En un domingo festivo como pocos en nuestra región, con la celebración del Día del Bollu, con un sol radiante y en horario más propio de una sesión de vermut, con todas las restricciones habidas y por haber, se enfrentaban en El Molinón Enrique Castro ‘Quini’, un Real Sporting que volvía a su fortín después de haber asaltado Vallecas, ante un Mirandés cargado de bajas por el brote de coronavirus, sin haber jugado por este motivo las dos últimas jornadas y teniendo que recurrir a un ex del Sporting, Pablo Álvarez, para dirigir a los rojillos desde el banquillo, sustituyendo al otro gran ausente en este choque: el ex entrenador rojiblanco José Alberto.

Para esta ocasión y con la vuelta del montenegrino y de Manu García de los compromisos con sus respectivas selecciones, unida a las molestias de Pedro Díaz que le obligaron a retirarse en el partido de Vallecas, David Gallego optó por mantener a Cristian como pareja de Javi Fuego, siendo las alas para Aitor y Nacho, con los citados Manu y Djuka como puntas de lanza. Otro que se caía de la lista de convocados era Pablo Pérez, castigado también por el esfuerzo del partido entre semana.

El Real Sporting tenía muy claro que no podía dejar pasar semejante oportunidad para asentarse en su privilegiada posición en la tabla clasificatoria, por lo que desde el primer momento imprimió un alto ritmo, con un fútbol muy vertical lo que se tradujo en claras ocasiones para Aitor primero y para Djuka después. Tras estos primeros avisos el Mirandés intentó adelantar líneas, para presionar en mayor medida la salida de balón por parte de los rojiblancos.

Tuvo así el Mirandés sus primeros acercamientos con cierto peligro, como cuando se alcanzaba el primer cuarto de hora, con un buen remate de Caballero desde el borde del área grande, que se encontró con un Mariño bien situado.

Lo cierto es que mediada la primera parte, el Sporting había perdido todo el empuje inicial y volvía a ser ese equipo que se caracteriza por saber mascar los partidos, hasta encontrar el momento en el que dar el mordisco definitivo. De esta manera, el Mirandés casi más por invitación que por convicción, se hacía por momentos con la posesión del balón.

En el minuto 22, de nuevo Mariño muy bien posicionado, salvó con una estirada un remate de Iván Martín que buscaba con toda la intención su segundo palo. Le duraba demasiado poco al Sporting el balón y sus jugadores más creativos, apenas entraban en contacto con el mismo. Su fútbol se volvía demasiado previsible.

Se llegaba a la media hora de juego con unas estadísticas que antes del partido, quizás no fueran la esperadas. Y es que ambos equipos habían disparado tres veces entre los tres palos. Mala señal en el caso del Mirandés.

Justo en ese minuto 30 el Sporting volvió a tener una clara ocasión, con un intento de asistencia de Nacho Méndez tras recibir de Manu, que no alcanzó por desgracia a su destinatario, el montenegrino Djuka. La jugada en directo no pareció tan complicada de resolver de mejor manera por parte del luanquín.

Los últimos compases del primer tiempo fueron de nuevo contra lo que hubiera sido lo esperando, de dominio alterno, con el Mirandés valiente sin renunciar absolutamente a nada. O los jugadores de David Gallego estaban convencidos de que tarde o temprano su hipotética superioridad habría de prevalecer, o sencillamente se habían visto sorprendidos por el descaro de los de Miranda.

Un buen centro de Pablo García al que no pudo llegar Djuka cuando se cumplía el minuto 42, fue otra de las ocasiones de las que dispusieron los rojiblancos. Curiosamente en la siguiente jugada, fue el otro lateral, Bogdan, quien se introdujo en el área rival por su costado, forzando el saque de esquina. Eso era lo que necesitaba el Sporting: mayor profundidad por las alas, por las que ni Aitor ni Nacho, apenas se habían prodigado.

Se llegó así al descanso con empate sin goles. Un resultado que a tenor de lo visto, habría de calificarse como justo. Partido con cierto atractivo para el espectador neutral, pero para nada esperado para la afición sportinguista, quien sin infravalorar a un rival plagado de bajas, puede que se esperase a un equipo que hubiera ofrecido una mayor intensidad en su juego de ataque, con mayor productividad si cabe de ocasiones de gol.

No se había cumplido el primer minuto de la reanudación cuando un caracoleo de Manu García, acabó con un disparo raso de la perla de Mareo, que se fue rozando el palo derecho de la portería defendida por Lizoain. El Sporting volvía a salir como ya sucediera en la primera parte, con la intención de imprimirle un ritmo alto al encuentro, sabedor de que el tiempo siempre iba a correr a favor de su rival.

Era el minuto 50 cuando al saque de una falta, el balón le cae muerto a Babin, que remacha a placer a la portería del Mirandés, aunque previamente la pelota le toca en el antebrazo del de Martinica, completamente pegado al cuerpo. La jugada sin embargo es más compleja aún, porque previamente hay contacto de la pelota en el brazo de Messeguer, tras el primer remate de Uros. La confusa jugada tras su revisión por el VAR, acaba en penalti, transformándolo con seguridad el máximo goleador de la categoría, engañando por completo a Lizoain. Suma y sigue para el montenegrino.

Con el marcador a favor y ya sin tanta urgencia, el Sporting comenzó a combinar con mayor tranquilidad, sin que el Mirandés pareciera encontrar el modo de reponerse al golpe sufrido. Aun así quedaba por delante media hora, en la que con un marcador tan apretado, nunca es bueno dormirse en los laureles.

Corría el minuto 66 cuando Aitor dejó su puesto a Gaspar Campos. No fue malo el partido del onubense, si bien se sigue echando en falta su aportación goleadora.

Tuvo en el 69 el Mirandés la oportunidad para empatar en un gran remate de cabeza desde el interior del área del recién ingresado en el campo, Moha, quien se anticipó claramente a su marca, Bogdan.

Tres minutos después una entrada completamente a destiempo de Babin en el centro del campo, fue castigada con tarjeta amarilla, significando la quinta del central, lo que le hará perderse el siguiente encuentro en Tenerife. Alguno viendo la acción, pudo pensar que estaba planificado.

Pero fue justo fue sacarse la falta, y el Mirandés tras mover sobre el césped de un lado a otro el balón, encontró a Moha completamente solo en el segundo palo, para batir por bajo a Mariño. Jarro de agua fría para los locales, con un cuarto de hora para que los locales intentasen poner remedio al contratiempo sufrido.

En el minuto 77 David Gallego retiró a Cristian, entrando Pedro en su lugar, buscando un refresco para el centro del campo y de paso, mayor peligro con sus lanzamientos desde fuera del área.

A todo esto el colegiado vasco, Gorostegui Fernández, ordenó la expulsión de Pablo Álvarez del banquillo visitante. La cara del ex del Sporting no podía mostrar mayor incredulidad.

Aunque para incredulidad la de la afición sportinguista, cuando un mal entendimiento entre Mariño, fuera de su portería, unido a un defectuoso despeje de Valiente, propició el remate preciso de Iván Martín a portería prácticamente vacía, aprovechándose de que la fortuna quiso que el rechace le cayese al pie.

Con la entrada de Carmona por Pablo García, David Gallego apuraba sus últimas opciones en un partido que increíblemente el Mirandés le había remontado a los suyos. Lo más parecido que recordaba la parroquia rojiblanca era aquella remontada en Gran Canaria.

Se volvía a demostrar así que en esta Segunda, a poco que te despistes, cualquiera te hace un reloj, incluso con la mascarilla puesta.

Lo que es el fútbol: justo en el primero de los famosos últimos diez partidos de la competición, esos que dicen que todo lo deciden y frente a un equipo que venía con piel de cordero, fue a llegar la primera derrota en El Molinón Enrique Castro ‘Quini’. Y de mirar con el uno a cero a favor con ambición los puestos de ascenso directo, después de esta derrota, se vuelve volver la vista a los que vienen por detrás, apurando sus opciones por entrar en el playoff.

Una verdadera lástima la oportunidad perdida por el Sporting, a quien casi sin tiempo a lamerse las heridas, le toca preparar el partido del próximo viernes en Tenerife. Y a ser posible, aprender de los errores cometidos para no volver a reincidir en los mismos.

 

Post Scritpum: con la nueva ausencia de Campuzano, hay algunos que empiezan a preocuparse por la aparente fragilidad del que iba a ser refuerzo para el ataque rojiblanco. Sin Pablo este domingo en el banquillo, las carencias en esa parcela se hicieron más que evidentes.