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vasyl Kravets | | Futbolista del Sporting

La historia de superación de Kravets: de comprar un coche a su padre con su primer sueldo, al Sporting

"Vivo el fútbol como la familia, muero por él", afirma el rojiblanco. Testigo de la guerra en Ucrania, es claro: "Cambió a la gente"

Kravets posa para LA NUEVA ESPAÑA ayer, en Mareo. Juan Plaza

Tiene fama de tímido y sorprende encontrarse con un gran conversador. Incluso bromista. “No soy un figura, soy un chico de la calle, por eso no me gustan las entrevistas. Ni siquiera me gustan las redes sociales. De hecho, tengo perfil personal por mi mujer. ¡Piensa que en unos años puedo tener el reclamo de Ronaldo o Messi!”, bromea entre risas Vasyl Kravets (Leópolis, Ucrania, 20-8-1997). Uno de los cinco fichajes del Sporting esta temporada, atiende a LA NUEVA ESPAÑA sobre el césped del campo número 2 de Mareo. Busca la sombra, odia el calor y dice sentirse querido en Gijón, especialmente en el vestuario. Llegó cedido desde el Leganés por una temporada. Aspira a quedarse muchos años.

¿Cómo es Leópolis?

Nací en un pueblo pequeño a las afueras de Lviv (Leópolis en ucraniano), pero crecí en la ciudad. Es la capital cultural de Ucrania, una zona guapa, muy verde, como Asturias y Galicia.

–¿Cuándo empezó a jugar al fútbol?

En mi pueblo, pronto. En un equipo, a los cinco o seis años. Mi club siempre fue el Karpaty. Primero empecé con chicos mayores que yo, luego ya fui jugando en plantillas de mi edad. No siempre fui lateral izquierdo. Mis dos primeros años fueron como central y más tarde probé en la banda izquierda. Mi primer partido como lateral fue a los 10 o 12 años. Un compañero se había lesionado y el entrenador me dijo que me pondría ahí. Era un niño, quería jugar siempre, y mire lo que ha pasado al final.

–¿Cuándo ve que puede ser futbolista?

Siendo juvenil me fui de pretemporada a Turquía con el primer equipo. Nuestro club estaba sancionado sin poder fichar y tenían que tirar de la cantera. Me gané seguir entrenándome con ellos pese a que jugaba con el filial, y a los dos o tres meses el delegado del equipo me dice que pase por la oficina, que me van a dar mi salario. ¡Me pagaron como unos 6.000 euros! ¡Tenía unos 17 años! Cuando llegué a casa y se lo mostré a mi madre (Lilian, ama de casa), no me creía. Pensaba que se lo había cogido a alguien por ahí (se ríe). Le pregunté qué hacíamos con aquello.

–¿Qué hicieron?

Decidimos comprarle un coche a mi padre. Un Peugeot Partner. No es un gran coche, pero es bueno y tiene un gran maletero. Así le servía para el trabajo. Fue su primer coche. Todavía lo tiene. Es técnico de aire acondicionado. También soldador. Es un manitas. Mis padres me han ayudado mucho y en mi cabeza está el ayudarles a ellos. Mi hermano (Roman) también juega al fútbol en el FC Liv. Tiene 7 años, en realidad hace de todo, porque practica también natación, tenis… No sé si también querrá dedicarse al fútbol.

–¿Por qué dio el salto a España?

En Ucrania hay un buen nivel, pero siempre es el mismo fútbol. En España cada entrenador tiene una idea diferente y eso permite mejorar. Tenía ofertas del Lugo y del Dinamo de Kiev. En un día tomé la decisión.

–Es muy querido en el conjunto gallego.

Tuve la suerte de que mi primer equipo en España fuera el Lugo. Es como una familia y así entiendo el fútbol. Pienso que lo más importante es que jugadores, cuerpo técnico, todos trabajemos como una familia. Eso te puede llevar a competir con un Madrid o un Barcelona. Aquí hay ese espíritu. Sé que puedo morir con estos compañeros. Si no hay ese buen rollo en el vestuario, es imposible que se vea en el campo.

–¿Por qué no triunfó en el Leganés?

Venía de dar mi mejor nivel en el Lugo, con Francisco como entrenador, teniendo unos niveles en cuanto a peso y nivel de grasa que siempre han sido los mismos. Cuando llegué a Leganés me pidieron que bajara el porcentaje de grasa del 12 al 7 u 8%. Y de peso, a 75. Bajé, me decían que estaría mejor físicamente, pero no tenía fuerza ni nada. Ahí llegaron partidos ante Valencia o Atlético de Madrid. Luego, Felipe (Moreno, dueño del Leganés) y Txema (Indias, director deportivo) me dijeron que no tenía nivel para jugar en su club.

–¿Cómo lleva lo del peso en el Sporting?

Mis niveles están como en Lugo. Si en Lugo viví mi mejor etapa como futbolista, aquí creo que puedo dar más. Con todo, ante Burgos y Tenerife lo di todo, el cien por cien, pero ese cien puede ir en aumento con el paso de las jornadas. Con los compañeros hago siempre la broma de que tengo el tiro de Roberto Carlos, la velocidad de Bale en el Tottenham, la defensa de Maldini, el toque de Marcelo... Y estoy gordo como Ronaldo Nazario (se ríe).

–Es uno de los jugadores de Segunda con más centros al área.

–No importa el número de centros, importan las asistencias. Se necesitan goles. Prefiero centrar tres y que el equipo haga dos tantos que meter treinta balones.

–Dice el exrojiblanco Roberto que usted es muy bueno lanzando las faltas.

–¡Aquí me fuman siempre! En el último partido pedí a Djuka tirar. Y me dijo, mañana, mañana tiras (se ríe). No hay problema. Solo le pido que marque.

–¿Manda mucho Djuka?

–Nunca sabes cuándo está de broma o enfadado. A veces te lanza una mirada que da miedo y de repente se ríe. Es muy buena persona.

–Usted ya jugó con Rivera y ahora puede venir Cuéllar.

–Es un muy buen portero, muy buena persona y un poco loco. Si viene no sé si jugará él o Diego. Los dos son muy buenos.

–¿Cómo es su relación con Gallego?

–Le gusta tener disciplina. Para él todos los jugadores son iguales. Si tienes fallos, te dice que el error es tuyo, a la cara, pero sin llevarlo a lo personal, sin hacer diferencias con el resto. Piensa en equipo.

–¿Y con su competidor, Pablo García?

–Trabajamos para jugar y mejorarnos el uno al otro. Que sea un problema para el entrenador elegir. Si llega el momento de que juegue Pablo, le ayudaré. De la misma forma que deseo suceda en caso contrario. Si Dios viniera y me dijera que no voy a jugar pero mi equipo va a ganar todos los partidos le daría la mano: que sea así.

–¿Ha probado ya la sidra y la fabada?

–No. Creo que solo el cachopo. ¡Necesito guardar dieta! Me gusta mucho la carne. No soy de salir. Soy más de comidas o cenas tranquilas, o de preparar una barbacoa en mi casa o en la de los amigos. Vivo en Viesques, pero en unos días me traslado a una casa de campo. Así tengo más sitio para que vengan a visitarme mis padres, mis abuelos y mi perro (“Pug”, de raza pomerania). Es como mi otro hijo.

–Creo que es muy aficionado a la pesca.

En Lugo salí tres veces con Mario Barco, pero no cogí nada. En Ucrania compito con un amigo a ver quién saca la pieza más grande. Me llama el alumno, pero lo hago mejor que él. Normalmente sacamos carpas. Puedes esperar cuatro horas y sacar un bicho de 30 kilos o de 600 gramos. En Asturias no he podido aún salir a pescar. En los últimos días de descanso sólo podemos movernos en un radio de 100 kilómetros. Quiero sacarme la licencia.

–¿Qué le dice su familia de haber venido a Gijón?

–Mis padres solo me preguntan: “¿Eres feliz?” Saben que aquí lo soy. En etapas anteriores, cuando no lo he sido, me han dicho: “No pasa nada, sigue”. Es lo que siempre hago. Mi mujer me sigue a todos lados. A mi hija Emilia también se le ve feliz.

–Las citas internacionales se llevan la semana que viene a Djuka, Guille y el Puma.

–Hay que seguir. Ojalá vuelvan más fuertes tras el paso por la selección.

–¿La felicidad es el ascenso?

–Es una motivación y me gusta tenerla. Quiero subir, pero antes quiero tener un equipo que muera en el campo. Si luego perdemos, que sea porque en el minuto 90 no podamos más. Mi felicidad es dejarlo todo. Hay que vivir el partido a partido. Ahora hay que ganar al Mirandés. Deseo que la gente disfrute con nuestro fútbol, pero si jugamos mal, que sea para acabar sumando tres puntos.

Kravets posa para LA NUEVA ESPAÑA en Mareo. Juan Plaza

“Que llamen fascista a Zozulya me molesta”

–¿Cómo ha vivido la inestabilidad política de su país en los últimos años?

–En Lviv se ha vivido de una manera tranquila. Es un tema basado en que Rusia nos ha atacado a nosotros. Esa etapa ha sido un tiempo muy malo. Gente conocida se fue a ayudar a los soldados y volvió siendo otra persona diferente. Cambió a la gente. Vieron la muerte ante sus ojos. A mí por ejemplo me molesta que haya gente en España que diga que Roman Zozulya (futbolista del Fuenlabrada) es un fascista, cuando él es una persona que se ha dedicado a ayudar precisamente a esa gente, a esos voluntarios que han ido con los soldados. El Maidán (protestas a consecuencia de la represión policial que acabaron derribando el gobierno en 2014) cambió la historia de nuestro país. Creo que la entrada de Zelenski en la presidencia es un cambio a mejor.


–Creo que le encanta la música tradicional ucraniana.

Incluso canto cuando hago barbacoas, pero sólo ese tipo de música ¿eh? Una anécdota. Cuando fui a la selección no lo hice y había compañeros que me provocaban llamándome separatista, pero es que no voy a cantar solo delante de gente importante como Konoplyanka. Impone (sonríe).


–Le falta debutar con la selección. ¿Es una meta?

He ido tres veces. Hay un nivel muy alto. Mi meta es hacer una buena carrera. También le digo que lo primero en mi vida es ser buena persona. Si soy buena gente, pero luego dicen que como jugador soy muy malo, lo entiendo, pero que no me llamen mala persona. Eso me mata.

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