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La cuna de la quinta sportinguista de La Asunción

"Fuimos pioneros en entrenar a niños desde los 4 años y eso ayudó a que muchos estén ahora en el Sporting", afirma el presidente del club gijonés

En primer término, por izquierda, Pablo Jiménez-Alfaro Álvarez y Fernando Casado Criado sujetan la camiseta firmada de Gaspar como regalo para el club en el que se formó, junto a varios de los componentes de la cantera de La Asunción, ayer, en la Laboral. ÁNGEL GONZÁLEZ

El secreto está en atreverse a dar el paso antes que nadie. Al menos, así lo piensa el club de fútbol La Asunción, donde se iniciaron Gragera, Pelayo, Pablo García y Gaspar, completando Guille Rosas una quinta que ha impulsado al Sporting al ascenso directo y bebe del nombre del centro educativo gijonés en el que todos estudiaron, aunque Guille nunca llegó a vestir la camiseta colegial. "¿La clave de que tantos hayan coincidido ahora en el primer equipo? A sus grandes condiciones hay que añadir que fuimos pioneros en Gijón en entrenar a niños en edades tan tempranas como 4 o 5 años. Ellos fueron una de esas primeras generaciones y pienso que aquello les ayudó", afirma José Villanueva, Villa, presidente del conjunto gijonés.

"Nos llamaban locos.'¿Qué queréis montar una guardería?', nos decían. Fíjese, ahora iniciar a los niños en el fútbol a los 4 años es algo extendido, incluso se ha creado una Liga. Aquello nos diferenció", señala Villa cuando recuerda los primeros pasos de una idea en la que basa la fórmula magistral del éxito de La Asunción. Hace algo más de una década, el club gijonés decidió dar una vuelta de tuerca a su proyecto. No querían ser uno más, quedarse sólo en un apoyo para el desarrollo deportivo de los alumnos del centro. Hubo un toque de ambición competitiva. Fue el germen de un grupo de chavales que ahora han rejuvenecido al Sporting.

"Fui yo quien expuse en el club esa posibilidad de comenzar con niños tan pequeños, pero el trabajo y los frutos llegaron a través de un gran equipo de entrenadores y formadores que contribuyeron a ello. Fue eso y tener un poco de suerte, siempre necesaria para que en el fútbol llegues a lo más alto", apunta en referencia a la progresión experimentada por la quinta de La Asunción.

Pelayo Suárez, de 22 años, es el mayor de todos. El resto, Gaspar, Guille, Gragera y Pablo García nacieron en el 2000. Pelayo estuvo dos años en los prebenjamines antes de fichar por el Xeistosa, que le abrió las puertas de Mareo. Gaspar pasó tres años en el equipo del colegio y de ahí se fue a Mareo siendo todavía benjamín, idéntica trayectoria que Gragera, junto al que conquistó el campeonato de España de rojiblanco. Pablo García estuvo en prebenjamines para después continuar en el Xeitosa y vestir de rojiblanco más tarde, mientras que Guille Rosas tuvo en el Llano 2000 el trampolín que le llevaría primero al Xeitosa y después al Sporting. "Gaspar ya jugaba de escándalo en benjamines", aseguran varios de los entrenadores que vieron progresar a una generación en constante crecimiento. "Siempre destacaron", subrayan.

La cantera de La Asunción tiene más cartuchos reservados en el filial del Sporting. Los internacionales en categorías inferiores Iván Elena y David Argüelles también pasaron por las aulas del colegio y forman parte del filial rojiblanco a la espera de una oportunidad en el primer equipo. La misma a la que también aspira Fernando Somolinos, defensa juvenil que hoy pasa por el quirófano tras serle detectado una lesión quística en la cabeza que le ha hecho dejar aparcado el fútbol por el momento.

"Tener en el primero equipo a tanta gente de La Asunción es un estímulo para todos los que vienen de abajo. Son un ejemplo para nuestros 300 jugadores", apunta Víctor Garrudo, entrenador de uno de los cuatro conjuntos alevines del club gijonés, número que asciende a 19 cuando se echa un vistazo al organigrama completo de su estructura. No falta la escuela de iniciación, la cuna del éxito, donde empezó todo.

"Llevo 22 años de directivo y soy de los pocos que quedo de aquella generación. Cada vez que se anuncian elecciones no se presenta nadie", apunta Villa, entre la reivindicación por encontrar apoyo y el detalle de una fidelidad a la formación a prueba de bomba. Jubilado ahora del sector bancario, su vida giró en torno a conseguir lo mejor para un club que quiere seguir viendo crecer. Cuando el nombre del Sporting vuelve a ponerse sobre la mesa no paran de volver a aparecer nuevos vínculos. Villa es el suegro del exsportinguista Jorge García Torre y ha tenido a su lado, desde el inicio de su andadura en la directiva, a otro nombre con vínculo rojiblanco, Gaspar Campos-Ansó, el padre de "Gaspi", como se le conoce cariñosamente al actual futbolista del Sporting.

"Aquí a 'Gaspi' se le tiene especial cariño. Hasta los guajes vienen a entrenar protestando cuando David Gallego le deja un partido en el banquillo", señala Víctor Garrudo sobre el cariño del que fue uno de los revulsivos para que el Sporting lograra ante la Ponferradina su primera remontada en año y medio. La misma que le devolvió a zona de ascenso directo a Primera. "El chaval siempre nos tiene presente para echar un cable y hasta nos ha regalado su camiseta firmada como muestra de agradecimiento al club. La enmarcaremos y la pondremos en un buen sitio", señala Villa. Incluso el Sporting les dio cabida en Mareo la temporada pasada, mientras concluían las obras del campo de la Laboral, para que se entrenasen.

El modelo Asunción también triunfa fuera de los campos. Varios de sus representantes en el Sporting compaginan la búsqueda de un hueco en el fútbol profesional con una formación universitaria. Pelayo Suárez y Gragera cursan Administración y Dirección de Empresas; Pablo García, Magisterio y Gaspar, Ingeniería Informática. Entre los proyectos de este último, ayudar a crear la página web de Emilio González Nosti, responsable del área de psicología del Sporting. A la quinta de La Asunción, como a su club, no le falta atrevimiento.

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