Rojiblancos para siempre

Gutiérrez: “Tengo 40.000 euros en pagarés del Sporting”

El uruguayo jugó 10 partidos de rojiblanco, perdió tres dientes y una lesión obligó a su retirada: “No dejé el sello que tuve en Valladolid”

Gutiérrez, ayer, en Montevideo, con la camiseta rojiblanca que vistió. | LNE / Á. G.

Gutiérrez, ayer, en Montevideo, con la camiseta rojiblanca que vistió. | LNE / Á. G. / Ángel CABRANES

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Gijón

“Álvaro, tengo un desafío importante y confío mucho en vos”. Con esa frase de Vicente Cantatore se inició la etapa de Álvaro Gutiérrez en el Sporting (Montevideo, Uruguay, 21-7-1968). Era el verano del año 2000 y el entrenador chileno acababa de fichar por el conjunto gijonés. A su lado, un centrocampista con el que había compartido la época dorada de un Valladolid europeo. No triunfaron ninguno de los dos. Cantatore duró veinte partidos. Gutiérrez jugó diez en los que perdió tres dientes -en un choque ante el Recreativo-, se lesionó hasta el punto de tener que retirarse y acabó sufriendo impagos que aún arrastra. “Todavía tengo en casa pagarés por valor de unos 40.000 euros. Los guardo ya como recuerdo”, descubre, sin perder el humor, en su conversación con LA NUEVA ESPAÑA. Empezó entonces una carrera de entrenador que le ha vuelto a hacer disfrutar del fútbol.

“La deuda ya la doy por saldada, ¿eh?”, dice Gutiérrez sobre un dinero que asume perdido. “A los dos o tres años de irme del Sporting me ofrecieron cambiar los pagarés por otros cheques; luego me llamaron unos abogados que creo había puesto el club, pero después ya nunca más supe nada. Tampoco quise reclamar”, comenta. Él también se siente un poco en deuda. “No rendí como se esperaba. No dejé el sello que sí tuve en Valladolid. Tenía problemas de espalda y terminé de aplastarme un disco, entre la quinta y el sacro. La operación para solucionarlo no ofrecía garantías. Decidí dejar el fútbol, estudiar el curso de entrenador y ahí sigo”, dice el técnico que ha hecho dos veces campeón al Nacional de Montevideo. “Ahora llevo una vida normal. Hasta juego al fútbol, pero paradito”, añade.

Gutiérrez está de vuelta en Montevideo desde hace pocos días. Acaba de desvincularse del Olimpia de Paraguay, “por problemas entre los directivos y los jugadores, impagos”. Nada nuevo, nada que no conozca ya. Ha dirigido varios equipos ya lejos de Uruguay. En su currículum figuran experiencias en el Al Shaba de Arabia Saudita y el Universitario de Quito, en Ecuador. Quiere seguir ampliando fronteras. “Es difícil entrar en el circuito español. Tuve alguna posibilidad esta temporada en el Valladolid, la afición me pedía, pero se decantaron por otro entrenador (Pacheta). He visto el partido del otro día en El Molinón. El Sporting mereció más”, comenta el 38 veces internacional charrúa.

Gutiérrez: “Tengo 40.000 euros en pagarés del Sporting”

El uruguayo, en su presentación con el Sporting en el año 2000. / Ángel CABRANES

Mientras llega una nueva oferta, Gutiérrez cuida de su hija pequeña, Guadalupe, de 10 años, fruto de su segundo matrimonio. En el primero tuvo dos niños, que ya son “más que muchachos”. “El mayor, Federico, tiene 23 años y juega al fútbol en su universidad, en Estados Unidos. Es zaguero, mide 1,96, y acaban de salir campeones”, detalla. Al mediano le va el banquillo. “Santiago tiene 19 años y está ya sacándose el título de entrenador”, apunta. No todo es fútbol en su casa. El exjugador del Sporting también desvela su pasión por la música. “Toco la guitarra eléctrica, acústica y española”, comenta. Colecciona instrumentos y también coches. “Tengo algunos carros viejos”, dice. Es humilde. En su página web, la misma en la que se detalla su carrera profesional, se incluyen imágenes de clásicos como el Camaro y distintas camionetas.

De vuelta a su etapa en Gijón, Gutiérrez reconoce que hizo buenas migas “con los rioplatenses”. Se refiere a los argentinos Pato Graff y Rivarola. “Íbamos a comer algunas veces juntos, con las familias. Solíamos ir a ‘El Quesu’. ¿Todavía funciona?”, comenta sobre el llagar ubicado en Bobes. “Con la sidra no me atrevía, no embocaba”, dice, entre risas, del arte de escanciar. Él era más de “solomillo, me encantaba. Había que comer con cuidado. Allá todo es tan bueno que te descuidás rápido con la dieta”, dice.

Gutiérrez mantiene contacto con Monchu, “un fenómeno”, y destaca la calidad de aquel Sporting en el que empezaba a asomarse un delantero del filial. “Recuerdo que Villa subía a algún entrenamiento cuando hacía falta completar el plantel. Era veloz, oportunista... Nos volvía locos”, comenta. Ahora espera que el ascenso al que no pudo ayudar como futbolista se consume esta temporada desde la distancia. “En esta categoría hay que empezar y terminar bien. Hay buen equipo, buena cantera y el equipo está bien dirigido. Ojalá suban el Sporting y el Valladolid”, concluye Gutiérrez.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents