Este partido del Sporting lo habían visto los aficionados rojiblancos varias veces en lo que va de Liga. Un encuentro gris, plomizo, con un equipo ordenado y solvente, que consigue adelantarse casi sin saber cómo ni por qué. Lo que nadie vio venir fue el giro de guión: el Sporting dejó escapar la victoria, los tres puntos y el liderato recibiendo un gol en los últimos minutos. Algo extraño, inusual en este nuevo Sporting de David Gallego en el que esa es, precisamente, una de sus mayores virtudes: el saber encajar. Donde siempre hubo este año aplomo y convicción, ayer hubo mandíbula de cristal. Un balón en el área que pudo estar mejor defendido sirvió a un Tenerife que apenas había inquietado a Mariño para empatar el partido. Y pudo ser peor. El portero gallego sacó a quemarropa un remate del central tinerfeño Sipcic en el descuento, que hubiera supuesto el gol de la victoria para los visitantes. No obstante, y aunque las sensaciones de ayer no fueron buenas -como quizá tampoco lo fueron en otros encuentros, pero entonces se encontraba el maquillaje del resultado-, el Sporting continúa en lo más alto de la tabla clasificatoria, con 13 puntos, los mismos que el Espanyol. De estas próximas dos semanas de partidos comprimidos y casi metidos a calzador dependerán muchas de las opciones del cuadro rojiblanco a final de Liga. Quince días y cinco partidos para tomar el pulso de este Sporting.
La Brújula