

Con todo, el entrenador serbio decidió por fin realizar las rotaciones que hasta la fecha venían realizando la mayoría de sus colegas en el banquillo. De este modo, fueron hasta seis los cambios en el once titular con respecto al del último partido, destacando el debut de Gaspar en el interior derecho. También disfrutaron de sus primeros minutos en esta reanudación del campeonato, Aitor García, Marc Valiente y Damián Pérez. A algunos de ellos como es el caso del interior onubense, se le notó la falta de competición.

Con Mariño en portería y portando el brazalete de capitán, volvimos así a ver a Unai y Damián como laterales titulares (¡cómo sufre el Sporting en esas posiciones!), con Babin y Marc Valiente como pareja de centrales. Con los citados Gaspar y Aitor como interiores, esta vez los elegidos para la sala de máquinas fueron Javi Fuego y Cristian, volviendo a quedar patente lo que echa en falta este equipo a Pedro Díaz. Quizás su relevo más lógico por sus características hubiera sido Gragera. Finalmente, Manu volvió a ejercer como enganche, con una actuación discreta a la par que preocupante, quedando Alvaro como única referencia en ataque.

Por su parte Paco Jémez (curiosa su estampa con doble mascarilla, en contraste con un Djukic a cara descubierta), en un partido en el que de ganar, metía a los suyos en puestos de playoff, no se quedó tampoco corto a la hora de realizar rotaciones, aunque no fueron tantas.

En una primera parte mala a más no poder, con mayor posesión de balón por parte de los locales, quiso la diosa fortuna que en el primer y único disparo a puerta del Sporting, cuando se cumplía el último minuto de prolongación, una auténtica carambola tras el bote de una falta lateral, acabara por poner el balón a los pies de Álvaro Vázquez, quien hizo lo que se le pide a todo delantero centro que se precie de serlo: no hacerle ascos al regalo y fusilar con precisión y sin piedad al portero rival.

Como era de prever, Paco Jémez movió ficha al descanso, introduciendo dos cambios de marcado carácter ofensivo. Mientras, Djukic sorprendió dejando a Manu en el banquillo y dando entrada a Nacho Méndez.

Prácticamente con una hora de juego cumplida, Jémez llamó a un viejo conocido de la parroquia sportinguista, Trejo. Reaccionaba a ese cambio Djukic con la inclusión de Uros y Carmona por Alvaro y Aitor respectivamente. De los dos jugadores de refrescos, fue el mallorquín quien más se dejó ver en los algo más de treinta minutos de los que dispuso.

Con el marcador a favor y soñando casi ya con tres puntos que pudieran devolverle la ilusión a sus seguidores, el Sporting se sentía cómodo viendo cómo el Rayo era incapaz de inquietarle en exceso. Pudo precisamente el luanquín marcar el segundo gol cuando corría el minuto 68, tras una buena acción de Carmona que sirvió atrás para que Nacho empalase un trallazo que por desgracia se encontró con la pierna de un defensor a apenas un metro de la portería, con el portero totalmente batido.

El propio Carmona, tres minutos después, desperdició con un mal remate una buena asistencia de Gaspar, quien fue sustituido por Murilo poco después. Prometedor debut del canterano, teniendo en cuenta sobre todo la dificultad del partido y que por otro lado, no es que recibiese mucha ayuda por su banda a la hora de poder irse hacia arriba con más asiduidad. Este cuarto cambio fue el último de los realizados por Djukic, quien sigue sin agotar los cinco de los que dispone. No es obligado por su parte, pero no deja de ser un dato.

Es de sobra conocido que el fútbol suele castigar a quien perdona. Y eso fue lo que le ocurrió al Sporting, después de no haber aprovechado las dos ocasiones anteriormente citadas. Corría el minuto 76, cuando del saque de una falta que sólo el colegiado vio, una cadena de errores y desajustes defensivos provocó que Qasmi rematase de cabeza completamente solo y a placer.

Y aún pudo ser peor de no haber salvado Mariño con una providencial mano en el minuto 88', un potente disparo que llevaba marchamo de gol, tras otro error de Unai Medina. Hubiera sido demasiado castigo, del mismo modo que hubiera sido demasiado premio si Javi Fuego llega a embocar la volea que intentó casi en el 90, en un balón servido por Carmona.

Empate en definitiva justo a tenor de lo visto sobre el césped, que no deja satisfecho a ninguno de los dos equipos y menos aún a sus respectivas aficiones. Especialmente a la sportinguista, aún muy molesta con el "espectáculo" ofrecido el lunes.

Con 21 puntos por disputarse, todo es posible. Pero es complicado pensar que el Real Sporting pueda aspirar a algo más que a una permanencia más o menos tranquila. Pero en esta Segunda División que de por sí antes del parón por el coronavirus, era ya tan igualada como imprevisible, y que ahora se está demostrando serlo aún más, con el factor campo prácticamente jugando en contra (tres partidos consecutivos lleva el Sporting por ejemplo sin perder fuera de casa), cualquiera se arriesga a realizar un vaticinio. Y por ese mismo motivo, nadie debería tirar la toalla antes de tiempo.

Este próximo domingo, contra un Lugo que podría jugarse su último billete hacia la salvación, el Sporting tendrá la oportunidad como mínimo de no decir adiós a ese otro tren: el del ascenso.

Post Scriptum: poco o nada más se ha vuelto a hablar sobre la propuesta ofrecida por el Real Sporting SAD a sus fieles abonados, como compensación por los partidos a los que no podrán asistir. ¿Tiene ya previsto el club como responderá a las demandas que recibirá por parte de algunos socios disconformes con dicha propuesta?