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La razón de los guantes de Gragera: mal riego en las manos tras el covid

“Es un cosquilleo incómodo, no me genera ningún problema”, afirma el jugador | “Casos asociados a otros virus mejoran”, dicen los expertos

José Gragera, en el centro, golpea el balón entre Borja López y Guille Rosas durante el entrenamiento de ayer en Mareo. Ángel González

““Me gustaría explicar el motivo de jugar con guantes. Tras pasar el covid-19, me han quedado algunas secuelas: el síndrome de Raynaud”. José Gragera anunció así el problema que arrastra desde que, el pasado mes de enero, hasta nueve jugadores del Sporting dieran positivo. “No me riega bien la sangre en las manos y por eso tengo que utilizar guantes”, resumió el futbolista sobre una patología que le hace lidiar “con un cosquilleo incómodo, incluso se me ponen moradas y amarillas las manos”. Más allá de eso, el centrocampista gijonés asegura que “no me genera ningún problema, tampoco a nivel anímico” y pide darle normalidad a que se le vea jugar habitualmente con las manos cubiertas.

“No es síndrome, lo correcto es denominarlo fenómeno de Raynaud”, corrige Amelia Carro, cardióloga. Candasina especialista en cardiología deportiva, adelanta que esta alteración “para nada tiene que afectar al rendimiento como futbolista” de Gragera y pone algo de luz sobre una de las consecuencias del covid-19 a las que los deportistas y ciudadanos deben enfrentarse.

“Hablamos de una alteración de la microcirculación. Si nos imaginamos que el sistema circulatorio es como un árbol, nos referimos a las ramas más pequeñitas, a los vasos sanguíneos de manos, pies, orejas o labios. Estos vasos pequeños tienen espasmos y no dejan pasar bien la sangre en ese momento. Se acentúa en condiciones de exposición al frío o estrés emocional. Las consecuencias son cambios en la coloración de la piel. Primero se pone blanca, después cianótica y luego, rojiza”, detalla quien es responsable del Instituto Corvilud. En resumen, algo más estético y un tanto incómodo (a veces doloroso), pero nada que condicione el quehacer cotidiano ni el alto rendimiento.

En cuanto a la evolución, la doctora Carro explica que “no sabemos cómo será. Todavía no conocemos el covid-19 en toda su extensión. Conocemos el ‘bebé Covid’, que estamos viendo en fase agudas y subagudas, pero no su comportamiento a largo plazo”. Por ello, deja la puerta abierta a que las secuelas que tiene Gragera puedan reducirse o desaparecer, pero es pronto para asegurarlo. “No podemos decir qué pasará con este chico en concreto, pero los casos que conocemos asociados a otros virus, no al covid-19, normalmente son transitorios y no generan una secuela. Tienden a mejorar”, subraya. La solución para Gragera, por el momento, es continuar con las recomendaciones que le han hecho desde los servicios médicos del Sporting: ponerse guantes. “En casos severos o muy sintomáticos, existen fármacos que ayudan a mejorar su vasorreactividad, pero de inicio, no hace falta”, añade Carro.

La doctora Amelia Carro también pide paciencia y un seguimiento intensivo a quienes, tras pasar el covid, pretenden recuperar la actividad deportiva. Ya sea en alto rendimiento, o no. “No basta una prueba negativa de PCR para una reincorporación segura. La negatividad de la PCR (o antígenos) habla de que no habrá contagio, pero no que el cuerpo esté recuperado para volver a ejercitarlo. Se requiere un asesoramiento muy individualizado para ir conociendo todos los síntomas”, explica. Carro asume la dificultad de medir el impacto a corto o medio plazo en el rendimiento porque “cada caso es distinto”, y recuerda algunas de las pautas a seguir. “Sabemos que el covid-19 produce una cascada inflamatoria y puede producir daños al corazón. También pueden haber secuelas respiratorias que pueden influir en variaciones de los parámetros del cansancio. Hay que hacer una valoración presencial (no telefónica) y seguimiento detallado. Hasta que no hayamos limpiado bien nuestros órganos no podemos recuperar como antes la actividad física”, concluye.

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