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El sportinguismo despide a Joaquín Vega, “un entrenador entrañable”

“El Bola”, uno de los técnicos que inició la Escuela de Mareo, fue un popular grupista, defensor de la hostelería y trabajador de la banca

Sobre estas líneas, un momento del acto de celebración de la palabra por Joaquín Vega en el tanatorio de Cabueñes. A la derecha, Joaquín Vega durante su etapa como entrenador de las categorías inferiores del Sporting. | Ángel González / J. V.

El sportinguismo despide a Joaquín Vega, “un entrenador entrañable”

El Sporting despide a uno de los entrenadores que ayudaron a fraguar la leyenda de Mareo. Joaquín Ángel Vega Rodríguez, “El Bola”, recibió ayer en la capilla del tanatorio de Cabueñes el último adiós tras fallecer en Gijón a los 78 años después de una vida intensa en la que su carisma caló más allá de las muchas generaciones de futbolistas que pasaron por sus manos. Barman y rostro en su juventud de locales tan populares como el Café Oriental o el Tívoli, ya desaparecidos, era un reconocido grupista que acabó ganándose la vida en la Banca Masaveu, primero, y en el Banco Herrero, después, sin dejar de cuidar al gremio de la hostelería. Habitual en las tardes de toros de El Bibio, este candasín considerado un hijo más de Cimadevilla es recordado por quienes compartieron con él trayectoria vital y deportiva como “una persona humilde, generosa y un entrenador entrañable”.

Para quienes compartieron con él infancia era “El Bola”, apodo que se ganó por su habilidad con las canicas. Para el mundo del fútbol era Joaquín, el hombre que marcó una época en categoría alevín junto a un histórico como Jesús Uribe. “Era una persona cercana, de un trato fenomenal. Formó parte de un grupo de entrenadores que hizo de Mareo referencia y fomentó su crecimiento estando presente desde el inicio de la Escuela”, explica Joaquín Alonso, responsable de relaciones institucionales del Sporting.

Luis Mitre, exdirectivo del conjunto gijonés, tuvo en él mucho más que un compañero en el Sporting. “Su madre y la mía trabajaron juntas en el Hernán Cortés. Éramos más que amigos, hermanos. Ya trabajamos juntos en el Tívoli, en 1968. Era excepcional en el trato, bondadoso. Como entrenador veía bien el fútbol. Fue como un padre para los críos que jugaban en el Sporting”, detalla.

De las palabras de Mitre dan prueba muchos de aquellos chiquillos que dirigió Joaquín Vega. “Fue el segundo entrenador que tuve tras Jesús Uribe. Sólo deja buenos recuerdos”, asegura Javi Rico, actual director deportivo del Sporting. “Tuvo siempre un gran trato para formar a niños que soñábamos con poder jugar al fútbol”, añade Raúl Santos, exjugador rojiblanco. “Fue parte importante en la formación de nuestros valores personales y la persona que decidió mi demarcación en la pude llegar al fútbol profesional”, apunta el también exrojiblanco Juan Ramón López Muñiz. Ellos, como tantos otros que crecieron junto a Joaquín (Abelardo, Monchu, los hermanos Ablanedo...), se han volcado con una familia en la que deja viuda, María del Pilar González, y tres hijos: Joaquín Ángel; Pilar María, “Piluca” y Javi Vega, “Nica”. “Ver un partido con él era un máster de fútbol”, asegura este último, quien ha heredado su pasión por entrenar, formando parte actualmente del organigrama de la Escuela de Fútbol de Mareo.

Joaquín Vega, quien llegó a jugar como extremo en el Deportivo Gijón, por entonces filial del Sporting, también pasó por los banquillos de clubes emblemáticos en Gijón como el Riestra, el Arenal o el Llano 2000. A finales de la década de los noventa del pasado siglo tomó la decisión de retirarse del fútbol, sin dejar de seguirlo. Algo que hizo también intensamente presumiendo siempre de un sportinguismo “que contribuyó a hacer más grande”.

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