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A la sombra de El Molinón | Los gijoneses que jugaron en el Sporting

Rogelio: “Mi debut fue idílico, ganamos al Madrid”

“Se vendió muy pronto a Luis Enrique, Manjarín y Abelardo y lo pagamos la siguiente generación”, dice el exlateral del Sporting

Rogelio Lamar, con una bufanda del Sporting, en la empresa de lavandería industrial en la que trabaja. | Á. González

Se le había resistido su debut con el primer equipo. García Remón le llevó varias veces convocado en la temporada 1993-1994, pero su salto al terreno de juego no se produjo hasta un curso después. Y llegó a lo grande. “Mi debut fue idílico, fue ante el Madrid, y ganamos con un gol de Velasco. El escenario jamás soñado”. Rogelio Lamar (Gijón, 1972) jugó dos temporadas en el Sporting, entre 1994 y 1996. Vivió una época de altibajos, en los que a los jugadores de la cantera y de Gijón se le daba muy rápido la oportunidad, pero sin paciencia. Y tuvo que verse obligado a irse pronto. “En el verano de 1996 cambió todo y nos cedieron a todos de forma masiva. Y ya tuve que continuar por otros derroteros”, apunta.

Rogelio formó parte de la generación de jugadores que tuvo que cubrir el relevo de la que fue la última etapa dorada. “Los que jugaron la UEFA años antes tenían aún el respaldo para dar el salto de Jiménez, Joaquín o Mesa. Tenían algún veterano para ayudarles con esa transición”, recuerda el que fuera lateral zurdo del Sporting. “Pero nosotros nos vimos en una situación complicado. Se vendió de forma masiva a gente importante. Se fueron muy pronto Luis Enrique, Manjarín, Abelardo y Óscar Celada y la siguiente generación lo pagamos, sin tener ese sustento de los veteranos”, afirma.

Su primera temporada en el club rojiblanco no fue fácil. “Éramos la plantilla más joven de la categoría”, recuerda. El año fue difícil. Hubo hasta tres entrenadores en el banquillo y se jugó la promoción. “Pero la sacamos adelante. Y eso que cuando llegaron Rezza y Doria al banquillo ni nos conocían”, rememora Rogelio Lamar, natural de la zona centro de Gijón, pero con ascendencia en Cimadevilla.

Su debut en el Sporting fue un sueño cumplido. “Fue la guinda al pastel. Llegué con nueve años a Mareo y con 22 debuté”, relata. En el verano de 1996 tuvo que dejar Gijón. Se fue cedido al Levante e inició una etapa en la que le entrenaron Miguel Montes o Josu Uribe, y en las que pasó por el Moralo, Pájara Playas, Avilés, Ribadesella y Ceares, donde se retiró con 33 años.

Tras dejar el fútbol trabajó como comercial, montó una tienda de ropa deportiva y ahora se encarga de la línea de producción y dirección de ropa laboral en la lavandería industrial en la que trabaja en el Tremañes. Y ahora, con una estabilidad laboral, tras dejar hace tres lustros el fútbol, también ha encontrado su afición para matar el gusanillo: lleva cuatro años de entrenador en el fútbol base, los tres últimos en la escuela Viesques Uribe, tras haber estado previamente en el Gijón Industrial.

Ahora sigue muy de cerca al Sporting, por su vínculo con Javi Rico, director deportivo de la entidad. “Coincidí con Javi Rico en el Sporting B, es casi como un hermano mío, mantenemos una gran relación. Me alegra mucho que le vaya bien. Me gusta su plan para el equipo y lo que veo en el campo”, cuenta. “El Sporting transmite que sabe a lo que quiere jugar, encaja muy poco, y hace ocasiones, y los chavales jóvenes están dando muy buen resultado. Esperemos que sigan así y no se vuelvan a los bandazos del pasado, de cambiar la filosofía de un tiempo por la casa de forma masiva y en otra no contar nada”, amplía.

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