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La crónica: El Sporting pena por dos regalos ante la Ponferradina

Un fallo de Mariño y otro de Pedro Díaz en tres minutos estropean un buen partido del equipo gijonés, que fue superior al equipo berciano

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El partido del Sporting, en imágenes

Ponferradina-Sporting (2-2)

Ponferradina: Caro (2); Paris Adot (2), Pascanu (1), Amo (1), Moi Delgado (1); Sielva (1), Larrea (1); Curro (1), Valcarce (2), Aguza (1); Yuri (1).

Cambios: Gaspar Panadero (2) por Sielva, min. 46. Erik Morán (1) por Larrea, min. 68. Doncel (1) por Gaspar Panadero, min. 73. Juergen (s. c.) por Curro. Dani Romera (s. c.) por Aguza, min. 87.

Sporting: Mariño (1); Bogdan (2), Babin (2), Marc Valiente (2), Saúl García (2); Pedro Díaz (1), Javi Fuego (2); Nacho Méndez (1), Manu García (1), Gaspar Campos (2); Pablo Pérez (2).

Cambios: Campuzano (1) por Pablo Pérez, min. 76. Aitor García (s. c.) por Gaspar, min. 83. Carmona (s. c.) por Nacho Méndez, min. 83. Cristian Salvador (s. c.) por Pedro Díaz, min. 83. Pablo García (s. c.) por Manu, min. 90+3.

Goles: 0-1, min. 38: Pedro Díaz, de penalti. 0-2, min. 47: Pablo Pérez. 1-2, min. 51: Curro. 2-2, min. 54: Valcarce.

Árbitro: Hernández Maeso (Comité Extremeño). Amonestó a Caro y Valcarce, por la Ponferradina; y a Pablo Pérez y Babin, por el Sporting.

El Toralín: Sin público.



Tres minutos de desconexión estropearon uno de los mejores partidos del Sporting en lo que va de temporada. Solo así se entiende que uno de los equipos más fiables de Segunda se dejara empatar cuando, con 0-2, la visita a El Toralín parecía resuelta. Todo empezó por un fallo del que nunca falla, Mariño, y siguió poco después por un regalo de Pedro Díaz a Valcarce, aprovechado por uno de los mejores de la Ponfe. La prueba de que aquello fue un accidente, o dos, es que el Sporting se levantó, volvió a apretar e incluso marcó un tercer gol, incomprensiblemente anulado por Hernández Maeso y, de forma aún más incomprensible, no rectificado desde la sala VOR. Así, entre resbalones propios y fallos ajenos, se le fueron dos puntos al equipo rojiblanco. Por todo lo demás solo llegaron buenas noticias desde Ponferrada. Sin Djuka y con el “once” más casero de la temporada, el Sporting dio la talla.

Desde la alineación, David Gallego envió dos mensajes claros: el de la justicia y el de la confirmación de que tiene una plantilla cada vez más profunda. El entrenador fue justo con Pablo Pérez, que después de media temporada en la grada, o participando en los minutos de la basura, sustituyó a Djuka como referencia ofensiva. Y, al margen del obligado de Bogdan por Guille Rosas, el técnico catalán aireó el “once” con otros dos cambios inesperados: Pedro Díaz por Gragera como acompañante del inamovible Javi Fuego y Nacho Méndez por Aitor García.

Las consecuencias no tardaron en apreciarse sobre la alfombra de El Toralín. Desde el principio se vio un Sporting más combinativo que profundo, más jugón que directo. Pedro, Nacho, Manu y Gaspar jugaron en Ponferrada y en Segunda como lo hicieron durante años en Mareo o en campos sin tanto renombre. Y, además, contaron con un socio fundamental, Pablo Pérez, capaz de aguantar los envíos en largo y de combinar con los apoyos de la segunda línea. Así, el Sporting no solo frenó de inicio a la Ponfe, sino que fue a buscar la puerta de Caro sin remilgos.

Por cambiar, el Sporting incluso limitó los interminables rondos entre sus centrales para iniciar las jugadas. El balón salió desde atrás con fluidez, gracias también a dos laterales sin complejos, y pronto llegaron las oportunidades. En el minuto 7, un centro de Bogdan fue rematado por Pablo Pérez, demasiado centrado. A continuación, una contra llevada por Pablo y Manu acabó con un cañonazo de Nacho desde la frontal, rechazado por Caro. Y en el 16 fue Pedro Díaz quien conectó su cañón, enviando el balón cerca del larguero.

La Ponferradina, superada en el centro del campo por este Sporting “made in Mareo”, se resignaba al papel de invitada en su propia casa. Pero algo tendrá este equipo cuando, a estas alturas, pica a la puerta del play-off. Tiene, por ejemplo, jugadores atrevidos y con calidad, como Aguza, que enganchó un centro de Curro con una media chilena que no fue gol porque Mariño estiró su brazo mágico para enviar el balón a córner. El Sporting tomó nota y volvió a lo suyo, hasta que la conexión entre Gaspar, Saúl y Pablo provocó la alocada salida de Caro y un penalti clarísimo que transformó Pedro Díaz con suspense porque el portero llegó a tocar el balón. El 0-1 fue el premio, incluso corto, para un equipo que –como indica la clasificación– estuvo un escalón por encima de su rival.

El árbitro anuló el 2-3 a Gaspar Campos por una inexistente falta de Babin a Yuri

Esa sensación de superioridad se confirmó nada más volver de los vestuarios. Pedro Díaz sacó una falta lateral y por el centro del área apareció, poderoso, Pablo Pérez para cruzar el remate con un giro de cuello, como un consumado cabeceador. Con 0-2 parecía todo el pescado vendido. Pero entonces llegó uno de esos giros del guión que convierten al fútbol en un deporte de lo más imprevisible.

La Ponferradina, que no había vuelto a inquietar a Mariño desde mediado el primer tiempo, llegó al gol de manera sorprendente. Curro jugó a la lotería con un remate desde más de veinte metros y le tocó el gordo porque al guardameta sportinguista se le escurrió por debajo del cuerpo. El segundo lapsus de Mariño esta temporada, muy parecido al anterior, en Alcorcón, hubiese quedado como una anécdota si no fuese porque otro jugador habitualmente fiable, Pedro Díaz, también tuvo un apagón solo tres minutos después.

Con el equipo saliendo y un montón de opciones de pase fáciles, el centrocampista le dio una asistencia de gol a Valcarce, que encaró con todo a favor a Mariño. Le intentó picar el balón sobre su salida y, aunque el gallego llegó a tocar, remachó casi sobre la raya sin oposición. Aquello empezaba a parecerse sospechosamente a Las Palmas, cuando se pasó de un 0-2 a un doloroso 3-2.

Pero aquel Sporting no es el actual, un equipo maduro, que tiene un plan y lo suele ejecutar con precisión. Así que volvió a tomar el mando del partido y, de hecho, marcó un tercer gol que debería de haber sido el de la victoria. Pablo Pérez peinó un córner en el primer palo y Gaspar Campos remachó en el segundo. El silbato del árbitro no anunciaba nada bueno. Hernández Maeso vio falta en una pugna entre Babin y Yuri que, como mucho, hubiera podido ser penalti del brasileño. Y, lo que es peor, Vicandi Garrido no le sacó de su error desde el VAR.

El Sporting no se resignó y, como los equipos grandes, siguió a lo suyo, jugando al fútbol, dominando la escena y buscando la puerta de Caro. Y, entonces, sí que echó un poco de menos a su goleador de cabecera. Porque los armadores rojiblancos llevaron a menudo el balón al área o sus inmediaciones, pero nadie fue capaz de mandarlo a la red. Siempre faltaba o sobraba algo. Por ejemplo, a Manu García le sobró un regate cuando se había ganado una buena posición de disparo tras una arrancada por sorpresa de Babin.

A Javi Fuego y Campuzano, al que Gallego le dio un cuarto de hora, les faltó un poco de precisión para enviar sus remates lejos de los guantes de Caro, el mejor de la Ponferradina. A esas alturas, el entrenador rojiblanco había refrescado al equipo con tres cambios buscando la frescura que empezaba a faltar. También Bolo movió su banquillo y una de sus incorporaciones, Juergen, tuvo en sus botas el 3-2.

Tras la única aparición relevante de Yuri, el colombiano enfilaba hacia Mariño cuando Marc Valiente se cruzó de manera providencial para no hacer más sangrante la herida. El Sporting no se asustó y en el amplio descuento provocado por tanto VAR volvió a estar cerca de la victoria. Especialmente Carmona, al que se le fue por poco un remate al que esta vez no hubiese llegado Caro. Poco después sonaba el silbato de Hernández Maeso, al que el Sporting tendría mucho que reprochar si no fuese porque antes debería de mirar hacia sí mismo para no cometer errores tan graves como los que le costaron dos puntos en El Toralín.

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