De Gallego a Martí: las claves de la revolución del técnico balear en Mareo
El Sporting ha rebajado la posesión del balón y ha incrementado la agresividad para paliar el déficit atrás que se encontró el entrenador a su llegada

gallego marti

José Luis Martí ha pasado al contraataque en el Sporting de Gijón. Los técnicos han encontrado un antídoto para paliar la sangría de resultados, y de goles encajados, gracias a un estilo de juego que se cimenta desde el orden defensivo, el sacrificio y el equilibrio. Los 5 puntos de los últimos 9, al menos, han ayudado a dar algo de aire al equipo. Sin grandes alardes, un principio para comenzar a sumar. Porque el comienzo de Pep Martí había resultado demoledor: tres derrotas consecutivas (Zaragoza, Real Sociedad B y Tenerife) y mostrando una vulnerabilidad defensiva terrible, con seis goles recibidos. Un lastre. El sistema defensivo tocó fondo en el Reale Arena frente a un Sanse que marcó 2 goles, pero que disparó hasta en 12 ocasiones, dejando en evidencia a la zaga rojiblanca.
Esa derrota provocó un enorme movimiento sísmico en el Sporting. Martí detectó lagunas. Sobre todo a la hora de interpretar según qué situaciones del partido, lamentando también cierto vacío en cuanto a líderes y carácter, y confirmando la absoluta pérdida de confianza que siente el vestuario. Y tras el varapalo en El Molinón contra el Tenerife, y ya con más días de trabajo, los técnicos hicieron cambios estructurales y de nombres. Entró en la portería Iván Cuéllar por Diego Mariño. Se dio continuidad a Babin, suplente en el primer encuentro con el balear. Y más allá de distintos cambios de sistema (tras pasar por un dibujo inicial de 4-3-3, virar al 4-4-2 y terminar recuperando el 4-2-3-1), el equipo en estos tres últimos partidos sin perder ha mostrado otra identidad.
Defender más atrás y con más agresividad. En Butarque, campo del Leganés, se vio a un Sporting notablemente distinto en cuanto a conceptos. Porque defendió más atrás. Y mucho más metido en el encuentro. Y aunque no ganó, fue mucho más solvente, concediendo menos situaciones de gol al ataque “pepinero”, encajando Pichu Cuéllar un tanto de mala fortuna. Después de golear al Cartagena, en Burgos se ha confirmado ese lavado de cara hacia este renovado Sporting. Siete partidos después, dejó su portería a 0, anulando a los locales, que volcaron todas sus opciones de hacer daño a la guarida de Cuéllar con centros laterales, bien defendidos por alto por un inconmensurable Babin. “Sí, veo un equipo más parecido a lo que quiero. Nos han generado demasiados centros, el Burgos lo buscó mucho, pero hemos sido capaces de defenderlos bien”, confirmó Martí en la ciudad castellana.
Con dos goles encajados en los últimos tres partidos, la pizarra ha comenzado a dar resultados y también ha ayudado a alejar un poco más el abismo de la Primera RFEF, hoy a 9 puntos. Más allá de la entrada de nuevos actores, la renovación del estilo se explica mejor desde los datos. Martí apuesta por una presión en bloque bajo y por no romper al equipo. Con Gallego, el Sporting presionaba más arriba: el equipo promediaba 17,5 recuperaciones en campo contrario. Ahora, las líneas de presión están más atrás y las recuperaciones en campo contrario se han visto reducidas a una media de 15.
¿El propósito? Que dada la facilidad para generar situaciones de gol de los rivales, el equipo esté más equilibrado por dentro y no se rompa con esa facilidad provocando una cascada de situaciones de peligro en contra. También se traducen en un aumento de la agresividad. En Butarque se comenzó a morder más y a saber mejor cuándo para el juego de los rivales. Aquel día se superaron las veinte faltas, en concreto se le pitaron 22, y la media de faltas se ha elevado de las 11 a las 13.
Menos posesión y más pases en largo. Los cambios estructurales de Martí no solo afectan a la defensa, también se aprecian en cómo ataca el equipo. Aunque no renuncia del todo al balón, los datos de posesión con José Luis Martí son muy inferiores respecto a la era de David Gallego. Con el de Suria, el Sporting tenía más balón que su rival (sumaba un 52% de posesión, por un 45% con Martí). Ahora no se siente incómodo cediendo ese protagonismo, mientras sea en zonas alejadas del área. Eso le lleva a dar menos pases. Con el catalán, sumaba casi 100 más (de 508 a 407).
El técnico balear apuesta por atacar de forma directa, buscando la transición hacia dos jugadores muy veloces al espacio como son Djuka y Puma Rodríguez. Ahora realiza un 20% de pases en largo. Es el séptimo dato más alto de la categoría –con Gallego solo lo hacía el 14%, siendo el decimosexto con menos frecuencia de juego en largo de la Liga–. Así se gestó el 0-1 de Puma en Butarque. O el 3-1 y el 4-1 contra el Cartagena. Cuestión de estilos.
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