La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

A la sombra de El Molinón | Los gijoneses que jugaron en el Sporting

Las ganas de jugar de Caco

El canterano, tras buenos partidos con el primer equipo, anotando varios goles, volvió al filial para contar con minutos

Caco Morán, antes de encuentro del juvenil B rojiblanco, que dirige. Marcos León

Todos los días, para ir al colegio, pasaba junto a El Molinón. De ahí le viene a Alejandro Morán Santamaría, “Caco Morán” (Gijón, 30-04-1973), su afán por debutar con el primer equipo del Sporting. “Para una persona de Gijón, del barrio de La Arena, que iba al colegio Piles, es un sueño”, explica Morán. Una quimera que empezó a fraguarse desde bien temprano. Comenzó jugando en El Arenal, donde “entrenábamos en los alrededores de la plaza de toros y en el parque de Isabel La Católica”. Y de ahí, el salto al Sporting, con 9 años, “para jugar en el equipo de pista”. Ya no dejaría la institución rojiblanca hasta los 24 años, logrando debutar con el primer equipo a los 21.

“Fui pasando por todos los equipos de la cantera hasta llegar al primer equipo”, rememora Caco Morán, que ascendió peldaño a peldaño hasta llegar al primer equipo, con el que jugó en Primera División tras cuatro años en el filial rojiblanco. “Fue un paso fugaz, ojalá hubieran sido más partidos, pero estoy orgullosísimo de haberlo conseguido”, explica ahora con perspectiva, “no tengo nada que reprochar, estoy agradecidísimo”. Fueron 14 partidos (12 de Liga y 2 de Copa del Rey) en los que llegó a anotar 4 goles en sus 8 primeros encuentros. “Tenía una media envidiable”, enfatiza entre risas Morán.

Su primer partido con el primer equipo, en pretemporada, fue “un debut soñado”. Fue en un torneo en Lisboa, frente al Belenenses y el Boavista. “Ganamos y marqué un gol”, rememora orgulloso. No guarda tan buen recuerdo de su primer partido en competición oficial. “Perdimos 5-0 contra el Betis en Sevilla”, explica, “de la que volvíamos tras el partido me dije: ‘no vales para esto’”. Un pesar que duró poco, hasta su primer partido en El Molinón. “Ganamos al Madrid 1-0, con el campo lleno, fue impresionante”, enfatiza.

Su irrupción en el primer equipo fue espectacular, con grandes actuaciones y varios goles. Pero en el mercado de invierno, el Sporting fichó a Hugo “Perico” Pérez, y Caco Morán perdió protagonismo. “Propuse volver a bajar a jugar con el filial, porque yo lo que quería era jugar, no pensaba en el profesionalismo, sino en disputar cuantos más minutos mejor”, remarca. Como prueba de ello, “después de los partidos, volvía caminando a casa y, al llegar, mi familia estaba cenando. Mi padre me preguntaba: ‘¿qué, cómo quedasteis?’ ¡Y yo venía de marcar un gol en Primera con el Sporting!”.

La decisión tomada por Caco Morán no fue entendida por todos. “Hubo mucha gente que no lo entendió, que pensaba que me había peleado con el entrenador o con la directiva, pero fue solo porque yo quería jugar”, incide. Y lo hizo. Con el filial fue capitán y máximo goleador, unos méritos que no le sirvieron para hacer la pretemporada con el primer equipo al año próximo.

“No tenía ni representante, pregunté a un compañero y me puso en contacto con uno, que lo llevaba a él”, relata Caco Morán, que tras valorar quedarse en Asturias en algún equipo de Segunda División B o Tercera para acabar la carrera de empresariales, finalmente optó por fichar por el Levante. Tras un año, se fue al Extremadura, donde consiguió el ascenso a Primera. A la siguiente campaña, mismo resultado con el Numancia. Aún logró un ascenso más a la máxima categoría, con el Recreativo de Huelva. Y, tras jugar con el Jaén, otro más con el Oviedo, de Tercera a Segunda B. Tras su paso por el equipo de la capital, jugó tres años más en el Lealtad, antes de dejar el fútbol, en los que aprovechó para acabar su carrera de Empresariales.

“Yo, con treinta y tantos, iba a clase con chavalinos, pero lo cogí con muchas ganas y conseguí sacarlo”, explica Caco Morán, “como no entrenábamos por las mañanas, me centré en los estudios”. Los resultados no se hicieron esperar, cosechando varios sobresalientes y matrículas de honor. “Mi padre siempre me dijo que lo del fútbol estaba bien, pero que su mayor ilusión es que estudiara una carrera, como mis hermanas”, enfatiza.

Tras completar la formación como entrenador, comenzó a entrenar en el Roces y en el Veriña, dos años en cada club, en los que llevó los equipos de División de Honor. Fue entonces cuando, nuevamente, entró en las categorías inferiores de Mareo, aunque esta vez como preparador. “Mi mayor aspiración es entrenar a mayores”, explica el exjugador, ahora mismo al frente del Juvenil B de División de Honor. Un objetivo que, de no poder cumplirse en el Sporting, puede que opte por hacerlo fuera, puesto que ya tuvo ofertas de equipos de Segunda División B y Tercera de la región.

Además, en Mareo también forma parte de la Secretaría Técnica rojiblanca, inmerso en varios proyectos de futuro de la entidad. Igualmente, colabora con la Fundación del Sporting, en la que buscan ayudar a colectivos desfavorecidos. “Soy un privilegiado por estar donde estoy”, sentencia.

Compartir el artículo

stats