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Aitor García | Futbolista del Sporting

Aitor García, del Sporting a la mesa: hijo de hosteleros, montó un restaurante en Punta Umbría en plena pandemia

"Construye" Titanics, ha hecho prácticas de entrenador en Mareo y le echa guasa a su flequillo: "¡Cómo no me voy a reír si se me ve a leguas que me he puesto pelo!"

Aitor García, ayer, en Mareo. MARCOS LEON

Pide una infusión, pese a advertir que el covid-19 le ha dejado sin gusto ni olfato. “Estoy ahora recuperando un poco, pero la cena de Nochebuena no me supo a nah”, lamenta. Aitor García Flores (Gibraleón, Huelva, 25-3-1994) no paladeó “esas gambitas de Huelva que son gloria bendita”, pero se recuperó a tiempo para volver a marcar en el primer partido del año, ante el Lugo. El futbolista del Sporting, el único fichaje invernal de la actual plantilla (llegó en enero del 2019) recibe en Mareo a LA NUEVA ESPAÑA a tres meses de ser padre por primera vez, convencido de que el equipo está a tiempo de volver a la zona play-off y descubriendo facetas como la de empresario hostelero y entrenador en Mareo. “Soy un tío muy sencillo”, repite cada vez con más seseo andaluz.

–Gol, pero empate insuficiente.

–No sé qué está faltando. No sé si es falta de confianza… Se ponen ellos por delante y te empiezas a comer la cabeza, luego se quedan con uno menos, llegamos muchas veces y no la metimos. Y si no metes…

–¿Falta más gol o seguridad defensiva?

–Sobre todo volver a sentirnos fuertes atrás. El año pasado fuimos el equipo menos goleado y ahora nos meten muy fácil. Si recuperamos esa seguridad van a salir las cosas, estoy seguro.

–¿Cómo ha pasado el covid-19?

–Me fui de vacaciones el domingo, el lunes empecé con síntomas y el martes di positivo en Gibraleón después de comer con mis padres. ¡No he podío hacer nah, ni ver al resto de la familia! Pasé la Nochebuena solo y volví a Gijón también solo. Físicamente me encuentro bien. El otro día (ante el Lugo) aguanté hasta que ya iba con la bombona de oxígeno en los últimos diez minutos. El isquio (músculo de la pierna) me decía: tranquilo, tranquilo, que si no me voy a romper.

–¿Hay tiempo o empiezan a ver que el tren se escapa?

–Hay tiempo a todo. No es casualidad que hayamos estado diez jornadas arriba. Tampoco que ahora llevemos esta dinámica negativa, pero pese a todo estamos a seis puntos de los puestos de la promoción. Podemos sacar esto, pero hay que enlazar tres o cuatro partidos ganando. Estoy convencido de que vamos a tener una racha buena, nos va a llegar.

–¿Cómo ve a Gallego?

–Tiene el apoyo de todo el equipo. Al final, cuando no salen las cosas, todos estamos un poco con la mosca detrás de la oreja, pero sabe que estamos con él.

–¿Qué le han aportado los tres entrenadores que tuvo en el Sporting?

–Con José Alberto, al que veré en Málaga el domingo, fue llegar y topar. Me puso a los tres días de fichar. Me transmitió los valores de Mareo. Es un tío excelente. Con Djukic, ni fu ni fa. Venía de ser Pichichi y me quitó de buenas a primeras. No congeniamos. Gallego es un tío excepcional. Estamos a muerte con él.

–Lleva 4 goles, ¿el objetivo son los 7 que hizo hace dos años?

–No me marco objetivos personales, me los marco colectivos. Al final queremos pelear por subir a Primera y eso es lo que nos beneficiará a todos. Eso quiero, celebrar a final de temporada cosas chulas.

–¿Qué ha cambiado en usted desde que llegó?

–Soy un tío más maduro. Aquí he encontrado mi segunda casa. Hasta nos hemos comprado piso en el barrio de La Arena. Vine y me he casado, voy a ser padre y mi hijo nacerá en Gijón. Ya me dirá...

–Y las dedicatorias de los goles, para su futuro niño, Aitor.

–Nacerá en marzo. Si era niña el nombre lo escogía la madre, si no, yo. Así que... Es el primer nieto para mis padres. Antes los goles se los dedicaba a mi mujer y ahora me he buscado problemas en casa (bromea, y muestra media sonrisa). El niño va a ser del Sporting.

–¿Es muy niñero?

–Mucho. Tengo una sobrina de cinco años, Sofía, que me tiene loco. Es hija de la hermana de mi mujer. Ella, mi mujer, se enfada porque la niña dice que me quiere más a mí. ¿Qué le vamos a hacer? (se encoge de hombros en plan irónico).

–Hablando de fechas. En 2023 termina contrato ¿qué pasará después?

–Estoy aquí muy contento, ojalá pueda seguir mucho tiempo, pero no depende solo de mí. Aún no se ha hablado nada.

–¿No se la ha dejado caer a Javi Rico?

–(Se ríe). No hemos hablado nada. Espero que más adelante podamos sentarnos y charlar.

–Dicen que Babin es como su hermano en el vestuario.

–Es con el que más afinidad tengo desde que llegué. Incluso estuvo en mi boda. Ya no es solo él, también nuestras mujeres se llevan muy bien. Compartimos mucho tiempo juntos.

–Se les ve mucho por San Esteban.

–Vamos al restaurante de un amigo que es ya como nuestra casa. Allí todo el mundo nos trata con mucho cariño, pero sin agobios. Voy y me meto en la cocina, o en la barra, y desconecto. Precisamente estos días él ha estado en mi casa comiendo con mi mujer y conmigo.

–Otro de sus valedores ha sido Javi Fuego ¿Le echa de menos?

–Sí. Hablo mucho con él aunque ya no esté en el equipo. Es de los que te mensajea o te llama para comentar cosas de partidos y tal. En el Sporting era un tío que ponía los puntos sobres las íes en el vestuario. ¡Es que jugó Liga de Campeones!. Era el que más trayectoria tenía en el fútbol de todos nosotros. Más que compañero, es un amigo. Me sigue dando muchos consejos. Estoy detrás de él para que me lleve a hacer una rutita por ahí, pero andando. ¡Si me coge en bicicleta me va a reventah!

–Usted es un tío con guasa, incluso hizo bromas en redes sociales diciendo algo así como: “¡Remontada!”, señalando el flequillo y respondiendo a la gente que le escribía porque se había injertado pelo.

–(Se ríe). ¿Cómo no lo voy a hacer? ¡Se me ve a leguas que me he puesto pelo! Hasta me preguntan por Instagram a qué clínica he ido (se ríe). No lo oculto, me parece algo natural y por eso respondo. Si es que yo soy muy sencillo.

–¿Es el más bromista del vestuario?

–Puede ser, sí. Pero más que gastar bromas, es más la forma de ser que tengo. Soy de animar a la gente en el vestuario. Soy un chaval abierto, sociable. Le intento sacar el lado positivo a todo.

–Es hijo de hosteleros ¿cómo ha afectado a su familia la pandemia?

–Hubo que cerrar el restaurante de mis padres (La Colmenilla, en Gibraleón) durante la etapa más dura, pero gracias a Dios tienen una clientela muy fiel y cuando se reabrió se fue todo recuperando. Yo también me he lanzado con un proyecto. La hostelería es uno de los sectores que más complicado lo ha pasado y hay que apostar por ellos. En marzo me animé a abrir un restaurante en Punta Umbría, “La vieja verde”.

–Cuente.

–Es comida típica de Huelva, pero con un toque moderno. Lo monté con otro socio y va muy bien. En menos de un año hemos pagado ya todo lo que se debía. Quise hacerlo porque, entre tantos cierres, me parecía una oportunidad para invertir. Mi padre me advirtió bastante de en qué me iba a meter. No era consciente de que un negocio como éste tenía tantos gastos. La plantilla está formada por unos cinco empleados. Doblamos en verano, que abrimos todos los días. Durante el resto del año, solo los fines de semana. La gente nos respondió desde el principio y está gustando.

–¿Con qué plato se le conquista a usted?

–Con el arroz con tomate de mi abuela María. Eso quita el sentío.

–¿El futuro más allá de fútbol lo ve en la hostelería?

–Seguiré ligado al deporte. Me acabo de sacar la licencia UEFA C de entrenador y empezaré el B. He hecho las prácticas de entrenador en el cadete del Sporting. Ya había entrenado niños en el Nuevo Chiclana, en Cádiz. Me gusta el juego vertical, como el fútbol que hago como futbolista.

–Hace unos meses recibió la medalla de oro por el ayuntamiento de Gibraleón.

–Me enteré el día que me casé. Tuvo que ser primero por lo civil (no había fechas para la ceremonia católica), y cuando fui al Ayuntamiento y me lo dijo la alcadesa, me emocioné.

–¿Cómo es su vida fuera de Mareo?

–Muy tranquila. Vengo de entrenar, como, echo la siesta y luego a pasear con mi mujer. Ahora, más, porque como está embarazada hay que ir todos los días. Espero que el niño salga tranquilo, porque según mi madre yo lloré sin parar desde el primer día. Y cuando llueve, que es algo que me desquicia, me engancho al Netflix y a los Lego.

–Deme detalles.

–De series acabo de ver la segunda temporada de “La reina del flow” y los últimos capítulos de “La casa de papel”. Con lo de los Lego, me acaba de dar por ello. Ayer (por el lunes) terminé el Titanic. Dos mil y pico piezas…

–¿Qué le pide a los Reyes Magos?

–Salud para todo el mundo. Que esta pandemia se vaya ya y que mi hijo nazca bien.

–Haga usted de Rey ¿Qué le regalaría a la afición?

–Un ascenso, pero sabemos en la situación que estamos y tenemos que ir partido a partido. Hay que sacar primero esta situación adelante. A hacer un buen papel en Copa y a ganar en Málaga. Si de verdad queremos luchar por estar arriba hay que espabilar ya.

–Siempre se ha mostrado orgulloso de su acento y carácter andaluz ¿cómo son para usted los asturianos?

–Me han sorprendío. Me decían que los del norte eran cerrados, pero todo lo contrario. Me he encontrado gente abierta, tanto aquí como en mi etapa en Vigo (jugó en el Celta B).

–En la última entrevista con LA NUEVA ESPAÑA dijo que se tatuaría: “Mi acento es mi ADN”. ¿Ha cumplido?

–Lo tengo pendiente, pero me lo voy a hacer, ¡eh! Para la próxima vez, lo tengo. El último tatuaje que me he hecho ha sido en el muslo. Es una imagen de mi padre llevándome a mí de la mano, de niño, al Colombino. Es una imagen que tengo de cuando era pequeño. Él me decía, si juegas aquí algún día este campo se te tiene que quedar pequeño. En ello estamos.

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