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Lleva tatuado el escudo del Sporting, la camiseta de Quini y a su padre: Manu Preciado, rojiblanco a flor de piel

“Justos de fuerzas, pero ahí seguimos; ¡a por ellos!”, anima / El día 6 se cumplirán nueve años del fallecimiento de Manolo Preciado

Manu Preciado M. P.

En el brazo izquierdo lleva tatuado un escudo del Sporting; a él mismo paseando ante El Molinón con sus hijos y portando la camiseta de Quini y dos grandes imágenes de su padre, Manolo Preciado. Manu cuida la herencia futbolera. Sportinguista desde que Preciado marcara una época en Gijón, también sigue su legado a través de los banquillos, en Cantabria. “Estoy entrenando al Noja. Si ganamos este fin de semana ascendemos a Tercera. Irían tres ya”, apunta tras los sumados como técnico en otros dos clubes montañeses: el Internacional (a Preferente) y el Riba (a Tercera). “¿El Sporting? Justos de fuerzas, pero ahí seguimos. Hay que apoyar. Sería la leche subir ¡A por ellos!”, desea con ese vozarrón rotundo de los Preciado.

Preciado, a flor de piel Ángel CABRANES

El próximo 6 de junio se cumplirán nueve años del fallecimiento de Manolo Preciado, el entrenador que lideró el ascenso en 2008. “¿Aniversarios? Yo me acuerdo todos los días de él”, apunta Manu sobre su padre. “Allá donde voy todo el mundo me habla de mi padre. Mire, vengo de pasar unos días en Valencia junto a amigos de él y ver que toda esa gente le sigue teniendo tan presente a pesar del paso de los años… Eso te emociona más que cualquier aniversario”, señala.

Preciado, a flor de piel Ángel CABRANES

Manu vive en Liencres, una localidad costera de Cantabria, a unos cincuenta kilómetros de Noja, el lugar donde aspira a celebrar un doble ascenso, el propio y el del Sporting. “Me metí porque había un gran proyecto para luchar por el ascenso. Ojalá podamos conseguirlo”, comenta sin ocultar que la vida también le está avisando para echar el freno. Padre de dos niños, Valeria y Raúl, de 6 y 5 años, respectivamente, apunta que que pase lo que pase, a partir de junio se planea tomar distancia con el fútbol. “Al menos, durante un tiempo”, añade. La razón, la necesidad de dedicar más tiempo a los pequeños. Su agenda se completa con atender varios de sus negocios. Entre ellos, una peluquería barbería con estudio de tatuajes que posee en Liencres y donde “estoy montando un museo de mi padre. Tengo un montón de trofeos que para estar guardados, prefiero que los vea allí la gente”.

“¿Y cómo estoy viendo al Sporting? Demasiado bien, porque están consiguiendo más de lo que todos esperábamos”, señala Manu cuando se le cuestiona sobre la temporada del conjunto de Gallego. “Las dos plazas de arriba estaba bastante claro que iban a ser para el Espanyol y el Mallorca, por eso estar todavía ahí es la leche”, subraya ante el pulso final de los rojiblancos por lograr un sitio en la promoción de ascenso. Para Manu, el mayor punto a favor de los gijoneses es que “han logrado ser un bloque”. Este aspecto lo considera diferencial: “Veníamos de unos años en los que no sabíamos muy bien a qué jugaba el equipo”.

La oportunidad de que el Sporting celebre un regreso a Primera devuelve a Manu Preciado a 2008. “Aquel equipo era diferente al de ahora. Era más alegre en ataque”, apunta pendiente de cuadrar horarios para volver de visita Gijón. “Iba a ir hace poco para ver la estatua de mi padre con Valeria (su hija), pero finalmente no pudimos. Iré cualquier día de estos”, comenta. Es consciente de que, en unos meses, el paseo para ver el homenaje en bronce a Preciado tendrá una nueva parada, la estatua que se le prepara a Quini. “Me alegro muchísimo de que salga adelante. El Brujo se lo merece. Y cuanto más cerca esté de la de mi padre, mejor”, concluye Manu.

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