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Djukic se despide "agradecido" y con la cuenta pendiente de rescatar el gol

El adiós del serbio se une al de Fran Albert, Molinero, Damián y Murilo en un continuo entrar y salir en Mareo

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La despedida de Djukic de Mareo

"Gracias por todo". Faltaban pocos minutos para las diez de la mañana cuando Miroslav Djukic hizo su última entrada en Mareo como entrenador del Sporting, cargo que oficialmente dejó de ostentar cuatro horas después, a través de un comunicado del club. El serbio lo hizo conduciendo un todoterreno blanco, diferente al que le cedió el club a su llegada a Gijón. En la parte de atrás, Goran Pandurovic, su segundo técnico, su sombra en el día a día. Djukic aparcó y se encaminó primero hacia los periodistas, estrechando la mano con energía. Sin protocolos. Cierta liberación visible en su rostro. También cierta rabia en su último día, el de ayer, como rojiblanco. Conquistar el gol se le resistió tanto como renovar el puesto.

La experiencia como futbolista parece haber ayudado a Djukic a asumir como parte del juego situaciones como ésta. El deporte es eso, convivir con victorias y derrotas. Es consciente de ello. No abunda, aunque esa forma de digerirlo le ha granjeado cierta fama de indolencia. El serbio, con el puesto amenazado desde hace meses, apenas ha dejado salidas de tono donde otros hubieran navegado entre roces o pullas continuas. En Gijón no se le recordará por discutir, ni dentro ni fuera del vestuario. Tampoco lo ha hecho una vez consumada su salida. Lo que ha dicho delante de los micrófonos lo ha dicho detrás. De diferente forma, pero con la falta de gol como el argumento repetido de que limitó todo. Eso cortó la evolución que asegura haber visto en los últimos meses.

Djukic se ha ido del Sporting con el único dardo envenenado lanzado tras aquella victoria ante el Lugo. "Algunos igual tienen que aguantarme el año que viene", deslizó. Lo que muchos veían como una respuesta airada a las preguntas de los periodistas, no era más que una llamada de atención de un entrenador que se veía amenazado, casi desde el primer día, por el nuevo director deportivo. El tiempo y la falta de resultados para meter al equipo en la zona de promoción, objetivo que asumió a su llegada de la mano de Torrecilla, anterior director deportivo del conjunto gijonés, acabó convirtiendo en ciertas sus sospechas.

La jornada de Djukic prosiguió con su despedida de trabajadores del club después de que el día antes, tras el partido ante el Huesca, dijera adiós a los jugadores. Se va más consciente de las limitaciones y necesidades de una plantilla a la que, sin embargo, vio capacitada para alcanzar el objetivo del ascenso a su llegada a Gijón. Las llegadas siempre son más propensas al elogio. También regresa a casa con una visión más cercana a la realidad de una categoría en la que ve a los históricos con parecida probabilidad de éxito que a los modestos. No oculta que se necesitan cambios, bastantes, en un Sporting que ha empezado por él mismo.

"Son cosas del fútbol", explica Fran Albert, conocedor en la mañana de ayer que su ciclo se acabó. El que fuera preparador físico en el último año, el hombre quizá más valorado por la plantilla, no tiene reproches. Entre los otros que acaban contrato, el adiós fue diferente. Molinero, conduciendo junto a Carmona; Damián Pérez, en taxi y Murilo, recogido por su pareja para poner rumbo a Portugal. Las vacaciones cerrarán heridas entre jóvenes y veteranos; aliados de la nueva dirección y escépticos. Al menos eso se espera tras un año de mucho desgaste dentro y fuera de Mareo tras un último día con la puerta de salida a punto de atrancarse ante tanta entrada y salida y abierta desde las oficinas con un mando a distancia. Gran metáfora del actual Sporting.

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