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La crónica del Sporting: un equipo plano en Castellón

Dominio inútil del conjunto gijonés, que recibió los goles tras defender mal dos saques de banda y perdonó mucho en ataque, incluso un penalti

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Las imágenes del Castellón - Sporting LOF

Castellón 2 - 0 Sporting

Hasta ayer, el Sporting podía ser más o menos brillante, pero dominaba las áreas, allí donde se deciden los partidos. Frente al Castellón controló de principio a fin el juego, minimizó al rival con el balón, pero le salió todo al revés en los momentos clave. Y cuando acertó, como en una impresionante chilena nada más empezar de Djuka que pudo ser el 0-1, le frustró el criterio arbitral. Con Mariño en la grada, el Sporting recibió dos goles casi calcados, en segundas jugadas tras simples saques de banda. En ataque no aprovechó la flojera defensiva local en el primer tiempo, con un poste y un mano a mano fallado por Djuka. Y, para confirmar que no era el día, Carmona desperdició un penalti cuando todavía hubiese quedado media hora para la remontada. Ahí se acabó todo porque, con el Castellón atrincherado y el Sporting en su versión más plana, ya no hubo nada que hacer.

David Gallego se tomó al pie de la letra sus palabras y dejó inicialmente en el banquillo a los nueve jugadores que habían pasado el covid. Un premio para los que habían sacado adelante este complicado comienzo de año, aunque el entrenador recurrió a Pedro Díaz y Manu García cuando el equipo necesitaba reaccionar. No era el mejor momento porque Carmona acababa de fallar el penalti, pero Manu aportó algo de clase y desequilibrio entre tanto pase intrascendente.

El partido empezó con un golazo de Djuka, que no subió al marcador por el curioso criterio del juez asistente sobre el fuera de juego posicional. Cuando centró Bogdan, Cumic volvía de una posición adelantada, pero no intervino en la jugada ni molestó a ningún defensa porque estaba a su espalda. Así que la espectacular chilena de Djuka quedó a título de inventario e impidió que el Sporting afrontase el partido con el viento a favor. Lo curioso es que, una semana después de la polémica copera, nadie reparase en el perjuicio arbitral en una jugada que pudo ser determinante.

Tras un inicio movido, en el que Christian Joel respondió a un cañonazo de Marc Mateu, el Sporting aplicó su plan habitual: paciencia en la salida del balón, buscando el momento de llevarlo hacia Djuka. Todo controlado hasta que el Castellón sacó partido de una de esas jugadas de las que viven los equipos en apuros. La defensa gijonesa respondió bien al saque de banda largo de Mateu, pero nadie fue a tapar el centro del extremo, que puso el balón en el área con una rosca tan afilada que Cubillas solo tuvo que peinar para dirigirlo al palo largo, inalcanzable para Christian Joel.

Apretó el acelerador el Sporting, que sin necesidad de un gran juego combinativo empezó a llegar a la puerta local con peligro. Un mal despeje de Álvaro Campos dejó el balón a los pies de Cristian Salvador, que remató al poste. Dos minutos después, los centrales se hicieron un lío y Djuka lo tuvo todo a favor para cantar su decimotercer gol, pero tiró al muñeco. Y en el 39, el portero respondió con un paradón a un tiro de Carmona, aunque el linier volvió a meter la pata al señalar fuera de juego de Cumic, que pasaba por allí y no intervenía para nada en la jugada.

Con el Castellón mostrando sus debilidades, el Sporting aún tuvo el 1-1 antes del descanso, en un cabezazo picado de Cristian Salvador que se perdió junto al poste derecho de un superado Álvaro Campos. Tal como pintaba el partido, el empate parecía cuestión de tiempo. Eso mismo debió de pensar Gallego, que mantuvo el mismo once. Pero todo se vino abajo tras otra acción tan sencilla como mal defendida por el Sporting. Cubillas ganó el balón de cabeza en un saque de banda y Rubén Díez, con un toque de clase, lo dejó para la llegada de Gus Ledes, un cañonero que sorprendió a Christian Joel con un tiro raso y duro, pero parable.

El Sporting necesitaba algo, una señal de que puntuar era posible, y lo tuvo en un penalti tras una jugada confusa que acabó con Carmona en el suelo, arrollado por Gálvez. El capitán tiró de galones, sin que Djuka levantase la voz, pero Álvaro Campos rechazó el disparo y provocó un doble efecto: reforzó a sus compañeros, que ya no concedieron tanto en defensa y desactivó a los gijoneses, que se estrellaron contra un muro. Gallego retiró la confianza a Cumic y Aitor, que aportaron muy poco, y apostó por Pedro Díaz y Manu García.

En esa media hora final, el Sporting confirmó sus carencias ante equipos que se refugian en su área. El Castellón renunció incluso a buscar el tercero para proteger a su inspirado portero. Los pases de seguridad, casi siempre al pie, no inquietaban a los albinegros. Solo se encendía la luz del ataque sportinguista cuando Manu García aparecía en la escena. El mediapunta, que jugó por el centro desplazando a Carmona a la banda izquierda, rompió varias veces las apretadas líneas de contención castellonenses, pero siempre faltaba o sobraba algo para culminar. Hubo córners, remates bloqueados y pases de la muerte que no llegaban por poco a su destinatario.

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