La espera de Pablo García para reconquistar el lateral izquierdo del Sporting

El canterano recuperará la titularidad 159 días después tras un breve paso por el filial | Estudia Magisterio, acude a entrenar en el monovolumen de su familia y es “chófer” de Guille Rosas

Por la izquierda, Campuzano,  Pablo García y Enol Coto, ayer,  en El Molinón. | Marcos León

Por la izquierda, Campuzano, Pablo García y Enol Coto, ayer, en El Molinón. | Marcos León / Ángel CABRANES

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Gijón

El 4 de abril disputó su último partido como titular en el Sporting. Desde entonces, una lesión muscular, un breve paso por el filial y mucho banquillo no han cambiado el gesto de Pablo García (Gijón, 5-5-2000). El gijonés apunta a ser la gran novedad para recibir al Leganés ocupando el sitio de Kravets, que no podrá jugar al incluir los pepineros la “cláusula del miedo” en su cesión. 159 días después, llega el momento del joven gijonés.

Poco o nada ha cambiado en Pablo García desde que debutara la pasada campaña. Su aparición no pudo ser mejor. Titular en las cuatro primeras jornadas de Liga, todas en forma de victoria, la llegada de Saúl García, cedido por el Alavés, acabó difuminando su protagonismo. Ni el gesto ni la ambición se vieron alteradas, mientras el debate sobre quién merecía la titularidad se mantuvo en la calle. Duró casi el resto de la temporada. El gijonés completó la campaña con otras diez titularidades, en su mayoría porque Saúl era baja, jugando incluso con el filial durante la última fase del campeonato. Sin quejas ni reproches.

Pablo, el mayor de cuatro hermanos, continúa con dorsal del filial y para encontrar su ficha en la página web del Sporting hay que buscar en la plantilla del segundo equipo. “No van a volver a jugar en el Sporting B”, aseguró Javi Rico hace unos días, preguntado por el rol de Gaspar y el propio Pablo García. Ahora el desafío es hacerse con la titularidad.

El mejorado estatus deportivo de Pablo no le ha hecho abandonar sus estudios de Magisterio, ni siquiera algo tan habitual en los jóvenes futbolistas como invertir en un coche. El gijonés sigue yendo a entrenarse conduciendo un monovolumen de color gris que pertenece a su familia. El coche, por modelo y antigüedad, es origen de alguna broma entre sus compañeros. Él, como ellos, se lo toma a risa, con respuestas como desafiar a Aitor García (dueño de un flamante deportivo) a una carrera al final del entrenamiento. Tampoco le importa ejercer de “chófer” de Guille Rosas, siendo habitual que vaya a recogerle para subir a Mareo. Así es Pablo y su espera tranquilla para reconquistar el lateral izquierdo.

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